Cerebro femenino y cerebro masculino: ¿Son iguales?

Cerebro adolescente

La adolescencia es una etapa etaria que se caracteriza por cambios extraordinarios en el cuerpo físico, en el cerebro y en las hormonas. También en esta etapa de la vida experimentamos cambios importantes en la configuración de nuestra personalidad, sobre todo, en nuestro carácter y en nuestra identidad.

Desde finales de la década de los años 60 y 70, las investigaciones neurocientíficas sobre autopsias revelaron que ciertas áreas cerebrales, en especial la corteza frontal, siguen desarrollándose después de la infancia.

En unos estudios pioneros, llevados a cabo por Peter Huttenlocher, de Chicago, en las décadas de 1970 y 1980, se demostró que la corteza frontal es la última región que se desarrolla en el cerebro humano. Este investigador reunió numerosos cerebros de niños, adolescentes y adultos, observando que la corteza era considerablemente distinta en el cerebro de los niños prepúberes y en el de los adolescentes pospúberes.

Huttenlocher descubrió la principal diferencia entre el cerebro de los niños prepúberes y el de los pospúberes. Sus estudios desentrañaron el gran aumento en la densidad de las sinapsis de la corteza frontal tras la pubertad. Al comparar el cerebro antes y después de la adolescencia, se apreció que en la corteza frontal había más sustancia blanca después de la pubertad que antes, aunque el volumen de tejido cerebral permanece estable. Esto significa que las neuronas, a medida que se desarrollan, crean una capa de mielina en torno a su axón (la fibra larga unida a cada célula nerviosa). La mielina actúa como aislante e incrementa la velocidad de transmisión de los impulsos eléctricos de una neurona a otra.

Tras la oleada inicial de proliferación sináptica (sinaptogénesis) que se produce inmediatamente después del nacimiento y continúa en la mayoría de las regiones cerebrales hasta que el niño tiene aproximadamente un año, las densidades sinápticas de la mayoría de las regiones cerebrales alcanzan su máximo nivel. Después de este considerable incremento temprano en la densidad sináptica, las conexiones no utilizadas se podan de nuevo, mientras que las utilizadas se fortalecen.

Ciertos períodos sensibles acompañan el ajuste del autocontrol y las funciones de nivel ejecutivo igualmente elevado, como sucede en el ajuste de la percepción de caras y voces. Esto es realmente fascinante.

La educación del adolescente requiere mucho conocimiento sobre el desarrollo cerebral durante esta etapa, ya que es la base de los estudios universitarios. Sin embargo, muchos jóvenes realmente no están motivados para estudiar en la escuela o en la universidad. El aprendizaje en esta etapa de la vida debe ser más significativo y gratificante. La corteza frontal genera constantes cambios en el desarrollo durante la adolescencia, de manera que las investigaciones neurocientíficas desempeñan un importante rol en la comprensión de las transformaciones de las capacidades cognitivas en este período, las cuales dependen del funcionamiento de los lóbulos frontales.

La función ejecutiva describe la capacidad de coordinar y controlar los pensamientos y la conducta. Incluye también la habilidad de dirigir u orientar la atención, inhibir conductas inapropiadas, planear y proyectar tareas futuras o realizar varias acciones simultáneas. De hecho, estas actividades son las que lleva a cabo generalmente cualquier profesional. Estas destrezas dependen en gran medida de los lóbulos frontales. Si estos se lesionan, se afectan también las funciones ejecutivas. Además, los estudios con neuroimágenes revelan una activación visible de los lóbulos frontales durante la ejecución de este tipo de acciones.

Vicky Anderson y sus colegas de Australia realizaron estudios conductuales en los que investigaron la función ejecutiva durante la adolescencia en un grupo numeroso de individuos de entre 11 y 17 años. Estos investigadores utilizaron diversos paradigmas para explorar la evolución de varias funciones ejecutivas que requerían resolver problemas, realización de diversas tareas simultáneas o una atención selectiva. Los resultados mostraron que durante la adolescencia mejora con el aumento de edad la ejecución en muchas tareas de función ejecutiva.

En la actualidad, la etapa de la adolescencia o el inicio de la pubertad llega más temprano. Hoy los niños y niñas entran en la pubertad a los nueve o diez años. La adolescencia temprana ocurre debido a la exposición desde edades tempranas a imágenes sexuales, los niños son más grandes y pesan más y una alimentación cargada de hormonas.

La neurocientífica Patricia Wolfe, en su libro Brain Matters, afirma que la corteza prefrontal es responsable de muchas funciones cognitivas y asociadas al comportamiento. Durante la adolescencia, se producen muchos cambios en el cerebro. El adolescente vive una verdadera revolución neuronal, no se regula bien, no inhibe lo no relevante y se convierte en un ser agresivo, impulsivo e irrespetuoso. Es por ello que los adolescentes no piensan en las consecuencias de sus actos, actúan sobre impulsos sin pensar qué pasará después. La serotonina y la oxitocina son los neurotransmisores responsables de avisarle al adolescente que debe parar y pensar antes de actuar.

La adolescencia es una época de oportunidad, pero también de riesgos. El cerebro adolescente está en transición, se está preparando para pasar de la dependencia a la independencia, es diferente al cerebro de un niño y también diferente al cerebro de un adulto. Los cambios estructurales que hay en el cerebro a esta edad se reflejan en la capacidad de aprendizaje, el gusto por probar cosas nuevas, tentar a los límites de todo y una vida social en crecimiento.

Hace algunos años se pensaba que los adolescentes eran distintos debido a los cambios hormonales de sus cuerpos, pero hoy en día se sabe que los cambios de su cerebro modifican totalmente su comportamiento.

En la niñez, la materia gris del cerebro (sustancia que forma la capa delgada que rodea la corteza cerebral en donde se llevan a cabo los procesos de pensamiento y memoria) se extiende y después empieza a disminuir; tras un nuevo incremento en los primeros años de la adolescencia, esta no se volverá a ampliar. Investigaciones recientes han mostrado que la materia gris aumenta durante la pubertad.

En la actualidad, la etapa de la adolescencia o el inicio de la pubertad llega más temprano. Hoy los niños y niñas entran en la pubertad a los nueve o diez años. La adolescencia temprana ocurre debido a la exposición desde edades tempranas a imágenes sexuales, los niños son más grandes y pesan más y una alimentación cargada de hormonas.

Deborah Yurgelun-Todd ha demostrado que los adolescentes tienen más dificultad para identificar qué es lo que están sintiendo que los adultos. Es decir, les cuesta reconocer emociones propias y ajenas y, por ende, muchas veces tienen respuestas emocionales inadecuadas. Esta científica afirma que las relaciones, distintas al razonamiento, vienen de la amígdala y no de la corteza prefrontal, la cual sí utilizan más los adultos, sugiriendo que un cerebro inmaduro lleva a la impulsividad y al comportamiento de riesgo. La regulación del sueño también se debe a cambios cerebrales y por esto vemos adolescentes que duermen demasiado o que pueden pasar noches en vela seguidas.

Jay Giedd encontró que la corteza prefrontal crece no solo en los primeros años de vida, sino también al comienzo de la pubertad. Los neurocientíficos no esperaban encontrar que hubiera un segundo período de sobreproducción de sinapsis al comienzo de la pubertad (en niñas a los once y en niños a los doce años), como lo hay en el nacimiento.  

Paul Thompson también ha observado crecimiento en el cuerpo calloso durante los primeros años de adolescencia. Hacia los diez años, esta estructura de fibras, que comunica un hemisferio cerebral con el otro y tiene gran impacto sobre la configuración de otros idiomas, crece, pero vuelve a tener un marchitamiento después de los doce años, ya entrada la época de la adolescencia. Nos queda claro que la neuroplasticidad del cerebro se mantiene en la adolescencia, sin embargo, el hallazgo de Thompson refrenda la idea del aprendizaje de un segundo o tercer idioma cuando los niños son pequeños.

Como se aprecia, las investigaciones sobre el desarrollo cerebral durante la adolescencia revelan que la educación secundaria y la superior son vitales. En este período el cerebro todavía se está desarrollando, es moldeable y debe reconfigurarse. No obstante, los propósitos formativos de la educación para los adolescentes de más edad deben cambiar, con el fin de incluir el aprendizaje al propio ritmo, el desarrollo de destrezas junto a los estudios o después de estos, la evaluación crítica del conocimiento transmitido y el fortalecimiento del control interno.

Si bien es cierto que la etapa de 0 a 3 años es una oportunidad valiosa para la estimulación temprana, también debe serlo la etapa de 10 a 15 años. En ambos períodos, se produce una reorganización cerebral espectacular. Esto es una señal de que el aprendizaje es ultrarrápido en estos períodos, lo cual constituye un cimiento neurobiológico importante para el desarrollo del cerebro adulto.

Cerebro adulto

El cerebro adulto pesa aproximadamente 1,4 kg y contiene unos 10 mil millones de neuronas. Este es un número gigantesco, colosal, difícil de imaginar. En el cerebro humano, tanto el número de neuronas como el número de conexiones es mucho mayor que el total de habitantes del planeta Tierra: aproximadamente seis mil millones.

Según diversas investigaciones recientes, el cerebro adulto muestra una neuroplasticidad similar a la de un niño o un adolescente. La neuroplasticidad, como capacidad del sistema nervioso para adaptarse continuamente a circunstancias cambiantes, se aprecia en todos los cerebros cada vez que aprendemos algo: un idioma nuevo, un nuevo recorrido, un rostro nuevo, una nueva destreza, un nuevo concepto, etc. En efecto, el cerebro adulto no es un órgano rígido, estático y definitivo.

En la edad adulta, las conexiones entre las neuronas no son fijas y cambian según el uso.

Cerebro femenino y cerebro masculino

Algunas investigaciones sobre diferencias de género en el cerebro han revelado considerables diferencias entre el cerebro masculino y el femenino. El cerebro masculino es más voluminoso en los lóbulos temporales, que comprenden la amígdala y el hipocampo.

Un importante estudio llevado a cabo por Tina Good y sus colegas de Londres devela diferencias cerebrales estructurales entre los sexos. Good y sus colegas también han observado que la corteza cingulada anterior es más abultada en las mujeres. Asimismo, en un estudio reciente de Rubén Gur y sus colegas de Filadelfia se ha informado de que la corteza orbitofrontal es más grande en las mujeres que en los hombres. Tanto la corteza cingulada anterior como la corteza orbitofrontal están claramente implicadas en el procesamiento emocional en contextos sociales y no sociales. Su mayor tamaño en las mujeres con respecto a los hombres refleja las diferencias sexuales en el procesamiento de las emociones. Es evidente que las mujeres superan a los hombres en los test de percepción y sensibilidad emocional.

Simón Baron-Cohen, de la Universidad de Cambridge, desarrolló la idea de que los cerebros masculino y femenino evolucionaron para desempeñar distintos roles. Este investigador sustenta que los hombres analizan y construyen sistemas mientras que las mujeres son más empáticas. Baron-Cohen apunta a que estas diferencias sexuales aparecen por causas biogenéticas.

Los neurocientíficos se asombraron al descubrir que hay un segundo período de sobreproducción de sinapsis al comienzo de la pubertad, como lo hay en el nacimiento. Este período se genera en las niñas a los once años y en los niños, a los doce años. La corteza prefrontal de las niñas se desarrolla más rápido que en los niños y de ahí proviene la acertada creencia: las mujeres maduran más rápido que los hombres. Quizá por eso son menos impulsivas también. Los cerebros de las niñas producen más serotonina y oxitocina, que son los neurotransmisores responsables de avisarle al adolescente que debe parar y pensar antes de actuar.

Por otro lado, muchos estudios han develado indicios de diferencias de género en la capacidad matemática. En un estudio realizado por Doreen Kimura y sus colegas de la Universidad de Western Ontario, se investigaron capacidades espaciales de las mujeres durante sus ciclos hormonales mensuales. El principal hallazgo fue que la capacidad espacial de las mujeres era inversamente proporcional al nivel de estrógeno, la hormona sexual femenina. Una investigación más reciente ha revelado que la testosterona, la hormona sexual masculina, mejora la memoria espacial e incrementa el tamaño del hipocampo tanto en los hombres como en las mujeres.

Sin lugar a dudas, existen notables diferencias cerebrales entre los géneros, pero de un individuo a otro las diferencias son incluso mayores. Tradicionalmente, se ha considerado que los hombres tienen mejores desarrolladas sus capacidades espaciales. De hecho, algunos hombres y un número considerable de mujeres confiesan que no son capaces de recordar recorridos y no saben interpretar mapas. Por ejemplo, las matemáticas requieren manipulación espacial, esto explica por qué tradicionalmente los niños superan a las niñas en matemáticas, pero estas, generalmente, son más inteligentes que los chicos en lenguaje.

Durante la niñez y la adolescencia, las diferencias entre el cerebro de niños y niñas son mucho más pronunciadas que en la adultez. El Dr. William McBride, de la Universidad de Arizona, constató que los niños suelen ser más problemáticos dada su composición cerebral.

El neurólogo Bruce Perry afirma que los niños dedican menos áreas corticales al funcionamiento verbal y tienen un 15 % menos de fluido sanguíneo en sus cerebros. Esto implica que a las niñas se les facilite quedarse quietas, escuchar y poner atención. Las investigaciones de Perry también arrojan resultados interesantes sobre el cerebro de los niños. Según él, los cerebros masculinos dedican más áreas corticales a desarrollar funciones espaciales y mecánicas. Es decir, los niños utilizan las partes más primitivas, permitiendo que sus áreas avanzadas procesen otro tipo de funciones, mientras que las niñas usan las áreas más evolucionadas del cerebro para procesar información emocional.

One thought on “Cerebro femenino y cerebro masculino: ¿Son iguales?

  1. Excelente tema, muchas gracias. Felicitaciones por su H de V. Con tanto conocimiento y experiencia, Sería muy bueno y acertado que liderarada, el tema de tanta vigencia (antes vergonzoso y satanizado) de los niñ@s especiales. La inclusión obligatoria con los estudiantes comunes….. no comprendo
    Por qué , esta situación real y tan importante, la
    Pasan por alto…”””

    Mil gracias por su atención

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *