Inobasol, escenario de amor y amistad

Wensel Valegas

“No juego contigo porque no estoy domesticado”.

El zorro. Antoine Saint Exupéry.

Palabra clave: Inobasol: Institución Educativa de Soledad.

En el Arte de amar, Eric Fromm, sustenta la tesis de que el amor es un arte. Arte que requiere conocimiento y esfuerzo. De igual manera en su Arte de amar, Ovidio, el romano, nos habla de que su propósito, al referirse al tema, es el amor duradero. Además del conocimiento y el esfuerzo, están la creatividad, donde lo intuitivo e instintivo suman en el proceso amoroso. A menudo nos jactamos que no hay nada que aprender sobre el amor. Uno de los grandes problemas en torno al amor consiste en ser amado, y no en amar, nos abstenemos de pensar en nuestra capacidad de amar. Estas personas se preocupan por si son amadas o no, cómo lograr que se les ame, y se preguntan también, cómo ser dignos de amor, reflexiona el psicoanalista en su Arte de amar.

A continuación, Antoine Saint Exupéry, nos cede una reflexión sobre la amistad, la cual es una puerta que se abre al amor filial, fraternal, o erótico, a partir del encuentro del Principito y el zorro.

Juega conmigo, le propone el Principito al zorro. El zorro no acepta porque sólo juegan los que son amigos y uno no juega con quién no conoce. “No puedo jugar contigo porque no estoy domesticado”, le habla al Principito, el zorro.

¿Qué significa domesticar? Pregunta el niño al zorro, sin dejar de insistir. “Domesticar, significa crear lazos”, le amplia el zorro a su insistencia. El acto de domesticación es una metáfora planteada por Antoine de Saint – Exupéry, para comprender el valor de la amistad. Domesticar es tender lazos, tender puentes, ampliar la esfera social con el otro, sentir que el otro es necesario y yo también para él. La domesticación exige una necesidad mutua, para jugar, estudiar, ahondar en el otro y navegar juntos en las emociones, comprendiéndolas, aceptándolas. El acto de domesticar como metáfora al inicio de la amistad permitirá que haya un nuevo brillo en mi vida; aceptaré una nueva voz, escucharé nuevos pasos, una risa particular, una voz de aliento solicitando ayuda y, a la que aceptaré un consejo, una opinión. El acto de domesticar es la edificación de una amistad, de ser amigo de una mirada, color de cabello y piel, de sentir juntos el jadeo al subir una pendiente y sentir que sincronizamos en el aliento y la fatiga, aunque nuestros corazones se desboquen.

Las horas y el día de la domesticación se recordarán con el sol resplandeciente, la caída de la lluvia en agosto, el brillo de las estrellas, el color de los árboles, el murmullo secreto de las olas bajo una noche infinita. El acto de domesticación y construcción de la amistad requiere de tiempo, si vives muy rápido perderás la concentración en el otro, en eso que desea, en ese intercambio de expresar y escuchar teniendo el tiempo a disposición. Lo efímero no tiene razón de ser en el proceso de la amistad. Por eso domesticarse mutuamente requiere de consensuar con paciencia los límites permitidos, los acercamientos convenidos; de ir aclarando los malos entendidos. En el ejercicio de la domesticación mutua, el cuerpo se altera en su fisiología antes de la hora del encuentro: pulso, sudoración, presión, nerviosismo, pero claro está, son síntomas de felicidad, síntomas de un estrés positivo al festejar día a día la amistad. Llegada la hora del adiós y la despedida, surgirá la tristeza y se pensará, con llantos en los ojos, que ese amigo o amiga era único, que nadie como esa persona volverás a encontrar. De tantas personas que ves a diario, esa que parte es única entre los cientos de miles que suben al tren, al avión, o en el bus.

Ahora es el Inobasol el objeto de deseo, la cosa que se ama y se lleva con uno en las entrañas, aunque no hay un proceso de domesticación, hay una adaptación de las personas a ese entorno, en el que se convive, se ríe y se llora. El Inobasol se lleva en la memoria y duele su decadencia física, pero no intelectual. Inobasol es el amor que perdura, que no se olvida, y dentro de ese amor surgieron amistades y también enemistades, que pudieron sortearse y tener un final feliz para cada sujeto que lo vivió.

Amamos el sentido alcahuete del Inobasol. Sus brazos abiertos a la acogida de cada generación, pasada, presente y futura. Ha visto a lo largo de su existencia como niños y niñas se convierten en jóvenes llenos de esperanza y entusiasmo. Es la madre que llevamos en el corazón; es la escuela presente en la vida social del municipio, allí en la Plaza Principal. Somos conscientes, y eso es parte del amor, que el Inobasol con todas sus limitaciones ha sido la madre abnegada, que ha estado presente en las angustias de las evaluaciones, la alegría de los éxitos alcanzados y los fracasos que pueden recuperarse.

Amo el Inobasol porque por él transitaron maestros y estudiantes. Nunca he imaginado a Inobasol, solitario y desvencijado, pero si lo siento que resiste día a día. Inobasol va conmigo en la memoria y en el corazón. En la memoria viva están los maestros que se fueron sin querer partir; el llanto de estudiantes que fueron tocados por la sabiduría y calidad amorosa de muchos que partieron y fueron velados en mitad del patio, como último homenaje. A Inobasol le duele en carne viva que sus estudiantes desperdicien la vida, se enreden en relaciones tóxicas y terminen siendo protagonistas en las páginas amarillas. A Inobasol no lo constituyen sus piedras, sus escaleras temblorosas, ni sus techos donde anidan animales prehistóricos. Inobasol es su gente, la gente que cada uno lleva en el corazón a través de los diversos itinerarios vividos.

Por estos días de amor y amistad, un Comité conformado por profesores de matemática llevaron a cabo un programa para festejar el amor y la amistad entre los estudiantes. Se realizaron disertaciones, concursos, música, conciertos breves y un concurso de “Cartas de amor”, donde participaron estudiantes de 7º a 11º. Después de un proceso selectivo, con el apoyo de algunos docentes se llevó a cabo la escogencia de las cartas ganadoras, pero antes es necesario mencionar algunos apartes de las cartas leídas en calidad de jurado. Muy pocas veces he servido de jurado en mi vida, pero las veces que lo he hecho he sentido un placer inmenso en leer cuentos, ensayos y también cartas de amor en este día que hoy festejamos. A continuación, algunos comentarios sobre las cartas leídas. Las lecturas de las cartas permitieron elaborar una clasificación sencilla, sobre el propósito de los mensajes.

Esa persona: “Cambio mi vida, la lastimé, pero reparé la herida y logré ser perdonado”. Inocencia pura y gesto de sinceridad a través del reconocimiento del dolor causado, pero también sintiendo la satisfacción del perdón logrado a través de un sentimiento de autocrítica.

Llamaron la atención del jurado tres (3) cartas de amor a la madre, escritas por tres estudiantes mujeres. En una de las cartas, la autora escribe a la madre que nunca conoció, hablándole a través de la escritura y diciéndole lo hermosa que fue en vida y el imaginario que dejó como legado de su bondad como madre. La escritora deja traslucir la necesidad del amor por su madre, sobre todo cuando en los diversos contextos por donde transita, observa a otras niñas disfrutando de sus madres, situación que la entristece, la llena de nostalgia y la hace llorar con frecuencia. Hay otra carta en que se resalta el amor incondicional hacia la madre viva, La madre se constituye en un ejemplo de vida, sobre todo en rectitud y moral. Es la madre compañera haciendo presencia cuando se requiere su apoyo y sus palabras. Por último, hay una carta de amor escrita a la madre con palabras sencillas, evidenciando un amor sentido. La madre es eje y centro del hogar, constituyéndose en un modelo a seguir. Es un amor en permanente búsqueda de equilibrio, reconociendo a mamá como parte esencial de su vida. Se evidenció mucha inocencia y sinceridad en el texto.

Hay una Carta de amor a la tía, resaltando el peso de la ausencia y dejando entrever los recuerdos vivos de lugares comunes y alegres. Es una carta de amor, evocando a la tía que partió hace poco. “El día que fuimos a la playa te notabas tan feliz sin saber que nuestra alegría acabaría en unos meses”, es la imagen que sigue doliendo en la memoria de la escritora y se libera en la catarsis explicita a través de la escritura.

Hay una Carta al padre, donde la escritora muestra la gratitud al padre por su presencia y compañía para con ella y el hogar. Sin embargo, la autora se reconoce tímida y poco expresiva, dando a entender que son rasgos de su personalidad, pero este día especial es una motivación para desinhibirse y atreverse a expresar sus sentimientos especialmente a su padre, lo cual deja traslucir el poder de influencia en la relación padre – hija.

Las aulas y la vida cotidiana de la escuela propician la amistad entre amigas. En esta ocasión, escribir una Carta a una amiga especial es reconocer la complicidad de un apego profundo e incondicional que se ha venido forjando. La escritora resalta: “En las buenas y en las malas”, lo que le da sentido a una amistad llena de confianza y abierta a la aceptación, la crítica y la autocrítica. Es una frase que resume a una amiga especial que siempre está ahí, para reír juntas, o consolarse en medio del drama y la tragedia. En este mismo sentido, Carta a una amiga, de un estudiante – escritor, se refiere a la amiga, a la que le habla, sin dejar de hacerlo también para el lector. Esa persona: “Cambio mi vida, la lastimé, pero reparé la herida y logré ser perdonado”. Inocencia pura y gesto de sinceridad a través del reconocimiento del dolor causado, pero también sintiendo la satisfacción del perdón logrado a través de un sentimiento de autocrítica.

Por otra parte, una Carta al fútbol, nos muestra este deporte como un escenario que sirve de refugio, es visto como inspiración, proceso social, que ha generado lágrimas y celebraciones. El fútbol evidencia para este joven escritor el deseo de trascender, de ser alguien que sabe que el deporte es una opción de desarrollo y desafío. Amar el fútbol es desprenderse de un abundante y desbordado amor que posibilita un sentido y significado en la vida de un adolescente.

En Carta al abuelo fallecido, la escritura viene a constituirse en un ejercicio terapéutico de psicología positiva, para aprender a vivir con la ausencia del abuelo querido e íntimo. Escribiendo y viviéndolo en la memoria, rescatando ese acompañamiento maravilloso es parte del duelo que vive esta joven escritora a través de estas líneas cuyos efectos apuntan a la sanación y salud mental, y así continuar viviendo la vida sin el abuelo, pero sin olvidarlo. El abuelo es extensión de la memoria social y cultural, y experiencia, eso teme perder la escritora, la imposibilidad de conocer y saber la magia vivida de un hombre viejo y lúcido que logró impactarla con simpatía y paternalismo. Eso la angustia.

Por último, fueron leídas una serie de cartas a la persona amada, hombre o mujer. Son misivas atrevidas, rebeldes, cuyas palabras brotan de la alegría y persisten en el sufrimiento; hay una muestra de sentimientos espontáneos e ingenuos, donde se arriesga la sinceridad de amar y contemplar la esperanza de ser correspondido (a). No son cartas vulgares, pero si dejan entrever la inocencia de la adolescencia sin pensar en los riesgos que se corren, es el amor puro que asombra a cada instante, íntimo, secreto, apenas vivido en la angustiosa soledad del que ama, o compartido en la reciprocidad anhelada. Aunque en los últimos tiempos el Inobasol ha vivido en el ostracismo cultural y deportivo, casi que, en un oscurantismo medieval, haber leído estas cartas breves es un camino a la esperanza y el entusiasmo que resaltan el talento poético de los estudiantes, colocándolos al mismo nivel de las prácticas culturales y deportivas, donde hay una diversidad de talentos potenciales para crecer y el currículo se constituya en una verdadera propuesta cultural de la escuela y continuar estimulando eso que Ortega y Gasset denominó vocación recreativa, o actividades felicitarias, como un equilibrio a las actividades trabajosas, que comprenden el trabajo y el estudio.

Una carta de amor muy especial, un amor que se vive día a día e inspira. “Eres como el aire, te necesito, para vivir”, escribe una remitente al ser amado, indicando la intensidad de una ilusión adolescente. Otra carta evidencia el sentimiento de la mujer que ama con fuerza y vehemencia, al mismo tiempo que reflexiona sobre ese amor seguro en complicidad con su amado. “Quiero vivir ese amor de novelas y películas contigo”, dice la autora contundente y entregada; consciente de que la ficción puede convertirse en realidad. En otra carta, el escritor remitente afirma: “Conocí a la mujer que llenó el vacío que había en mi corazón, por eso no te cambiaría”, afirma contundente el escritor con mucha certeza, sin dudas y temor alguno. Es válido mencionar también el mensaje de un adolescente que madura en el amor, cuando reconoce: “Quiero que sepas que mi cariño va más allá de una simple amistad. Valoro nuestra amistad por encima de todo”. Es la evidencia de un amor honesto, juvenil, dispuesto a aceptar la perdida a cambio de la felicidad de la amada. Sin embargo, conserva la esperanza que da la espera. Sus palabras son profundas, fluyen desde la amistad, pero hay una leve esperanza que esa bella amistad construida sobre el amor deje de ser sospecha y se vuelva mutua, reciproca. Está, además, la carta del amante que tolera a su amada y con sentido lúdico exalta la gracia y la simpatía que emana de la mujer deseada. Por último, hay una carta donde la poesía es ejercitada, inspirada en la mujer que se ama, donde el enamorado transfiere símiles y metáforas. “Eres la razón por la que creo en el amor sin límites, en las promesas cumplidas y en un futuro lleno de amor y alegría”, es la frase que da fuerza a una poética del amor del escritor, a encontrarle sentido a la vida, argumentos sólidos y la esperanza en un futuro a mediano plazo.

La vida cotidiana de la escuela se enmarca en un currículo concebido como proyecto curricular. Un currículo que contempla los saberes académicos y la vida cultural de la escuela a través de las artes, la danza, la literatura, la música, que vienen a ser indicadores o signos para el ejercicio de la convivencia. ¿Cómo se afronta la convivencia? Eso depende mucho de las historias individuales que convergen en la escuela, de los antecedentes familiares, de los barrios, de las relaciones e interacciones humanas en cada uno de esos ámbitos. Escribir una Carta de amor cualquiera puede hacerlo, para ello es conveniente el acompañamiento de maestros pacientes. ¿Para qué tantos contenidos, si las solas competencias comunicativas bien afianzadas, leer, escribir, escuchar, hablar, son suficientes para subir otros peldaños de la formación humana? Lo que si es cierto es que esta experiencia mostró la pasión de los remitentes, una pasión que nace de los sentimientos y actitudes; una pasión que también puede ser transferida a las exigencias académicas a través del placer del conocimiento.

Wencel Valega Ruiz. Septiembre 23/ 2023

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