Administrador de pasiones

“Toda la Naturaleza es un anhelo de servicio”
-Gabriela Mistral

Cada vez está más claro que la actividad del entrenador de fútbol posee componentes ineludibles de la Administración Deportiva. Mucho más en el fútbol aficionado cuando el profesor se convierte en un referente importante de su organización. Ya no sólo debe cuidarse de educar y orientar a los jóvenes futbolistas, sino, también, adquiere la responsabilidad de instruir a los padres de familia, a los propios dirigentes, e, incluso, a los pocos periodistas que se acercan a su espacio de trabajo. Esto implica ¡PODER!, capacidad para influir en su entorno y autonomía para tomar decisiones que pueden cambiar, para bien o para mal, el rumbo de unos sueños infantiles y juveniles, de ambiciones de padres y dirigentes y de voluntades de patrocinadores.

También es una oportunidad para prestarle un servicio a la comunidad, ya que pasa a administrar un espacio donde interactúan niños y jóvenes, se fundamentan doctrinas y se adquieren costumbres. Debe aceptar, entonces, que toda posición de liderazgo lleva implícita una vocación de servicio, y más que preguntarse cuánto va a ganar ahí, sería más pertinente indagar cuánto puede aportarle a ese colectivo humano.

Ser un servidor social, en este caso, también supone perfeccionar el oficio, mejorar sus herramientas, aportar nuevas ideas y conceptos a su quehacer, lo que indudablemente redundará en beneficio general, porque en ese tira y afloje del ensayo, se van creando nuevas calidades, se amplían las posibilidades y se construye cierta forma de sabiduría. No en vano se ha tenido el privilegio del acierto y el error.

Aunque nadie discute que el fútbol actual es mucho más permeable que hace algunos años, en razón de que ahora existe una interrelación más equilibrada de su actores, es decir, ya el técnico no manda solo, también cuentan, para una decisión importante, la opinión del dirigente, la de los padres de familia que aportan, la de los periodistas que dictaminan e, incluso, la de los fanáticos que presionan.

No obstante, se asume que el entrenador sigue siendo el más informado y, por tanto, gozará de mejores argumentos en una eventual controversia, puesto que es quien trabaja día a día con los jugadores, quien más los conoce, y a él recurren los padres para consultar sus dudas, los directivos para solicitar ciertos manejos, los periodistas para saber qué novedades existen y los fanáticos para hacerle notar sus preferencias.

Es decir, se ha convertido, sin saberlo, en un administrador de Pasiones. Porque lo que transforma este fútbol actual en un barril de pólvora es, precisamente, su volátil espíritu belicoso, donde cada quien entra a defender sus intereses con pasión fundamentalista, sin considerar bemoles ni aristas, sino que va pleno y frontal, dispuesto al choque violento, y he aquí donde tiene que aparecer la figura del entrenador para atemperar voluntades, para, mediante una información oportuna y certera, lograr una conciliación necesaria. Es, en este momento babélico, cuando recupera su verdadera importancia, su credibilidad, su jerarquía; mientras todos los demás están ciegos y sordos, discutiendo y argumentando nimiedades, buscándole la quinta pata al gato, una voz de autoridad y respeto viene a ser ese bálsamo necesario para zanjar las diferencias.

Porque lo que transforma este fútbol actual en un barril de pólvora es, precisamente, su volátil espíritu belicoso, donde cada quien entra a defender sus intereses con pasión fundamentalista, sin considerar bemoles ni aristas, sino que va pleno y frontal, dispuesto al choque violento

Por ello se hace tan imperioso ese acervo cultural, ese bagaje de conocimientos generales, ya que no se sabe de qué habrá que echar mano, si hoy de la economía, mañana de la filosofía, pasado de la gramática, y después de la psicología. Como no se sabe de dónde ni cómo, es mejor estar enterado de un poco de todo. No obstante, su principal arma seguirá siendo su coherencia personal, su constante preocupación por mejorar sus calidades humanas, su deseo de contribuir con los demás y su entusiasmo por crecer día a día, lo que lo hará, sin duda, un educador digno de confianza.

Finalmente, quien trabaja en divisiones menores debe saber que NO ES UN TÉCNICO DE FÚTBOL, en el sentido estricto del término, sino un FORMADOR DE JÓVENES. Bajo esta óptica se preocupará por el desarrollo técnico-táctico individual de sus dirigidos, de entregarles unas claves para su desenvolvimiento en la vida y de construir unas normas de hábitos sanos, más que por estar ganando campeonatos para sobresalir.

Desde luego, se podrá decir que es una actitud poco frecuente y se requiere, para ello, de mucha vocación y sacrificio del ego, pero entonces, sus verdaderos títulos serán los nombres de aquellos muchachos que lleguen algún día a instancias superiores bajo su orientación (y no nos referimos sólo al fútbol). Si la aspiración del entrenador que empieza es llegar a dirigir, más temprano que tarde, a un equipo profesional, el camino de este aspirante debe comenzar por categorías muy cercanas a la alta competencia o como asistente técnico de un club profesional.

En las categorías menores, definitivamente, se necesitan, más que directores técnicos, ENTRENADORES-Formadores, preparados, ilustrados, capacitados, para que sigan existiendo tuertos en el país de los ciegos y luces en ese mundo de sombras.

One thought on “Administrador de pasiones

  1. Excelente artículo maestro Agustín. Es una guía para muchos formadores de nuestro medio para algunos que apenas inician y otros que llevan mucho tiempo en ese ámbito y no actúan bajo parámetros coherentes de su rol de formador – entrenador. Lo compartiré con su permiso amigo.

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