1.
Crecimos en una cultura patriarcal desde la perspectiva del fútbol. El fútbol es para hombres, no para mujeres, era una afirmación contundente que escuché desde niño. Si alguna vez una niña – mujer quería jugar fútbol, bola de trapo, o fútbol de salón, se ganaba la fama de “machorra”, porque jugaba el fútbol, concebido como un juego de machos. Fueron los adultos portadores de esos imaginarios los que influyeron en la psiquis de las nuevas generaciones de hombres y mujeres.
2.
A las mujeres, en la vida real, y antes de esta eclosión vivida, por lo general, el fútbol de los hombres les pareció sin sentido y aburrido. Claro, hay mujeres que se resignan a acompañar al marido a ver fútbol; también hay quienes los dejan ir al estadio porque este deporte continúa siendo un sin sentido para ellas.
3.
Cuando en casa hay un solo televisor, la disputa por este se nota más cuando coinciden el fútbol masculino con el programa preferido de la jefa del hogar. O se va el hombre de la casa, o se queda en ella, apoderándose del televisor ante la impotencia de la mujer.
4.
¿Cuántos años tiene el fútbol? Se dice que más de dos mil quinientos años antes de cristo, sin embargo, las mujeres, apenas con menos de diez años ya tienen a Colombia dentro de los ocho mejores equipos del mundo. Siendo el fútbol masculino mucho más antiguo, el femenino ha soportado una serie de obstáculos. Inglaterra, Brasil, Holanda, incluso, las mismas organizaciones que velan por el fútbol mundial, se cuentan entre los países que influyeron para frenar el fútbol de mujeres. ¿Acaso este deporte se constituía en competencia para el fútbol masculino, o fue prohibido para proteger la salud de las mujeres? Ahí detrás, estaban los hombres como dioses del Olimpo, recordando a Zeus, acostumbrados a soltar lestrigones en el camino tortuoso, que las mujeres intuían en su peregrinar hacia el fútbol femenino.
5.
¿De dónde salieron estas mujeres? Simplemente emergieron de la invisibilidad y se volvieron visibles en cada logro, en cada triunfo, en cada derrota. Los medios de comunicación social que antes no se gastaban una nota escrita, o un video, o un simple comentario radial, les ha tocado guardarse su indiferencia y mostrarle al país estas mujeres, que hicieron una labor callada, sin tantos aspavientos.
6.
¿Cuánto ganan Cuadrado, Falcao, James, Ospina, Teo y otros más famosos del fútbol colombiano? Dirá usted mucho dinero, mucho sin lugar a dudas. ¿Acaso estas mujeres no se merecen semejantes salarios? Howard Gardner removió la educación con su teoría de las Inteligencias Múltiples, donde resalta la Inteligencia kinésico – motriz. Sin embargo, hay que reconocer que tanto hombres como mujeres se merecen eso y mucho más. La inteligencia que exhiben tiene que ver con el talento, el desempeño, con esa actividad lúdica deportiva donde aprendieron a soñar y, que hoy día se ha convertido en el proyecto de autorrealización humana, de acuerdo con Maslow. Por tal razón la Federación tiene que bajarse de su pedestal machista y democratizar el fútbol, sin ningún tipo de discriminación. Tiempos de apertura mental para los patriarcas dueños del fútbol. Desde el siglo pasado esto se veía venir, sin embargo, como siempre, el impacto les ha causado una disonancia cognoscitiva de la que no se recuperan todavía.
7.
¿Cuántos equipos de fútbol hay en las distintas ligas de fútbol del país? Seguramente miles de equipos teniendo en cuenta las categorías por edades. Todos hombres en su mayoría. Sería bueno revisar a ver, ¿cuántos equipos de mujeres hacen parte de las ligas que conforman y fortalecen el fútbol de mujeres? Me atrevo a decir que muy pocos equipos, sobre todo en nuestro país. No hay intercolegial de mujeres, situación que debería revisarse. No es fácil abrir la mente, sobre todo cuando los esquemas se mantienen rígidos y siguen influenciando en las instituciones deportivas, públicas y privadas.
8.
La mujer que juega fútbol, por lo general, carga con el prejuicio de encontrarse en un escenario influenciado hacia una preferencia sexual lésbica, pero que va más allá, manifestándose como una forma de protesta al patriarcado, rebeldía, postura política y transformación social. He sido testigo de como padres de familia, le negaron la posibilidad de ser jugadora de fútbol a su hija por tales prejuicios. La opinión pública en forma soterrada asiste al fútbol femenino, pero con el imaginario de descubrir un signo machista entre las mujeres, situación que no ocurre en el fútbol masculino porque los patriarcas de este deporte son verdaderos hombres, sin sospechar siquiera un gesto femenino reprimido entre ellos. El fútbol femenino es la sorpresa hoy día en Colombia, pero no se descarta que, en el fútbol masculino, los futbolistas comiencen a salir del closet. Acostumbrados a ver el fútbol con la óptica del hincha varonil, perdemos el sentido de la mesura del aficionado a este deporte, cuando comenzamos a juzgar y criticar a cada jugadora que tiene una vida privada que debe respetarse. Porque el escenario está diseñado para exhibir la estética del fútbol, sin ahondar tanto en las historias humanas que se viven. La gracia exhibida en el fútbol fluye con una armonía propia, tanto en mujeres como en hombres, pero no son iguales.
¿Cuántos años tiene el fútbol? Se dice que más de dos mil quinientos años antes de cristo, sin embargo, las mujeres, apenas con menos de diez años ya tienen a Colombia dentro de los ocho mejores equipos del mundo. Siendo el fútbol masculino mucho más antiguo, el femenino ha soportado una serie de obstáculos.
9.
Cuestionemos el fútbol femenino como deporte. No hay equipos en la mayoría de las ligas; las jugadoras tienen que irse a otro país a mostrar su talento. Observemos las diferencias anatómicas entre hombres y mujeres y reflexionemos, porque pareciera que las mujeres hacen los mismos ejercicios que los hombres. Si revisamos la literatura especializada, encontraremos que las teorías del entrenamiento deportivo, específicamente del fútbol, han sido pensadas para hombres, no para mujeres. Es hora de construir un andamiaje epistémico que tenga como base una ciencia que contemple aspectos médicos, psicológicos, ciencias del deporte e investigación.
10.
El siglo XXI nos trae una nueva óptica, una sensibilidad para apreciar la expresión de la femineidad a través del ritmo corporal, la coordinación, la flexibilidad. Mujeres con sus cabellos largos, o cabellos cortos, o peinados en afro, se desplazan por el terreno de juego, intuyendo, pero también pensando; sufriendo porque en cada juego les toca ir de caza, sabiendo que ya no es el hombre, el cazador, pero asumiendo su nuevo rol y desmitificando la teoría de Desmond Morris, que nunca auguró en su libro, El deporte rey, refiriéndose al fútbol, que la mujer pasiva y cuidadora de los hijos también tenía que probarse a sí misma su capacidad de logro. Estas mujeres evidencian rebeldía, capacidad resiliente, demostrando y demostrándose a sí misma de lo que son capaces. Se han encontrado en un ejercicio de cooperación y sentido de equipo. Son mujeres que ya no están a la espera, ahora salen a la búsqueda, exhibiendo autonomía y toma de decisiones.
11.
Conocí una niña futbolista que le gustaba jugar este deporte. Me mostraba como conducir, como parar la pelota con cualquier superficie de contacto corporal; también driblaba y pateaba fuerte a la portería. Se autodenominaba Valenciano cuando pateaba al arco, recordando al bombardero; murmuraba que era el Pibe Valderrama cuando tocaba el balón en dos – uno en la mitad de la cancha, simulando al jugador samario; jugando con niños de su edad, exhibía su fortaleza y no tenía miedo a chocar en la zona de contención, gritando que era Leonel Álvarez, imitando su coraje y agresividad como centrocampista. La niña no tenía referente de mujeres porque el fútbol femenino era un sueño y la pobreza y falta de relación fueron espectáculos para crecer e irse a probar fortuna en otro país. Los dirigentes locales no tenían ojos para el fútbol femenino, el fútbol masculino era más prometedor. Años después, me dice, ¿profe, usted no cree que yo jugaba mejor que Carabalí, Caicedo, Ramírez, Arias, Usme? Me lo dice con una nostalgia en la mirada, sin rabia, resignada, después de haberse visto todos los partidos de la selección. No le respondí, pero ella sabía que tenía mucho de razón, y yo también.
12.
No nos sorprenda que un niño futbolista, de esos que se inician, talentoso, responda cuando le pregunten:
- ¿Cuál es el jugador de fútbol que admiras y quisieras imitar a futuro?
- Admiro mucho a la española Olga Carmona, la que anotó el gol ahora en la final del mundial. Me gusta cómo se proyecta y como les hizo el gol a las inglesas. Quisiera imitarla a futuro.
El padre y todos en el barrio escuchan la entrevista y se quedan pensativos, sin comprender que un deportista está obligado a tener referentes en su deporte – hombre o mujer – con la mente abierta, y el deseo de crecer.
13.
Tenemos que reaprender a ver y escuchar el futbol femenino. Estamos obligados a ir al estadio, o sentarnos frente al televisor con una nueva óptica y sensibilidad. Aprender a ver a las mujeres corriendo como atletas, a ver debajo de la femineidad el carácter férreo que implica este deporte, el espíritu nacional como parte de la identidad y el sentido agonístico evidenciado en la competencia, a ver como adaptan el fútbol a sus biotipos; a protegerse en la defensa y mostrar la pasión del ataque. A escuchar y escucharse como las llaman: mediocampistas, delanteras, porteras; una contra una, dos contra una; la extrema derecha, la defensa central. Hasta el lenguaje está implicado, porque el fútbol femenino es parte de la vida de las personas como una totalidad, que día a día hace sinergia en todos los ámbitos de la sociedad.
14.
Mientras pienso y escribo sobre el fútbol de mujeres de mi país, observo a una niña holandesa: menudita y fuerte; de músculos rápidos y potentes; sus cabellos rubios están amarrados en una trenza y sus ojos azules son vivaces y pícaros mientras se desplaza por el terreno de juego. Tiene siete años y juega sin importar si enfrenta a niños o niñas. A esa edad no hay diferencias en el desarrollo motor. Regatea, gana los duelos con alegría; se concentra en las órdenes del técnico. Es costumbre que padres y madres de familia aplaudan a Hendrika, sudorosa, llena de barro, sonriente, calmada, dejando que la lluvia del otoño próximo limpie el fango de su rostro, pero no su sonrisa. Al salir de la cancha, Drika, diminutivo cariñoso con el que la reconocen, juega con su muñeca en la parte de atrás del auto de su padre. El fútbol quedó atrás, la muñeca es presente. Su sonrisa única, no cambia.
Excelente reflexión mi amigo.
Ojalá estas sabias palabras lleguen a oídos de la dirigencia estatal, que no se hagan los de oídos sordos y por el contrario, que hagan rema en ellos y empiecen de una vez por todas, a mirar el fútbol femenino, que bien se lo merecen esas tremendas atletas, orgullo nuestro.