730 Días. Balance

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Teobaldo Coronado

Introducción

Costumbre tenía al término de las clases, tanto en anestesiología como en bioética, de invitar a los estudiantes a realizar balance final de la jornada. Esta dinámica, a manera de dialogo, los entusiasmaba y era impresionante como se sinceraban consigo mismo y resto de compañeros sobre sus falencias y avances. Emocionados y motivados se despedían del profesor que también se complacía con la espontaneidad y nobleza de sus alumnos.

La evaluación de lo que uno hace es mecanismo que viene de la actividad empresarial en donde, periódicamente, se hace recuento de ganancias y pérdidas y a partir de estos resultados corregir, planear y elaborar proyectos futuros. El ejercicio aplicado a nuestras actividades, en particular a lo que tiene que ver con la experiencia personal, es enriquecedor. Permite reconocernos a motu proprio como una empresa, la empresa vital que tenemos bajo nuestra responsabilidad y cuidado. Enfrentar los grandes desafíos que plantea la problemática, siempre riesgosa, del valioso acontecer humano.

Sirve, de otro lado, para cuestionarnos en serio por el sentido que estamos dando a nuestra existencia, de lo que queremos hacer con ella. “El punto: no es lo que esperamos de la vida, sino más bien lo que la vida espera de nosotros” (Viktor Frankl).

2021. Balance

En este 2021, que concluye, el examen a mi modo de ver quedaría incompleto si lo circunscribimos, solo, al análisis de los 365 días del año que termina el  31 de diciembre.

El tiempo transcurrido de pandemia por el covid 19, desde los primeros casos reportados en Wuhan, China a mediados de diciembre de 2019, demarca el curso de la historia reciente de la humanidad en tres periodos: prepandemia, pandemia y postpandemia. Aun cuando la OMS reconoció la existencia de la pandemia a partir del 30 de enero de 2020.

 Un balance práctico, para trazar el camino a seguir, comprendería la revisión de un largo presente de aproximadamente 730 días de calamidad que aún no terminan; discernir sobre lo bueno y lo malo de este momento crítico que nos ha tocado padecer.

Supongo, cada uno tendrá respuestas a estos interrogantes según circunstancias propias y modo particular de ver el panorama.

Por el amor a la naturaleza y amor a la vida juzgarán a los vivientes de hoy, como individuos o como humanidad, en los 730 años venideros, si es que el planeta tierra alcanza a subsistir, no se ha extinguido antes.

Lo bueno

 No obstante, el aislamiento y medidas en general de seguridad que impiden el acercamiento físico: bueno, buenísimo ha sido el volver de nuevo al ágape familiar y con las amistades.  La prolongada pérdida del contacto personal, de la cercanía, ha hecho florecer la necesidad del trato afectivo, intimo, con parientes y amigos.  Evidente en el jolgorio inusitado que se ha visto en esta navidad.

Doy gracias a la vida que me ha dado la oportunidad de superar la actual coyuntura y a la providencia divina que me ha salvaguardado. He aprendido a valorar lo que soy y lo que tengo.  Un anciano, casi octogenario, con ímpetu todavía para seguir bregando, en medio de las normales carencias de la edad, por unos días tranquilos y gozosos. Apartado de la frivolidad de un mundo cada vez más materializado, distante de la trascendencia que conlleva lo “numinoso” (Rudolf Otto). En busca del “desapego” (Antony De Mello) de aquellas cosas y pasiones que perturban por innecesarias. Tengo a mi mujer, mis hijos y mis nietos:  son ellos mi mayor tesoro.

Lo malo

El miedo que la pandemia trae consigo y la consiguiente zozobra que produce no acaba.  El temor para salir de casa por el riesgo de contaminarse se acentúa por la inseguridad reinante y agresividad de psicópatas en aumento producto, algunos, de la misma pandemia. Hay una psicosis colectiva a morir más allá de la conciencia de saber que somos “seres para la muerte” (Martín Heidegguer).

Malo es que un porcentaje alto de población no ha querido vacunarse impidiendo el anhelado objetivo de la “inmunidad de rebaño” indispensable, según los expertos, para volver a la normalidad prepandemia. Escollo  universal que ha llevado a la médica italiana Mara Maffeis el pasado 28 de diciembre a solicitar, a las autoridades italianas de salud, permiso para negar atención a pacientes no vacunados contra el covid 19 amparada en la figura Jurica de la “Objeción de Conciencia”. “Estoy harta de perder el tiempo con esta gente, en el intento por convencerlos de que se vacunen” dijo a Corriere della Serra. (El Tiempo, diciembre 30, 2021.)

Irreparable el dolor que han dejado los que se han ido para siempre. Su ausencia nos arruga el alma y parte el corazón. A dios pido por el descanso eterno de una larga lista de distinguidos colegas y amigos, de mi mayor aprecio, que ya no están. Paz en sus tumbas.

Conclusión

Queda la reconfortante enseñanza, tras 730 días de pandemia, de que la vida es buena, en todas sus manifestaciones y variantes. De que vale la pena vivirla y protegerla. Compleja como es hemos aprendido, tras la amarga aventura del coronavirus que la vida:

  •  Se conserva mejor a través de una existencia sencilla, en que prime lo elemental de la naturaleza frente a lo fatuo y efímero de lo artificial,
  • Que el hombre no puede ser reemplazado por la máquina si queremos proteger el planeta tierra
  • Que la poesía y el arte no puede sucumbir ante el vasallaje de una técnica insensible, sin conciencia.
  • Que “La medicina cura, la phisys, la naturaleza sana” (Hipócrates)

Por el amor a la naturaleza y amor a la vida juzgarán a los vivientes de hoy, como individuos o como humanidad, en los 730 años venideros, si es que el planeta tierra alcanza a subsistir, no se ha extinguido antes.

“En el crepúsculo de la vida nos juzgarán en el amor”. (San Francisco de Asís).

 Sean felices en el  nuevo  año deseo a mis amables lectores de soloproposiciones.

Teobaldo Coronado Hurtado Médico, especialista en Anestesiología y Reanimación. Magister en Filosofía. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia. Socio Emérito de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Caribe Colombiano. Libros de mi autoría entre otros Son: La Hora del Sosiego. Digresiones de un Jubilado Viaje al Jardín de Akademus. Digresiones de un Académico. Medicina, Ética, Ciencia y Vocación. Digresiones de un Docente.

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