“Una tarde así él se hubiera tirado en la cama con un libro en las manos y el sueño al doblar la tercera página leída”. Leonardo Padura.
Alberto Manguel es autor del libro “Una historia de la lectura“. Es bonaerense de Belgrano, nacionalizado canadiense y vive en Francia. Fue director de la Biblioteca Nacional de Argentina y lector de Jorge Luis Borges al perder la visión. La siguiente frase es de su autoría: “Sólo necesito una cama y un libro para sentirme en casa“, de la cual he adaptado o adoptado o hurtado el título de esta reflexión compartida. Manguel vive en una casa medieval entre libros, desde el techo hasta el piso.
La frase tiene el caldo de la sabiduría. Se me antoja tremendamente cierta. Y más cuando las noticias nefastas del coronavirus no han desaparecido. De no ser por tener libros y una cama alta, la pandemia nos hubiese desaparecido al ordenarse encierro durante más de cuatro meses en el terrible 2020. Mi casa entonces era la cama, el libro y una ventana por donde saludaba al río. Todo lo demás eran fantasmas. Vivíamos como puerco espín: nadie se atrevía a abrazarse.
Dormir bien, cómodo, es una de las principales enseñanzas epicúreas para vivir feliz. Quiero decir que buena parte del presupuesto de pensionado, por vejez, debe invertirse en una adecuada y buena cama para imaginar que se duerme en una habitación ” cinco estrellas”, o sea entre nubes del firmamento. Ahora, sólo o acompañado es la pregunta que me asalta. ¿Acompañado con una bella durmiente? ¿Cómo responder? Intentemos responder. Vamos.
Maiguel ha dicho que hay casa (techo) donde hay cama y libros. He agregado cama cómoda y habitación de estrellas, sin algarabía de quinceañera celosa. Es decir, una silenciosa. Y agrega: libros. Sí. Estoy totalmente de acuerdo. Totalmente. Los libros hacen de la casa de una persona el mundo. Decente. Sin libros una “casa” sería una habitación de fantasmas o de conectados a Internet. Sin calor. De zombis del celular. El llamado calor es el hogar.
En el mismo orden, he sumado otro concepto: hogar. Y ese se multiplica donde haya libros, no sólo cama. Quiere decir que Cama&Libro conformar una sociedad. Conyugal? No sé, pero casi “matrimonial”, pues ambos objetos cazan bien los espíritus y los cuerpos de quienes habiten la casa. Obvio, si son buenos amantes: de las comodidades y suavidades de una buena cama y el mundo espléndido de los buenos libros. Una no es incompatible con los otros. He allí la casa que se imagina Alberto. La suya.
he sumado otro concepto: hogar. Y ese se multiplica donde haya libros, no sólo cama. Quiere decir que Cama&Libro conformar una sociedad. ¿Conyugal? No sé, pero casi “matrimonial”, pues ambos objetos cazan bien los espíritus y los cuerpos de quienes habiten la casa. Obvio, si son buenos amantes: de las comodidades y suavidades de una buena cama y el mundo espléndido de los buenos libros.
Así mismo, la cama no puede tener un solo uso: el dormir. La pandemia y la virtualidad – sorpresas de la vida actual -, nos han demostrado que ese preciado objeto casero y hogareño tiene o podrá tener múltiples usos. Como mesa de trabajo, nido de placeres, entre ellos la lectura tanto digital como de papel, mortaja, cuna y hasta comedor. Eso usos que son usufructos individuales o colectivos(familiares) deben saberse disfrutar por aquello de: “que no hay cama pa’tanta gente“.
Es que una cama cómoda es un bien, amén de excelso, íntimo, exclusivo. Sus usos son del solaz del propietario y/o inquilino. O sus cómplices de vida o pasiones. Una de ellas: la lectura. Leer es un acto vital en una sociedad líquida y esclava del celular. un libro y una cama son una fusión de explosión. De explosión de sabores en el paladar de la inteligencia humana, ya que la lectura libera penas y soledad. Y hace de la vida intimidad compartida.
Pero además, la cama, una buena cama es como aquel claro objeto del deseo. Del deseo que se despierta con la escritura. ¿Cómo vivir escribiendo ficción sobre las pasiones comunes que se satisfacen en una cama, por ejemplo, las del sexo? Para responder el interrogante creo se hace necesario consultar a novelistas autores de obras que conmueven e invitan a vivir sobre una cama. Esa no es una tarea para estas vacaciones, pero si podría ser tema para una tesis de grado. ¿No les parece? En una próxima intentaré redactar un marco teórico.
Mientras tanto continuo con mi ensoñación con unos cuantos libros que cuentan historias de cama y alfombras con suficiente literatura. La realidad sólo hace golpearlos la cara para despertar para seguir roncando. Y por qué no soñando.
Me encantó su texto, ¿Qué más podríamos querer a está edad, si contamos con una cama, un buen libro y una ventana, que permita ver el mar, un fragmento de bosque, o una sabana extensa?
Excelente mi hermano lo felicito por sus relajantes lineas wue nos enseña nuestro vivir diario con lo mas lindo y preciado del ser humano la CAMA Y UN DELICIOSO LIBRO la cual nos olvidamos de la SOLEDAD.ABRAZOSSSSSmi hermano.