A Fabio, el portero de un edificio por mi barrio, todo el mundo le dice Higuita porque nunca está en la portería. Ya se volvió un ícono; el inquilino que va a sacar el carro del garaje, por ejemplo, tranquilamente pregunta: “Oye ¿Y por dónde anda Higuita, ah?” Todo un personaje. Le permiten todo eso y hasta más, Fabio pendiente de todos, se mete con todos, les hace favores a todos.
Esa es la tragedia del siglo XXI: muy pocos son como Fabio. Todo el mundo está afanado por triunfar, acumular dinero, ser el mejor, lucir costosos autos, bellas mansiones, pavonearse en las redes, y ya no muestra lo que es, más bien falsea su imagen, cuidando de exhibir ropas de marca, amistades con famosos, exóticos viajes, y hasta zapatos Ferragamo. Una sensación.
Pero es una carrera desenfrenada e inútil si no se tiene conciencia de lo esencial, que es reconocer al otro, expresar un afecto ético hacia los demás, practicar la pedagogía de la compasión y no la de la impaciencia, siendo aquella la empatía, que no es otra cosa que la capacidad de ponerse en los zapatos de otro ser humano, respetar la vida animal y ser proactivo con el medio ambiente; sin eso, no hay éxito que valga.
A los jóvenes hay que orientarlos en la dinámica de que aspiren, no solo a emular a los personajes deportivos y de farándula (que es lo que ahora todos quieren), sino que sean capaces de interactuar auténticamente con la señora de los tintos, el vendedor de aguacate, el personal de aseo, los utileros del equipo de fútbol, el muchacho de los domicilios; ellos también tienen sus propias realidades, no son simples instrumentos accesorios, y tienen sus historias que contar.
Cuando hablamos de los grandes futbolistas, casi siempre hablamos de los mismos, los más famosos. Pero hay todo un mundo de jugadores y de personas que soportan esa actividad, que realizan sus labores, sin las cuales no sería posible completar un producto de calidad. Pero no somos conscientes de esa importancia: Por enfocarnos solo en los resultados, olvidamos que la cocinera, el utilero, los vigilantes, el personal técnico y médico son vitales en la construcción de los atletas.
Qué bueno que mientras estos jóvenes se esfuerzan por lograr sus sueños encuentren también la sensibilidad para conectarse, cautivar, proteger y lidiar con las emociones ajenas. Esto es lo que los llevará por el camino de la grandeza verdadera, y no solo aquella que se basa en la obtención de resultados deportivos y ganancias económicas. Jóvenes capaces de expresar su voluntad de escuchar, comprender, compartir. Deportistas que se vuelvan ejemplos dignos de admiración, no solo por sus logros sino por su decencia y don de gente, por esa decisión compasiva de apoyar a los más débiles y vulnerables. En palabras de Tomás Carlyle, filósofo escocés, “Un hombre verdaderamente grande demuestra su grandeza por la forma en que trata a otros seres, en apariencia, insignificantes”.
No siempre al actor principal de una película es al que más recordamos; a veces nos sigue acompañando en nuestra mente un personaje secundario, porque nos pareció más cercano, más fuerte en su expresión humana, aunque no necesariamente por su bondad. Es en la sintonía de las motivaciones, bellezas y miserias del alma, donde nos vemos reflejados como en un lago cristalino.
Los camarógrafos, el director, los apuntadores, el productor, todos son importantes para que un filme pueda concluirse, aunque solo algunos pocos sean exaltados como estrellas. Lo mismo ocurre en los deportes de conjunto: Podrás tener a Messi y a Cristiano Ronaldo juntos, pero sin unos buenos defensas y volantes y una buena estrategia, se caerá la estantería. Tienes que ser consciente, entonces, de cuál es el verdadero valor de tu aporte, aunque no te alcancen a enceguecer las luces ni a anunciar con estridencia las trompetas; a algunos, incluso, ni les interesa semejante pirotecnia.
De modo que, en el caso de Fabio, un humilde portero de un pequeño edificio, podemos encontrar la esencia de lo que son las relaciones humanas. Se ha ganado la confianza para que se apoyen en él, le delegan asuntos, le consulten cosas, le comenten infidencias y le pidan favores. Ese es su reino, su mundo, y con todas las dificultades que pueda tener, como en cualquier empleo, se ha hecho importante, es un tipo feliz. Más que feliz, pleno y auténtico porque ha encontrado el espacio en la vida para intervenir y desarrollarse.
Cuando hablamos de los grandes futbolistas, casi siempre hablamos de los mismos, los más famosos. Pero hay todo un mundo de jugadores y de personas que soportan esa actividad, que realizan sus labores, sin las cuales no sería posible completar un producto de calidad. Pero no somos conscientes de esa importancia: Por enfocarnos solo en los resultados, olvidamos que la cocinera, el utilero, los vigilantes, el personal técnico y médico son vitales en la construcción de los atletas. Concederles ese toque humano nos acerca inevitablemente a la estrellas.
Yo le llamaria la pedagocia de la comprension, o del entender, en michos secores por todos lados del mumdo existen esos personajes como Fabio, recuerdo con agrado a un filosofo y sicologo natural que tuvo el Junior Orejita Nuñez, solo para dar un ej, entendia, comprendia y auxiliaba desde el presidente del club haata el recoge bolas o marcador del terreno, pasando toda la plantilla en General. Hace rato escribi para revista Tobrumes un articulo titulado. Los Cracks de adentro. Para mi esos personss son unos verdaderos angeles en la tierra.
Saludos, Cuidense y Pasaenla bien.
Excelente el cuento de Fabio. Felicitaciones.
Profe, el monton de anecdotas que saben. En las canchas aviertas tenemos a los marcadores de cancha como: “cuerito” Vargas, “pica” , “Cartagena” , Ramon y otros personajes que son indispesables en el futbol amater.
Excelente profe, si la gran mayoría de la humanidad lo aplicara , seríamos mejores y más felices seres humanos, bendiciones