“si vas a emprender el viaje hacia Itaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento”
-Costantin Cavafis
Que la paciencia es el arte del ganador, sabios han dicho. Pero la práctica contradice este principio si de jóvenes se trata. El fútbol resulta una actividad tan promocionada, tan popular, tan cotidiana, que suele pensarse que cualquiera puede ejercerla con facilidad. Con tener un dinerito, un buen contacto, puedes conseguir una oportunidad. Casi todos los chicos sueñan con realizar ese gran viaje, que no es el de Eneas o el de Ulises, pero no exento de los mismos grandes peligros.
Está demostrado lo devastador que resulta atreverse al éxito sin la preparación adecuada, sin haber cumplido la cita con el yunque y la fragua. Chopin no solo compuso hermosas melodías clásicas, también nos dejó esta joya:
“El espíritu humano debe fortificarse en la lucha. Toda dificultad eludida será un fantasma que perturbará nuestro reposo”
En esta empresa el primer episodio debe ser el aprendizaje concienzudo para gestionar las dificultades; sin este ingrediente no habrá ninguna garantía. Los muchachos quieren el jugo de caña pero sin usar el trapiche. Nos comenta Luis Baba Nakao en su documento “Hijos triunfadores”: “En el mundo actual lo determinante será EL CARÁCTER, no necesariamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de los fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia…eso será lo que buscarán los seleccionadores de talento”
Nosotros les insistimos a los jugadores que apoyamos que no se desesperen, que cuál es el afán para ir a mostrarse, si lo primero que tienen que hacer es armarse bien, física y moralmente, para que las experiencias negativas que vendrán no los rebasen.
Conocemos las angustias de algunos padres empeñando un televisor aquí o consiguiendo con el “cobradiario” allá y pelándose la cara con los familiares y amigos para hacer una colecta como si fueran a pagar la factura de una clínica, claro, porque se presentó un viaje a otra ciudad a unas pruebas con otros diecinueve aspirantes, invitados por un dirigente que tiene unos contactos en otras ciudades y se van de correría. (Ver la película “Diamantes negros”, en YouTube).
El arte del ganador es organizar la casa primero. La casa mental. Saber que esto es una especie de lotería, no tienes nada seguro. Los que estudian medicina o cualquier otra carrera académica saben que si lo hacen juiciosamente en algún momento recibirán su cartón de médico o maestro. Pero el futbolista no, no tiene ninguna garantía.
Por supuesto viajarán los que tengan la “platica”. No importa si algunos hace seis meses no entrenan o son suplentes en sus equipos de la liga; no importa si no han estado en una selección o no hayan ido antes a un torneo importante. Algunos nunca han salido de la ciudad, primera vez que arman una maleta. A veces esto termina convertido en un chiste: Se burlan en las canchas de que viajaron veinte pelaos y regresaron veintidós, que aprovecharon y les embarcaron de regreso a dos que andaban por allá varados, sin saber cómo regresar. No falta el rumor de que al que le quedó un buen billetico fue al directivo o entrenador que organizó la excursión.
No digo que esté mal buscar una posibilidad en otras latitudes, ni más faltaba. Solo que habría que organizar mejor esos desplazamientos, averiguar bien a qué se expone el muchacho en esa aventura que puede resultar desafortunada. Conozco casos de algunos que han llegado en horas de la madrugada a otra ciudad, los reciben mal, los ignoran. Duermen apiñados sobre el piso en pensiones de mala muerte o en fincas sombrías y plagadas de mosquitos y además con una alimentación lamentable, como organizada por un político. Y al día siguiente a demostrar sus condiciones en situación desventajosa, compitiendo en varios partidos de prueba continua, exigiéndose al máximo, ignorando el cansancio y hasta las lesiones, llegando al límite de lo soportable. A los pocos días, muchachos, muchas gracias. Regresan a sus casas con sus ilusiones rotas, fastidiados y desmoralizados.
Algunos no vuelven a entrenar por varios días. Otros quisieran retirarse del fútbol, qué más da. El arte del ganador es organizar la casa primero. La casa mental. Saber que esto es una especie de lotería, no tienes nada seguro. Los que estudian medicina o cualquier otra carrera académica saben que si lo hacen juiciosamente en algún momento recibirán su cartón de médico o maestro. Pero el futbolista no, no tiene ninguna garantía. He visto muchos proyectos que pintaban muy bien y después se les fue acabando el combustible. El ganador no es el que gana siempre o la mayoría de las veces, sino aquel que se cae veinte veces y se levanta veintiuna, si cree que tiene con qué pelear.
Cuáles son las reales posibilidades, es lo primero que hay que determinar. No es fácil, porque en el camino van apareciendo elementos insospechados. A veces uno conoce un joven que parece que no, tiene uno sus dudas, se ve tímido, errático e inseguro. Pero de repente un día parece un caballo. Varios de los jugadores que ahora están en el profesionalismo terminaron sorprendiéndome. No siempre acerté desde el principio. Es una sumatoria bien compleja. No hay formula. Todo va apareciendo y hay que ir improvisando en el camino. Y esperando. Con mucha paciencia. En ocasiones, después de una etapa de desorientación nos encontramos de repente con otro jugador, más claro, más convencido. El ser humano es tan impredecible y en esas edades ocurren cambios tan dramáticos que uno queda viendo un chispero ¿Y éste, de dónde salió?
Así que, joven, hay un momento exacto para mostrar tu potencial. Ni antes ni después. Lo que recomiendo es entregarse a una labor diaria de crecimiento, concentrarse religiosamente en lo que tienes que hacer, y esperar. Quizás recibas una agradable sorpresa.
Intentarlo, esforzarse, insistir, que al final quedes tranquilo de haberte esforzado