1.
El periodista del noticiero no se cansa de hablar de “su amada selección”, refiriéndose a la selección de fútbol masculino. Su entusiasmo es diferente a los tiempos en que la selección femenina llevo a cabo su odisea. Es tanto la vehemencia del locutor que la “amada selección” cuenta con sus propios personajes, apenas lo escuchamos comprendemos que las mujeres ya no tienen cabida en esa “selección amada”. El periodista es un narrador mecánico que ha perdido la vergüenza, evidenciando poca autocrítica. Desde este primer inicio, todos los esfuerzos económicos y emocionales, están al servicio de una selección, seguro que ya existe un plan de premio, lo cual hace la diferencia con el fútbol femenino, cuyas mujeres ven con incertidumbre y escepticismo las promesas que no se han cumplido.
2.
La selección Colombia masculina inicia su periplo con Venezuela. Lo inicia ganando, pero no fue fácil. Cada vez se hace más difícil enfrentar a los del país vecino. Bien parado en la cancha, la selección venezolana fue un cerrojo a las incursiones ofensivas del equipo nacional. Ganar por la mínima diferencia es un buen resultado, pero también es cierto que los imaginarios y deseos de los aficionados e hinchas sobre abultados marcadores a favor de Colombia se ahogaron en la impotencia de los espectadores. Ni tres a cero; tampoco cuatro a uno; dos cero; nada de eso sucedió. Se impone el principio de realidad, sobre todo al pensar que Chile es el anfitrión el próximo martes. Un gol sorpresa le dio la victoria a nuestro país.
3.
A propósito de ser anfitrión, la selección Colombia evidenció destellos que alegraron a los espectadores e inseguridades en pases, recepciones, cambios de juego. También se evidenció el nerviosismo y la inseguridad de Jerry Mina, bien ubicado a veces, manejando los espacios, pero muy poco se le vio en un mano a mano disputado con los veloces delanteros venezolanos. Igual sucedió con Cuadrado. Mina y Cuadrado hicieron lo suyo haciendo uso de la inteligencia táctica y espacial que dan los años, así se esté en un proceso de involución. Ser anfitrión implica una alta carga de estrés, una responsabilidad para esforzarse, un compromiso con los hinchas que desean ganar y no perdonan que el equipo pierda en casa.
4.
En las gradas, los hombres son mayoría, ovacionando a la selección, las mujeres están ahí, aunque muy pocas, haciendo fuerza quizás, pero menos expresivas. En días pasados, la selección femenina sintió la fuerza y el apoyo de la mujer, que fueron mayorías en comparación con los hombres, cuyos rostros cansados mostraban aburrimiento e indiferencia.
5.
En Chile, Colombia es el visitante, el invitado. No es igual ser anfitrión a ser invitado. Ser invitado implica portarse bien. Adaptarse a un tipo de hincha, llenarse de autoconfianza, sacar coraje, mostrar carácter, atreverse con buen fútbol a ser irreverente. A sacar todos los recursos personales de tantos viajes, diferentes estadías, múltiples exilios. El mejor regalo que pueden hacerle los invitados a su país es traer la victoria consigo, como el fuego en un pebetero. Traerse la victoria siendo invitado es el mayor acto de irreverencia que se le puede hacer al país austral, así como lo hizo Prometeo al robarle el fuego a los dioses y entregarlo a los mortales.
6.
Venezuela tiene en su psiquis colectiva a Colombia, sin importar que somos países hermanos que compartimos fronteras. Por eso se preparan cada día más y más en cada eliminatoria. Colombia es el equipo a vencer. El triunfo de Colombia, después de todo, deja una aureola positiva. Venezuela fue un buen rival, vino a hacer su fútbol, a llevarse un punto y, por qué no, a sorprender con ganar. Pero fue un gran desafío que deja un sedimento de autoestima colectiva alta en las representaciones sociales de los jugadores, de los seguidores. Haber ganado por goleada hubiese dado la impresión de un rival demasiado fácil, pero se ganó justo por la mínima diferencia, Venezuela fue un hueso duro de roer. El resultado es historia y la historia de una victoria es un factor de motivación. Los rivales fáciles no existen.
En Chile, Colombia es el visitante, el invitado. No es igual ser anfitrión a ser invitado. Ser invitado implica portarse bien. Adaptarse a un tipo de hincha, llenarse de autoconfianza, sacar coraje, mostrar carácter, atreverse con buen fútbol a ser irreverente. A sacar todos los recursos personales de tantos viajes, diferentes estadías, múltiples exilios. El mejor regalo que pueden hacerle los invitados a su país es traer la victoria consigo
7.
Venezuela también ganó. Perdió con un rival, con el anfitrión, con once jugadores presionados por un país que no acepta volver a quedar por fuera de un mundial. Perder uno a cero fue un marcador positivo ante Colombia.
8.
Al inicio del partido, Lorenzo estaba serio, muy serio. Sabe que en Colombia los técnicos no duran, que la única razón que los mantiene es ganar. Que sólo tiene un historial de partidos amistosos ganados; que el gran desafío comenzó esta semana; que la primera batalla ha sido ganada, pero esta es una guerra, no de Troya claro está, pero es una guerra que le llevara tres años. Sino es católico desechará la oración y los rezos paganos; y, quizás, tendrá que recurrir a la filosofía de Sun Tzu, para comprenderla y desmitificarla haciendo lo correcto: evitando el fraude para engañar; creando falsas apariencias ante los rivales para ganar, pero no con los hinchas; haciendo uso de la persuasión para mantener la cohesión grupal y sentido de equipo; seguir el juego del adversario y dar la estocada final; saber qué hacer siempre en todo momento, sin dejar nada al azar.
9.
El viaje es largo, publicitado y controversial, donde ser asertivo es una cualidad que hay que afinar, para aprender el ajedrez del fútbol, estudiando cada rival, cada país, cada jugador, nada deberá quedar al azar. El azar no tiene cabida en el fútbol, es el agon, el espíritu de competición a hombros de la motivación, del sentido de autoeficacia.
10.
Sí, el viaje es largo. Sólo queda el anhelo del regreso, después de cada competición, en cada jugador, pero también está la esperanza que promete la espera gloriosa en la actitud del hincha. Todos seremos protagonistas en esta odisea que apenas se inicia. La televisión nos convierte en espectadores de cada batalla, ya sea como anfitriones o invitados. Es fácil y descansado observar las batallas, el griterío de los locutores, el colorido de las gradas. En el campo de batalla vemos carreras, saltos, cabeceos, patadas a la pelota, derroche físico, pero no vemos, ni escuchamos las palpitaciones cardiacas, la respiración agitada, la ansiedad del marcador, los pensamientos. No alcanzamos a escuchar la historia de cada jugador, sólo la sospechamos.
11.
Todos los jugadores que inician este periplo son quijotes. Siempre dispuestos a recorrer el mundo llevando consigo el sueño de una multitud llamada país. Son guerreros, hombres que transitan por caminos diversos portando el estandarte de un nacionalismo arraigado en el corazón. Hombres a los que se les ha transmitido un ideal, que se fueron – en el caso de muchos – del país, para jugar su deporte preferido, pero también para cualificarse, para regresar con nuevos bríos y vestirse del mismo color de la patria que se lleva en el corazón. Hombres que son acogidos por el imaginario colectivo, pero que se han vuelto comprensivos con los talentosos que no han vivido el exilio.
12.
Los deportistas viven con frecuencia la frustración de la derrota y también el optimismo de la victoria. Los hinchas acérrimos no perdonan, el aficionado quizás. El fútbol es una explosión de emociones, una dinámica de lo impensado, una falta de certeza, que permite el ejercicio de las cábalas, hipótesis y conjeturas. ¿Acaso Colombia ganará ante Chile? Antes de responder pensemos que la historia comenzada el jueves, nos dio su voz de aliento: ¿por qué no, todo es posible?
Gracias profe
El fútbol, dentro del desarrollo de habilidades y competencias, en el campo de las letras, latinoamerica ha tenido, de mi conocimiento, a dos plumas brillantes: Eduardo Galeano y nuestro coterránea Álvaro Cepeda Samudio. Sin embargo, al leer sus textos, en ellos, encuentro esa fuerza, empuje y coraje de alguien que, no sólo coloca palabras en el papel sino expresa todo su sentir, desde el campo de la investigación que ha realizado sobre el tema.
iY, después de ahondar en sus opiniones, me siento honrado de leer de primera instancia, sus escritos, mi estimado Amigo y Colega, Wencel Antonio!