(Estos apuntes, igual que los anteriores, corresponden a conclusiones extraídas de mis vivencias en el fútbol y de conceptos que he aplicado durante años y me han dado resultados. Se han convertido en mis axiomas. Por lo tanto no están en gracia de discusión. Con seguridad habrá personas que pensarán de otra forma, tendrán otra visión, lo cual es perfectamente válido, pero la controversia estará para otro escenario. Por lo pronto, solo trato de compartir mis conocimientos y experiencias de una manera sencilla y asequible, buscando inspirar a algunos a continuar mi camino)
Sigamos:
4)-El Talento es una construcción. Trato de convencer al jugador y su familia de que el talento no es innato. Que pudo haber nacido con una habilidad especial o un don, pero si a eso no le pone trabajo, disciplina, buen apoyo, carácter, competencia y conocimiento, lo más probable es que no se potencie y se atrofie. El talento es un resultado. Como me dijo Francisco Maturana: “La expresión Talento perdido es un contrasentido, o es talento o se perdió; igual que Gol botado, o fue gol o se botó”. Es en competencia de alto nivel cuando el jugador puede demostrar su valía. Cualquiera canta bien en el baño, pero vaya y hágalo en un escenario con miles de personas. Para mí el jugador de fútbol es como las modelos, solo en las grandes pasarelas es que se sabe quién es quién.
Quizás en otras actividades, pero en el fútbol los niños no son TALENTOS. Internet está lleno de videos de “niños maravillas” que después nadie supo más nada sobre ellos. Cuando tenga la opción de algún día llegar a la alta competencia (selecciones Colombia, fútbol profesional, etc.) ahí sí podremos decir que se cumplieron nuestras expectativas. Un hombre, por ejemplo, viene equipado para procrear, pero mientras no muestre a un hijo no podrá decirse que es padre. Un escultor ve una piedra y en su mente imagina la figura que va a elaborar, pero tiene que lograrla y mostrarla. Para mí es así de sencillo.
5)- Sin deudas afectivas. Alguna vez alguien me preguntó cuál era el denominador común entre los jugadores que he apoyado y que se han consolidado en el fútbol profesional. Sacando cuenta vemos que la parte afectiva es fundamental. Todos esos muchachos pertenecen a familias que los han rodeado y querido, que están pendientes de ellos, que los han acompañado. Es decir no tienen deudas afectivas. No necesariamente tienen que ser los padres naturales o un familiar directo. Pero el joven tiene que sentirse amado por alguien, eso es lo que lo hace poderoso.
Es en competencia de alto nivel cuando el jugador puede demostrar su valía. Cualquiera canta bien en el baño, pero vaya y hágalo en un escenario con miles de personas.
¿Para qué ese triunfo si al final no tiene a quien brindárselo? La riqueza es como la sabiduría, si no se comparte es como si no se tuviera.
Mentalmente tiene que estar conectado con alguien a quien deba entregarle cuentas. El sagrado temor reverencial de que hablan los místicos. Todos, en algún momento determinado, nos enfrentamos a situaciones de tentación, pero es esa conciencia de que no puedes fallarle a esa figura de autoridad que significa mucho para ti, lo que permite sortear esas incitaciones. Los padres, entre tanto, tienen que ser coherentes en su manera de actuar, desempeñar su roll de padres como debe ser, poniendo por encima de todo el afecto y amor ético por su hijo, que sea su realización personal y su felicidad lo que más importe, no la ambición por el dinero y la fama; sí que hemos visto algunos desgraciados famosos y ricos.
Cuando un muchacho no tiene dolientes, es decir, cuando no posee esa figura de autoridad a quien rendirle cuentas, es más propenso a que se desordene y se salte las escuadras. Para qué disciplina si nada importa. Pero, atención, esto solo lo asumirá cuando se sienta querido, cuando lo has hecho sentir importante por lo que es, cuando le permites que tenga voz y opinión, cuando él mismo pueda intervenir en su crecimiento y se sienta escuchado, cuando sea capaz de empoderarse de su propio proyecto. Si esto no es así, será una pérdida de tiempo. Lo digo por experiencia, aunque quisiera estar equivocado.
6)-El jugador de fútbol No triunfa solo. El entorno es muy importante para su desarrollo deportivo y personal. Necesita de una red, un entramado que lo respalde, donde cada quién desarrolle su roll, eso facilitará el proceso. El padre que asuma de tutor, el entrenador de técnico, el directivo de administrador deportivo. Hay que evitar, por ejemplo, aquel padre que quiere ser, además, entrenador y empresario de su hijo al mismo tiempo. (No digo que no se pueda hacer, de hecho, algunos quizás lograron hacerlo con relativo éxito) Pero, particularmente, prefiero no meterme en campos donde no soy especialista y así espero que el resto del grupo de apoyo lo haga; si el tema es médico, físico, psicológico o financiero, son los profesionales en esas materias los que deben opinar y actuar al respecto. Es bueno no opinar sobre temas donde uno no es experto.
7)- El Talento no es suficiente. Digamos, por ejemplo, que el joven logra su ambición de llegar al fútbol profesional, ganar torneos internacionales y ser famoso y rico. Pero si no tiene noción de lo que significa actuar como ser humano, reconociendo a los otros seres, respetándolos en su integridad y sus posibilidades de crecimiento, no dejará de ser un pobre egoísta con dinero. Qué esperanzador cuando nos encontramos con deportistas que trascienden, que son conscientes de su poder de influencia, que no se quedan solo con satisfacer sus necesidades primarias sino que utilizan su poder para impactar positivamente en su entorno.
Lo que soporta la realidad del talento deportivo es su estructura personal. Puede ser el mejor en su oficio, pero si está desorientado como persona, tarde o temprano ese proyecto se va a caer ¿Para qué ese triunfo si al final no tiene a quien brindárselo? La riqueza es como la sabiduría, si no se comparte es como si no se tuviera. Algunos se cuidaron, hicieron lo que tenían que hacer durante años y lograron su objetivo, pero a partir de ahí perdieron el norte, desviaron su camino, se dedicaron a darse gustos, a “gozar”, a darle rienda a sus pasiones y algún día se encontraron de golpe con las manos vacías. Es decir, que fracasaron el día en que consiguieron el triunfo. Vaya paradoja…
Que escrito tan claro profe
Su experiencia aclara muchas dudas que le surge a uno como entrenador
Muchas gracias