“La historia es la novela de los hechos, y la novela es la historia de los sentimientos”. Helvétius.
Mario Vargas Llosa es, a no dudarlo, un gran novelista, pero así mismo es un excelente teórico de la novela como género literario. Condición demostrada en su obra ensayística como: “La orgía perpetua”, “García Márquez: Historia de un deicídio”, “Carta a un joven novelista”, “La verdad de las mentiras”, “El viaje a la ficción” y “La mirada quieta”, entre otras. Así como en sus magistrales conferencias en universidades del mundo.
En ese sentido, el de teórico, dedicó un amplio espacio del reciente discurso de ingreso a la Academia Francesa, y plantear aspectos políticos en el ámbito público, no partidistas, de la novela desde la creación del género en el Siglo XV del Occidente europeo, aunque en la América Prehispanica se encontraron textos novelados. Este aspecto del comentado discurso la prensa lo denominó: novela y democracia.
El Premio Nobel de literatura 2010 es, más allá de novelista, un intelectual que desde los años 70s del siglo pasado ha sostenido, en público y privado, una seria y prolífica posición política -la del acuerdo- en defensa de la democracia liberal, que no es sino aquella que garantiza los derechos individuales (de la persona) por encima de las prerrogativas del Estado. En Colombia esa democracia es la consagrada, filosóficamente, en el artículo quinto constitucional.
La norma constitucional dice: “El estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de la persona...”. Derechos inalienables significan derechos innegociables. Es decir, no se pueden transar. Y son inherentes a la persona misma. O sea, el ser humano poseedor de estos derechos, la persona, tiene un valor, su dignidad, por encima de El estado. Persona es un ser libre.
De tales derechos, nacidos de la modernidad, Vargas Llosa resalta, en ensayos, conferencias y entrevistas, la libertad, en el sentido francés de La Ilustración kantiana, el de la autonomía personal. Por eso, consecuente con su ideario político (el del diálogo civilizado), el discurso ante los académicos franceses -ahora sus pares – no podría olvidar que la novela es el paradigma creativo de la democracia moderna que no es, ya, el gobierno de las mayorías del pueblo, sino el de hombres libres: de mayoría de edad, ilustrados. Ilustrados por haber aprendido a leer críticamente y convertidos en lectores de novelas. los autónomos de obrar y pensar. Los de una sociedad abierta.
El Premio Nobel de literatura 2010 es, más allá de novelista, un intelectual que desde los años 70s del siglo pasado ha sostenido, en público y privado, una seria y prolífica posición política -la del acuerdo- en defensa de la democracia liberal, que no es sino aquella que garantiza los derechos individuales (de la persona) por encima de las prerrogativas del Estado. En Colombia esa democracia es la consagrada, filosóficamente, en el artículo quinto constitucional.
Por eso, para el nuevo académico francés, que lo es también de las Academias de España y de Perú -tierra natal-, la novela es la expresión democrática de la literatura, pues en ella todo cabe, desde ficción, realidad, historia, poesía, cine, bellas artes y, hasta, periodismo. ¿Y por qué no el discurso político? las grandes novelas son lecciones políticas y humanas de los tiempos eternos. Es decir, la de los clásicos autores en todos los tiempos.
Del elogioso discurso a la cultura francesa, he escogido unos cortos apartes sobre la teoría. Léelos aquí:
– “La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá. Siempre permanecerá. -cómo podemos dudarlo?”
– “Como en las novelas, aquí el débil puede triunfar sobre los fuertes, porque la justicia de su causa es infinitamente mayor que la de estos últimos, supuestamente poderosos”.
– “Como en la literatura, las cosas se hacen bien y confirman una justicia inmanente que sólo existe, hay que decirlo, en nuestros sueños. ¿Cómo puede conmovernos una novela con esta historia que se hace todos los días? Simplemente por existir, por llenar las aspiraciones de sus lectores, inoculándoles el virus de la ambición y la fantástica proyección de una vida mejor”.
– “Nunca se ha inventado nada mejor que la novela para mantener vivo el sueño de una sociedad mejor que la que vivimos, donde todos encontrarían material suficiente para su felicidad -esta palabra, felicidad, que tiene todos los ingredientes de una locura irreal en nuestro tiempo y que, sin embargo, ha alimentado los sueños de millones de seres humanos durante siglos”.
– “La novela nació bastante más tarde que la poesía, en los albores de la humanidad, y no iba a alcanzar cierta plenitud hasta que, mezclado con libros de caballería, rehízo un mundo que giraba en torno al honor y la matanza. Entonces el caballero solitario vagó por los bosques y ganó la batalla solo en nombre de su dama, hazañas que divertían al pueblo en las tabernas o lo animaban reunidos en esquinas para escuchar a memorialistas repitiendo o leyendo estas terroríficas y disparatadas historias que, sin embargo, sentaron las bases de la novela moderna”.
Amable lector, llegado a este punto, sí usted une, en un ejercicio de comprensión lectora, las cinco citas del discurso de Vargas Llosa entenderán porque la novela, como género literario, es consustancial con la democracia, como forma de gobierno. En la novela todo cabe. En una democracia todo cabe. solo las dictaduras ponen límites a la libertad. Un gobernante que no sea un gran lector de novelas (B. Clinton o B. Obama) es, no lo dudo, un embrión de tirano. Sé la dejo ahí.
La próxima: La libertad del paciente es el valor de lo humano.