“Ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días“. Gabriel García Márquez. _________
Yamit Amat, el experimentado periodista de televisión, prensa y radio, días atrás, dio, como primicia, la “noticia” sobre la muerte de un líder guerrillero desertor del Acuerdo de Paz. La que con el correr del tiempo resultó falsa. Días antes el presidente Petro, desde Twitter informó, como flash, sobre el rescate en la selva amazónica de niños huérfanos de madre. La noticia del Twittero mayor, también, concluyó siendo falsa.

Ambos sucesos demuestran el nivel que actualmente vive el periodismo nacional. El que se emite desde medios tradicionales (Telenoticieros y otros), como el que se difunde por redes (Palacio de Nariño y otros). Tales ejemplos son muestras, aleatorias y frescas, del espectáculo circense en que se ha transformado el “mejor oficio del mundo”, en mano de cualquier “irresponsable” que se abrogue, para si, el poder de informar.
El fenómeno cada día es más frecuente. Cada día hay más actores. Como los que asumen como reporteros y comentaristas, de lo divino y de lo humano, en los nuevos canales digitales como cambio y semana. En uno actúa un “payaso” domador de gatos y en el otro se presentan una infinidad de rostros inquisidores que, en vez de propiciar calma y paz, insinúan a cada rato polémicas y juzgamientos. viven dando “varilla”.
Tal el espectáculo crece, como en la audiencia del poeta Zalamea, vergonzosamente, en los programas que por YouTube emiten, con frecuencias enloquecedoras, “periodistas” fanáticos del gobierno y sus personajes protagónicos, como declarados “enemigos” del mismo. Son informadores y opinadores con camisetas y banderas, como los que “incendian” tribunas en los calurosos partidos del fútbol colombiano, donde las enardecidas barras bravas causan destrozos a bienes públicos y hasta muertes se han registrado.
Es de tal envergadura el panorama que destacados reporteros y cronistas, se han declarado una guerra fría, una especie de “Patria Boba”, lanzándose dardos entre sí. Hasta el punto que artistas populares han decidido dibujar, caricaturisticamente, en paredes de la Capital de la República, los rostros del Sr. Coronel y de la Sra. Dávila (a cambio Petro la atiende, y Semana lo ataca), en poses de seducción del uno a la otra. El creador expresó que eran para que concluyeran la polarización.
La contundencia de tal afirmación, sobre lo fundamental del periodismo: los datos, los hechos, evidencia que cuando todo el mundo se cree periodista, amplisíma cobertura del principio de libertad, los resultados son lo que padecemos en Colombia. Periodistas “vedettes” e improvisadores, de todo tipo, que asumen que todo es noticia, borrando el deber de responder socialmente por los abusos que se multiplican en el día a día.

La polarización, en que vive el país, reflejada en el periodismo prosigue su, al parecer, sistemática campaña de desinformación. Tanto que aburre, por sonsa. Denota un “amarillismo” vergonzante. Cada día “periodistas serios” se unen a la trifulca inquisidora, pues no quieren, presumo, ser fantasmas: seres anónimos con un pasado ilustre. Es tan deprimente el asunto que prefiero vivir en la ficción, leyendo cartas de Nobeles de Literatura y escribiendo poemas a musas del alba.
En reciente entrevista, el reconocido periodista español, Juan Cruz, fue interrogado sobre el estado actual del periodismo, luego que las redes se apoderaron de la inmediatez y las fuentes. Esto dijo Juan:
“EL periodismo, a través de las redes sociales, se ha malversado por qué no responde a las cuestiones fundamentales del periodismo. Bill Kovach, gran tratadista del tema en Estados Unidos, decía que no se podía prescindir jamás de los datos y los hechos. Hoy todo el mundo siente que es periodista porque ha recibido una noticia de alguien y no se realiza aquello que Kovach llama “la ceremonia de la verificación”. Hoy asistimos a una deformación acelerada de lo que el periodismo tendría que ser”(El Tiempo.8/6/23).
La contundencia de tal afirmación, sobre lo fundamental del periodismo: los datos, los hechos, evidencia que cuando todo el mundo se cree periodista, amplisíma cobertura del principio de libertad, los resultados son lo que padecemos en Colombia. Periodistas “vedettes” e improvisadores, de todo tipo, que asumen que todo es noticia, borrando el deber de responder socialmente por los abusos que se multiplican en el día a día.

La situación del periodismo, en estos momentos del país, no sólo se exhibe en los murales callejeros, y en las discusiones entre el Ejecutivo y el gremio periodístico, sino que la ciudadanía ha abierto, mediante change.org, una campaña exigiéndole tanto a la Fundación para la Libertad de Prensa, FLIP, como a los medios, un ejercicio responsable acorde con los presupuestos constitucionales de veracidad y neutralidad. Yo firme ese llamado, pues tanto juzgamiento mediático cansa.
Las evidencias, acá expuestas, me permiten expresar, dirigiéndome a colegas que respeto como ciudadano, que es hora de hacer periodismo. Olvidarse del lenguaje de las “bodegas”, pues de continuar esta polarización disfrazada, la comunidad es la perjudicada en su orientación. Todo puede cambiar, pero con la aptitud de respeto a los demás. lo otro, es demagogia.
La próxima: 50 años del golpe de estado en chile.