El poder político señalando la eventualidad de una responsabilidad de otro eventual poder como determinador de una muerte.
La noticia que, días atrás, leí en un diario que informó sobre un twitter presidencial así: “Poco a poco la prensa va descubriendo que el suicidio del Coronel Dávila se provoca por presiones de la misma prensa. El afán de buscar la gran pista reina que llevara a las órdenes del gobierno nacional que nunca se dieron ha motivado una destrucción de nombres y de vidas”.
La lectura de la información es razón suficiente para reflexionar sobre el choque que este texto refleja. El poder político señalando la eventualidad de una responsabilidad de otro eventual poder como determinador de una muerte: el suicidio, con arma oficial, de un oficial de nuestra policía. Es decir, un tema como para desarrollar una cátedra universitaria de Derecho Penal o de Ética Pública. ¿No les parece?
Acá no hay espacio ni intensión para tanta profundidad argumental. Pero si para opinar teniendo como fondo la información misma, no desmentida y probablemente oficial por la investidura del emisor del mensaje: el señor presidente de la república. Y, obviamente, la del receptor que, aunque generalizado en el señalamiento, no deja de identificarse como el blanco móvil.
Sigo pensando, atreviéndome a expresarlo, que El Señor Presidente, o mejor Petro, se equivoca al plantar a la prensa como su contradictor, cuando las emotivas declaraciones suyas, por sucesos del entorno presidencial, han generado polémicas y/o escándalos. En ese aspecto, se desfigura la investidura. Y entonces, pelea solo, no contra “molinos de vientos” sino contra sus propios fantasmas…ideológicos que ya no rondan por el mundo.
En ese orden, se expone a los contragolpes del adversario imaginario. Es así que en reciente columna, Felipe Zuleta, titulada “El sainete del gobierno” dijo: “…empezando por Petro, (…). Empezando porque Petro no se ha leído -sino por partecitas- la constitución nacional“(El Espectador. 2/7/23).
Sigo pensando, atreviéndome a expresarlo, que El Señor Presidente, o mejor Petro, se equivoca al plantar a la prensa como su contradictor, cuando las emotivas declaraciones suyas, por sucesos del entorno presidencial, han generado polémicas y/o escándalos. En ese aspecto, se desfigura la investidura. Y entonces, pelea solo, no contra “molinos de vientos”
Es decir, existe ya una especie de “perrateo”, en los medios de comunicación social (no aludo a Redes) a la figura del Sr. Presidente.
En este asunto, como en otros simultáneos, el periodismo colombiano actual, y repito excluyo en este comentario el ejercido por las redes sociales, está fragmentado frente a la figura presidencial. Tanto que unos periodistas descalifican a otros, tanto en lo profesional como en lo empresarial. Y entonces surgen los adjetivos: periodismo bueno, serio, investigativo, etc. Pero el periodismo es uno solo: el que indaga y no se parcializa.
Esta innegable confrontación presumo perjudica a ambas partes, por la desfiguración de tales poderes. Y daña a la ciudadanía, la llamada opinión pública, por carecer de información confiable. Se desinforma o mal informa. Y el país pierde el horizonte sobre las vicisitudes o situaciones que a diario generan tales poderes. En ese sentido para mí la prensa como Petro, le están quedando en deuda con la Constitución Política y la amplísima jurisprudencia constitucional de la guardiana de la Carta. Es decir, deben ponerse a estudiar.
Deseo concluir estas elementales reflexiones de quien observa la corrida desde las graderías, compartiendo una frase del Emperador francés, Napoleón Bonaparte que, aunque parezca extemporánea por el contexto histórico, contiene una enseñanza que puede aprender Petro, como también la prensa. El célebre Napoleón dijo:
“La libertad de prensa, en manos de los gobiernos, debe ser un poderoso medio auxiliar para hacer llegar a todos los confines del Estado las sanas opiniones y los buenos principios. Abandonar la prensa a sí misma significa, ciertamente, dormirse junto a un peligro”.
Bueno. Colombia no recibe buenas opiniones ni está gobernada por sanos principios. Es hora de no generar tanta, pero tanta incertidumbre. Incertidumbre engendrada en ese absurdo interés de prevalecer y creerse dueños absolutos de la verdad, la cual esquiva como generosa mujer no la logran poseer o retener. es tiempo de tener un periodismo que no sea tan monótono, unitemático, repetitivo.
La próxima: Equidad e Igualdad, a raíz de un ministerio.