0.
El cuerpo es un viajero de un tiempo inimaginable, que lleva consigo una historia que lo transforma. El cuerpo es presencia y se usufructúa de múltiples maneras, la educación física es una de ellas, pero no es suficiente. Más allá del cuerpo se encuentran las dimensiones inagotables de la corporeidad, por eso, además, de competir, existe la posibilidad de los afectos, del autocuidado, de vivirlo a plenitud como una totalidad, haciendo caso omiso a aquello de: “mente sana, en cuerpo sano”, lo cual fragmenta y escinde, aunque persiste todavía. El cuerpo crece, y con él, el ritmo, adoptándolo de la cabeza a los pies, en su interior; expresándolo al exterior en su relación con la otredad. Aunque tiene sus propios ritmos, próximo distal y cefalocaudal, también incorpora el ritmo de la vida intrauterina, saliendo de esta a desarrollar su capacidad potencial para afrontar la existencia.
El cuerpo padece el rigor de la tecnología y el irrespeto de la poca atención que se le concede. Padece los estragos de la segregación, siendo espectador sedentario y aburrido, sin el beneficio del esfuerzo saludable. No pretende el cuerpo sino la búsqueda moderada del trabajo, sin caer en la autoexplotación y el cansancio, propio de las sociedades del rendimiento, como lo afirma Byung-Chul Han, en 2010. Este apunte plantea una reflexión profunda sobre el ritmo, no solo en la actividad física y el deporte, sino también en la escritura y la poesía, sugiriendo una conexión entre ambos mundos.
1.
No sólo desde la Educación Física, el cuerpo tiene voz y voto, sino en toda la educación que se recibe.
2.
Somos cuerpo desde que nacemos, desde antes de nacer. Reflejo, control motriz, autorregulación, maduración. Eso somos, mientras la inteligencia crece y el mundo se asimila a través de los sentidos. Y crece cuando nos movemos sin saber hacia dónde, llorando y riendo; siempre en una búsqueda incierta e instintiva. Cuando se equilibra el andar nos afirmarnos en el mundo, sostenemos el cuerpo sobre las piernas – peso sostenido –. Dejamos las manos libres con el entusiasmo de la plena libertad de hacer y crear; de interrogarnos y asombrarnos a través del lenguaje y el pensamiento. A usarlas en la manipulación, tocando, palpando, reconociendo; dando y recibiendo.
Sucede a ratos que el ser humano recapitula la filogenia de la especie a través de la ontogenia, como señaló el biólogo alemán Ernst Haeckel, en el siglo XIX. Haeckel formula la “ley biogenética fundamental”, sustentada en la tesis: “la ontogenia recapitula la filogenia”. Aunque Herbert Spencer va más allá, agregando el componente psicosocial a través de manifestaciones humanas como el nomadismo, sedentarismo, agricultura, lenguaje, agresividad y defensa del territorio, sin descuidar las tendencias pictóricas del hombre primitivo, en su intento de dejar constancia de su paso. Cada ser humano, al nacer recapitula esa historia y comienza a caminar el mundo, consciente de las ambivalencias e incertidumbres que le depara cada paso.
3.
En el cuerpo habita el ritmo, viene con nosotros desde que nacemos, pero antes, el ritmo ha estado en todas partes. Nos rodea. El cuerpo respira y late según la actividad que realiza. Del cuerpo surgen el gateo, el caminar, el salto, la acción de lanzar y recibir; todos requerimos del ritmo, que se aprende, ejercita y automatiza. El ritmo se halla en las estaciones, los días, los meses y los años. En los tiempos de la cosecha, el trabajo, el estudio y las vacaciones, está la presencia del ritmo. El tiempo es cómplice del ritmo. Edward Ayensu, en Los ritmos de la vida, describe los ritmos vitales, los cósmicos, los existentes en la naturaleza, en el sexo, las poblaciones, el movimiento y el tiempo mismo.
“Escribir es un acto corpóreo: corporal y espiritual al mismo tiempo. No puedo separarlo de mi vida”. Se escribe desde las fragancias y los aromas, desde el paisaje y los sonidos, desde los sabores y el contacto con las cosas del mundo. Se escribe desde la experiencia y la lucidez corporal.
La lectura requiere del ritmo, igual que la escritura. Hay un ritmo en la escritura de las grafías, en la intensidad de los trazos, la armonía de las letras, la direccionalidad que depende del ajuste postural y de cómo el niño interpreta el mundo. También el ritmo es evidente en la palabra leída, en el tono y los acentos de la poesía y la prosa, en la comprensión y expresión de los refranes, coplas y adivinanzas. Un ritmo orientado por la puntuación y las cadencias sugeridas. Es el cuerpo ajustado a la escritura y la lectura, haciéndose consciente a partir de la relación con el texto sugerido.
4.
Ante una tecnología avasallante que no promete ni paz ni bienestar, a nivel local o mundial, el escritor, impulsado por la necesidad de escribirlo todo, sabe que, si no lo hace, no podría vivir. Requiere de lo material: cuadernos, una pluma y tinta. Se niega a utilizar el ordenador. Ha comprendido que se escribe desde el cuerpo, desde las sensaciones táctiles de la textura del papel y el aroma de la tinta. En este sentido, como bien sintetiza Joan Carles Mélich, en su texto, La Lectura como Plegaria: “Escribir es un acto corpóreo: corporal y espiritual al mismo tiempo. No puedo separarlo de mi vida”. Se escribe desde las fragancias y los aromas, desde el paisaje y los sonidos, desde los sabores y el contacto con las cosas del mundo. Se escribe desde la experiencia y la lucidez corporal.
5.
Los profesores de Educación física enseñamos y promovemos diversas experiencias para tomar conciencia del ritmo corporal a través del deporte. Enseñamos la técnica, enfatizando en el ritmo del braceo de la carrera y la elevación de las rodillas; en el doble ritmo exigente del baloncesto, rumbo a la cesta; en el ritmo colectivo del fútbol al pasar el balón, haciendo uso de las manos o los pies, teniendo siempre la pelota; en el ritmo individual de la secuencia del esquema gimnástico, donde se acoplan la música el ritmo corporal; del levantamiento de pesa en el arranque o envión, intensos; en el ritmo preciso y controlado que implica el lanzamiento de la bala o el martillo en las pruebas atléticas de campo; del salto justo y preciso, emanado de la sinergia colectiva del equipo durante el remate, por encima de la malla, en el volibol, en el intento de superar el ritmo colectivo del oponente, que intenta el bloqueo defensivo. Siempre el ritmo exigente de la técnica contendido en el cuerpo, provocado por el estímulo de la competición, la presión del juego, el estrés.
Lo que no enseñamos los profesores de Educación física es cómo transferir el ritmo a la escritura: a estimular el ejercicio de las grafías y el proceso de autorregulación consciente del trazo brusco a la suave economía de la independencia segmentaria, el pensamiento y el ritmo interior. Lo que no enseñamos es poner el cuerpo a disposición del texto, para leer los diversos géneros literarios: la lectura atenta y vial con sus señales de puntuación y sentido; la lectura exigiendo del cuerpo el tono, la pausa, las exclamaciones, las emociones, los ritmos exigentes en los altibajos de la poesía y los propios en la intensidad de la prosa.
El patrón básico de locomoción, caminar, no está desconectado de la vida de los poetas. El ejercicio de la corporeidad confronta al poeta consigo mismo y su poesía: “cerca de cincuenta años caminando contigo, poesía”, reconoce Neruda. El abordaje de la poesía también es un trayecto que el poeta recuerda, después de haberlo transitado: “Esos caminos fueron ecos y pasos”, evoca Borges, el poeta argentino. Pero es Octavio Paz, el que reflexiona su poesía desde el cuerpo, y elucubra en una simbiosis su ritual poético, a partir de su corporeidad, que implica “hacer, saber, pensar, sentir, comunicar y querer” (Rey; Trigo, 2001). Desde la práctica del caminar, el poeta mexicano afirma contundente: “el ritmo de la caminata me ayuda a acomodar los versos”. Es el ritmo corporal transferido al ritmo de la poesía, en aras de la reescritura del poema, a partir de la corporeidad.
La recreación y el deporte son fundamentales para el desarrollo integral de los estudiantes, ya que ofrece beneficios emocionales, físicos, cognitivos, sociales y académicos. La recreación y el deporte es necesario implementarlos en las escuelas desde transición hasta grado undécimo, para que se logre una formación integral del estudiante, con ello se reduce el estrés, mejora la autoestima y fomenta la socialización y el trabajo en equipo. Gracias maestro Wencel Valega por tus aportes en la formación integral de los estudiantes.