Sus Amores De Novela Real
Leí los cuentos del difunto Mario Vargas Llosa “Los Jefes“, en los últimos años del Bachillerato, en filosofía y letras decía el diploma, que cursé en el Instituto “Agustín Nieto Caballero”-otro difunto-, cuando funcionó en unas casonas del Barrio Abajo, ubicadas Obando con Aduana. En una de las esquinas ví, 1971, a Gabriel García Márquez, de pie con semi-afro y camisa floreada, bebiendo “frías” con el Maestro Alfonso Fuenmayor, difunto también, y otros mamadores de gallo.
Ambos laureados con el premio nobel de literatura. Gabo en 1982.
Vargas Llosa en 2010. Siendo Nobel vino a Colombia a una jornada de la Feria del Libro de Bogotá, 2014, dedicada al Perú natal. Viajé a conocerlo, personalmente, ya que desde que leí el ensayo “La Orgía Perpetua“, un estudio sobre la novela de Gustavo Flaubert “Madame Bovary“, quedé prendado de su capacidad de análisis. Siempre desee ser ensayista o crítico literario. Y Mario en esas lides fue un maestro.
Así que cuando el colega Alfredo Martínez, del Portal “Telatiroplena.com, en la madrugada del lunes 14 de abril, chateo diciendo:
“¡Te figuro escribir algo del creído Vargas Llosa. Se fue a buscarle pelea a Gabo!”
Al instante comprendí, no sólo que Alfredo estaba equivocado al calificar de creído al fallecido, sino que la memoria voló hacia la biblioteca que acompaña, en la habitación contigua, mis soledades. En estos tiempos del alba he adquirido los recientes libros del Nobel peruano. O sea, debía escribir sobre él. Acá lo hago.

Sea lo primero decir que Gabo nunca se peleó con Mario, que fueron compadres. Ambos se admiraron. Existen suficientes testimonios sobre la amistad que cultivaron. Basta repasar las páginas del libro “Las cartas del boom“(Alfaguara) y comprobar lo bien que se llevaban. También “Dos soledades, un diálogo sobre la novela en américa latina“(Alfaguara) e indagar en sus brevísimas páginas cómo se conocieron y propagaron la explosión del Boom.

Ah! , Que un Vargas Llosa celoso, como todo seductor descubierto, le propinó un puñetazo a Gabo sin pronunciar palabra, es un episodio parroquial, cuyo motivo fue un malentendido que está muy bien contado en el libro “aquellos años” del periodista barcelonés Xavi Ayen, quien visitó Barranquilla para uno de los inolvidables; “Carnavales de las Artes” en 2016, cuando Heriberto Fiorillo, el viejo Fiori, vivía. Fui a la cueva a escucharlo, había leído el libro, acompañado de una dama que lucía un togado de ave tropical.
Vargas Llosa escribió el más completo estudió sobre la novela cumbre de Gabo, “Cien Años de Soledad”, como tesis en el Doctorado que hizo en la Universidad Complutense de Madrid. “García Márquez: Historia de un deicidio”, es el título, contiene tanta pasión por la novela de que Gabo lo leyó, en un vuelo a Europa, desprendiendo página a página del libro como producto de la fascinación que le provocaba la lectura.
Al aceptar, en el silencio del alba, la sutil invitación de Alfredo, viajé a mis libros al costado del dormitorio, y también a la memoria; recordando que están publicadas unas doce columnas mías, sobre la vida y obra del Nobel fallecido.
De Gabo, Vargas Llosa dijo: “es un artista“, ello para diferenciarse y admirar, con bondad intelectual, el talento natural del cataqueño, ya que el arequipeño fue un disciplinado estudioso en la búsqueda de consagrarse en la vocación de escritor, mientras que García Márquez escribió como una tromba marina y nunca dudo de su vocación de novelista, hasta el punto de crear un arquetipo de novela en su obra inmortal. Es nuestro Cervantes.
Y en la fugaz visita soleada a mi biblioteca submarina, encontré otros dos libros del Nobel peruano incinerado. Son: “la llamada de la tribu” y “un bárbaro en Paris, textos sobre la cultura francesa“(ambos de Alfaguara).
El primero es la muestra de su regocijo por la filosofía política liberal, exhibiendo su herencia intelectual. El segundo es la evidencia del por qué fue designado miembro de número de la Academia de la Lengua Francesa, un hito más en su vida para envidia de “izquierdista de pacotilla”.
Al final del brevísimo recorrido por los libros de mi enamorado silencio, tope con el más voluminoso, el primero que Alfaguara ha publicado de la obra periodística de Mario Vargas Llosa, bajo el título: “El fuego de la imaginación. Libros, escenarios, pantallas y museos“. Es un libro de 800 páginas. Y en el prólogo “La pasión y la crítica”, el editor Carlos Granos dice: “…De alguna manera reconocía que su oficio como escritor había derivado espontáneamente de su pasión lectora”. En mi ejemplar encontré copiado, a mano, estos versos de Neruda, otro nobel:
“Cuerpo de mujer, blancas colinas muslos blancos, Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar al hijo del fondo de la tierra”.
Al aceptar, en el silencio del alba, la sutil invitación de Alfredo, viajé a mis libros al costado del dormitorio, y también a la memoria; recordando que están publicadas unas doce columnas mías, sobre la vida y obra del Nobel fallecido. Con la ayuda de mi editora soledeña se encontraron. De ellas transcribo algunos párrafos, de unas que se publicaron en el diario Al Día bajo el título Mejor Hablar de Amor, en las que dedique líneas a la vida amorosa del reciente difunto. Son estos:
–El amor, la experiencia más enriquecedora. Mario Vargas Llosa, el Nobel peruano, acaba de cumplir 82 años al finalizar este marzo, viviendo un romance, luego del divorcio del matrimonio de 50 años con la madre de sus tres hijos, con la viuda Boyer y ex de Julio Iglesia, la eternamente bella Isabel Preyler. Un romance de novela romántica. Así mismo acaba de publicar tres nuevos libros, uno de ellos con el Título la llamada de la tribu. Clara demostración que la vida amorosa es lozanía corporal e intelectual.

–El amor rejuvenece. Que el amor rejuvenece confirma que no hay edad para amar, como tampoco para la amistad. No caducan, aunque el tiempo envejece. Son amores de animales que se reconocen en lo erótico de lo humano. Nada los aleja. Seducen con las miradas y las manos, sólo acarician sudores frescos. La juventud del amor es vitalicia. Paradoja de la vida.
–El novel amor de Mario. Esta historia de Mario e Isabel no sólo es de amor confesado, sino una historia de Educación sentimental. Enseña que en la vida amorosa manda el corazón siempre joven de unos seres humanos que han educado su cerebro para amar eternamente al prójimo y a todas las bellas mujeres que regale la vida. Brindemos por tener siempre unos amores de novela en nuestras vidas”.
La próxima: Porque el Gobernador viola la autonomía universitaria.
Interesante articulo y un gran homenaje a Vargas Llosa, dado que fue un escritor genial, de su obra me gusto la tía Julia y el escribidor, que guarda relación con Julia Urquidi su tía y primera esposa, ser premio Cervantes, miembro de la Academia francesa de artes y Nobel, no es cualquier cosa.