Los que, como yo, hemos culminado la agenda laboral y recorrido, ya, dos tercios de peregrinaje, por los caminos de la vida, podríamos decir que estamos en modo futuro. Sin embargo, retornar al pasado es, en ocasiones, placentero. Volver sobre bellos recuerdos que nos acercaron a la tan esquiva y fugaz felicidad. Por ejemplo, revivir la inolvidable y romántica etapa de estudiantes universitarios. Recordar es vivir.
Aclaro, en nada quiero validar el refrán aquel que proclama “Todo tiempo pasado fue mejor”.
Los días que vivimos y los próximos que vendrán, superan maravillosos, no hay duda, los mejores momentos de la historia de la humanidad; a pesar de las inclemencias propias de estos tiempos y de voces fatídicas, que pregonan, catastróficas, el fin del mundo. El ahora, es época de oro que nos ha tocado, en suerte, para disfrutarlo. No tenemos otra.
La amabilidad del Doctor Jesús Pérez García, médico patólogo, al invitarme a la presentación de su libro “Enfoque diagnóstico de la ENFERMEDAD DE HANSEN”, con coautoría de los consagrados dermatólogos: Esperanza Meléndez Ramírez, Jairo Fuentes Carrascal y Garip Chadid Carrascal que, complacido he tenido el gustazo de leer, me ha permitido rememorar mi estancia grata en la ciudad heroica, década de los 60, estudiante de medicina, en la Universidad de Cartagena.
Por calles y plazoletas empedradas, en las escalinatas de sus coloniales iglesias del sector amurallado, tuve ocasión de contemplar, compasivo, curioso, pordioseros y ancianos indigentes, sobre sus bordillos doblegados. En su anatomía descubrir: pabellones auriculares deformados, parpados alopécicos, narices con tabiques perforados o destruidas, dedos de pies y manos amputados, cuerpo y rostro desfigurados por nódulos, maculas, pápulas y placas; con su ominosa fascie leonina. Tal cual, describe, este doliente cuadro clínico de la lepra, el libro, editado por la Universidad Libre de Barranquilla. Un tratado sencillo de semiología dermatológica, en particular, de la Enfermedad de Hansen que, recomiendo como soporte bibliográfico para cualquier médico, sin distingo de especialidad, y, en especial, a estudiantes de ciencias de la salud.
El libro. Son nueve capítulos en que el texto desarrolla toda la temática, así:
- Generalidades,
- Diagnóstico,
- Clasificación,
- Estados reaccionales,
- Discapacidades,
- Diagnóstico diferencial,
- Lepra infantil,
- Lepra atípica,
- Manejo de la lepra y sus estados reaccionales.
Semiología de Padilla y Cossio. La reminiscencia me transporta, por su esquemático contenido didáctico, a la Semiología General de los argentinos Tiburcio Padilla y Pedro Cossio, a su tomo sobre la piel, de los ocho, de este clásico de la literatura médica; en que aprendíamos de signos y síntomas por aquellas calendas bajo la batuta de los profesores Gómez Pérez y Baena Sayas.
El Barco Hope. En 1967, a raíz de la llegada del Barco Hope, desde los EE. UU., al muelle de Manga y presencia llamativa, para el público, de los médicos gringos que, entre otras cosas, poco sabían de enfermedades provocadas por bacilos ácido alcohol resistente, la audiencia crece y crece, en el Hospital Santa Clara, de pacientes con lepra y otras dermatosis, como en el patético poema “Sueño de las Escalinatas” de Jorge Zalamea.
Leprosos, que mis ojos juveniles conocieron, eran herederos de los negros africanos que llegaron a Cartagena con Pedro de Heredia en la época de la colonia y recibieron caritativo auxilio del fraile protector de los esclavos San Pedro Claver a su arribo en 1615. La ciudad era punto importante de referencia de esta patología en el continente americano.
Dolientes con sarcoidosis, psoriasis, leishmaniasis, neurofibromatosis, elefantiasis, coccidioidomicosis, blastomicosis, etc., aparecieron por obra y gracia de los galenos norteamericanos, en sus formas más avanzadas y horripilantes. La gente, esperanzada, pensaba que los extranjeros doctores iban a curarlos. Los consideraban más sabihondos que los morenos facultativos criollos de la caribeña Cartagena de Indias.
En su capítulo sobre Diagnostico Diferencial la obra, detalla, en forma concisa, magistral, cómo reconocer estas entidades y su diferencia con la lepra. Gráficas ilustrativas, contundentes, ayudan, en verdad, a su cabal comprensión.
En las dantescas escalinatas del poeta Zalamea: “Proliferan hongos humanos gesticulantes y gimientes como: dementes, idiotas, calenturientos, epilépticos, paralíticos, sifilíticos, tiñosos, sarnosos, caratosos, tuberculosos y la leprosa, la leprosa que, mendicante, púdica, coqueta, desesperada, exasperada, cierra y hace flotar el vuelo violeta de su manto sobre su desleída carne gris”.
Lepra en Cartagena. Leprosos, que mis ojos juveniles conocieron, eran herederos de los negros africanos que llegaron a Cartagena con Pedro de Heredia en la época de la colonia y recibieron caritativo auxilio del fraile protector de los esclavos San Pedro Claver a su arribo en 1615. La ciudad era punto importante de referencia de esta patología en el continente americano.
Hacia 1598 comenzó a funcionar el Hospital de San Lázaro, replica del que existía en Sevilla España, frente al Fuerte del Boquerón en el Barrio Getsemaní. Primero fundado en Colombia y tercero en América para el control y aislamiento de pacientes con “Malatia”, una de las tantas denominaciones que recibe la Enfermedad de Hansen
Diez años después, 1608, fue trasladado al Cerro de San Felipe, que entonces se llamaba Cerro de San Lázaro. El cerro recibió el mismo nombre del Hospital.
Por Real Cédula del 30 de julio de 1784 el arzobispo-Virrey Antonio Caballero y Góngora dispuso traslado y construcción del Hospital de San Lázaro al sitio llamado “La Cantera”, en Caño de Loro, isla de Tierra Bomba. El lazareto allí funciono desde 1791 hasta septiembre de 1950, 159 años. Quinientos enfermos que lo ocupaban fueron trasladados, por avión, a la ciudad de Flandes, Tolima, de allí por tren a Agua de Dios, Cundinamarca.
El sanatorio, luego del desalojo, fue bombardeado, como medida profiláctica, por la Fuerza Aérea Colombiana. Cumpliendo órdenes del presidente de la República Mariano Ospina Pérez y bajo la coordinación del ministro de salud Jorge E. Cavalier.
“Enfoque diagnóstico de la Enfermedad de Hansen”, afortunado logro editorial, de la Universidad Libre y sus inquietos docentes, es consecuente, en buena hora, con la Estrategia mundial para la lepra de la Organización Mundial de la Salud, que busca: “Acelerar la acción hacia un mundo sin lepra”.
Aporte científico y académico, que, sustentado en estudio riguroso del tema, pero, sobre todo, en la experiencia profesional de sus realizadores, exalta la jerarquía médica del Caribe colombiano. Constituye aporte valioso para crear conciencia político- social sobre un mal que, históricamente, ha sido y sigue siendo penoso estigma de la humanidad; incapaz, a pesar de la avasallante tecnología con sus prodigiosos adelantos, de su erradicación definitiva de la faz de la tierra. De dos a tres millones de personas se calcula el número de personas infectadas por el Mycobacterium leprae en el mundo. La India es el país con mayor número de casos, Brasil ocupa el segundo lugar, y Birmania el tercero.
Con inmenso orgullo, de médico barranquillero y de unilibrista, quiero decirles que los nueve enjundiosos capítulos de este libro pasan a engrosar la literatura médica que, a lo largo de los siglos, se ha publicado sobre el Mal de Hansen. Desde cuando Moisés, primer tratadista de esta penosa enfermedad, escribió los 59 versículos del capítulo trece del libro de levíticos en la Sagrada Biblia.
En representación de la Academia Nacional de Medicina, de la Junta directiva del Capitulo Atlántico doy complacido cordial bienvenida al Dr. Jesús Pérez García, miembro correspondiente, y demás autores de esta obra al “Salón de Escritores Médicos de Colombia”.
Teobaldo Coronado Hurtado
http://www.antologiacriticadelapoesiacolombiana.com/poemas_zalamea/el_sueno_de_las_escalinatas.htm
Sotomayor-Tribín Hugo Armando. EL LAZARETO DE CAÑO DE LORO, BAHIA DE CARTAGENA, COLOMBIA, REVISTA CIENCIAS BIOMÉDICAS, Universidad de Cartagena, 2011.
https://es.wikipedia.org/wiki/Lepa
Gracias Teo, nuevamente por el el gran aporte. Ojalá está recordación permita movilizar de los anaqueles y llevarlo a las manos de estudiantes, médicos y personal de la salud comprometidos con la recuperación y dignificación de los enfermos.