“Pura pasión” de “Escribir” o escribir la pasión pura.

Gaspar Hernández Caamaño.

No es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio“. Groucho Marx.________________________

De Margarite Duras leí y mantuve, por mucho tiempo, en la biblioteca de vidrio y madera de la oficina de abogado, su considerada obra maestra: la novela “El amante“. Ahora, me encuentro en la librería “Escribir“(Tusquets), unas reflexiones muy suyas sobre el hecho vital de escribir.

Foto: Gaspar Hernández Caamaño

Me topé con Duras en el momento en que fuí a buscar “Pura pasión“(Tusquets), novela de la galardonada, en el 2022, con el nobel de literatura, Annie Ernaux. Casualidad pura y simple. Así que de aquella ligera y precisa visita a la librería salí acompañado de estas dos francesas (Duras nació en Indochina pero vivió, amó, escribió y murió en Paris). Es decir, me vine con “Pura pasión” y “Escribir“, tomados de la mano y sin romper el celofán que las amparaba de no haber sido abiertas por otras manos.

A “Pura pasión” la leí en una noche en que decidí descansar previamente al final del Mundial de Fútbol (Francia vs Argentina). Escribir lo traje conmigo para leerlo mientras disfrutaba el partido con mis nietos bonaerenses, que para la ocasión se vistieron de celeste. Con ellos comparto mi pasión por “la pelota” y por aquel Buenos Aires: esa imitación de París en el sur del fin del mundo.

Foto: Gaspar hernández Caamaño

Ernaux, sin agregar adjetivos, nos cuenta de la pasión amorosa que en una mujer/madre sola despierta un hombre casado. Extranjero. Que la visita esporádicamente y la ama desfrenadamente en el silencio de su habitación doméstica. De la mujer se sabe que es divorciada, culta e independiente. Tiene hijos adultos. Y ella confiesa que: “Desde el mes de septiembre del año pasado no he hecho más que esperar a un hombre: he estado esperando que me llamara y que viniera a verme”.

Duras, tan francesa o más que Annie, en sus reflexiones y confesiones en “Escribir” acepta que escribir es una pasión. Pasión que descubrió. Lo dice así: “Descubrí esta pasión aquí, en esta casa. Por fin tenía una casa donde esconderme para escribir libros.”(ver pág. 19). Pero Marguerite confiesa: “Durante aquel periodo tuve amantes. Rara vez he estado absolutamente sin amantes”(ver pág. 16). Afirmación que, ante mí, la hace más francesa que la nobel. En Paris el amor es una pasión inteligente entre un hombre y una mujer. no un sufrimiento.

Tanto en la novela de Annie Ernaux como en el ensayo libre de Marguerite Duras, encontrar coherentes reflexiones, fusionadas en los tiempos, sobre ese acto vital y humano que es la escritura. Y no sólo la escritura de libros. Ambas, con una distancia y distintas vidas, coinciden en considerar que escribir es un acto complejo. De un profundo sacrificio. Y de una comunión con la soledad y el silencio. Pero para ellas, mujeres singulares, intelectuales, francesas, así lo dicen, es una pasión.

Escribir no es ni siquiera una reflexión, es una especie de facultad que se posee junto a su persona, paralelamente a ella, de otra persona que aparece y avanza, invisible, dotada de pensamiento, de cólera, y que a veces, por propio quehacer, está en peligro de perder la vida.(…).la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida”.

Pasión por vivir feliz. Ya sea esperando o recordando los instantes de desnudez y fuego compartido con un hombre sin nombre. O con los amantes que visitan a la escritora en su casa en el campo y que terminan escribiendo con ella. escribir es amar la vida que guardan las palabras. He allí la magia. Para visualizar, ante ustedes amables lectores, esa pasión por los hombres y por la escritura, he seleccionados unos breves, brevísimos párrafos de ambas obras. Ustedes sabrán, al leerlos, quien es la autora. Hemos aquí:

“Durante todo este tiempo he tenido la impresión de vivir mi pasión en clave de novela, pero ahora no sé en qué clave la estoy escribiendo, si en la del testimonio o en la confidencial -como suele ser habitual en las revistas femeninas-, en el manifiesto o del atestado, o incluso en la del comentario del texto”.

“Alrededor de la persona que escribe libros siempre debe haber una separación de los demás. es una soledad. Es la soledad del autor, la del escribir. Para empezar, uno se pregunta qué es ese silencio que lo rodea.(…). Esta soledad real del cuerpo se convierte en la, inviolable, del escribir. Escribir: es lo único que llenaba mi vida y la hechizada. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado”.

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“A menudo me daba la impresión de vivir aquella pasión de la misma manera que habría escrito un libro: sintiendo la misma necesidad de resolver con éxito todas las escenas, y el mismo afán de cuidar los detalles. Y hasta se me ocurría que me daría igual morir tras llegar al fin de esta pasión – sin otorgarle un significado preciso a “al fin de”-, como podría morirme tras haber acabado de escribir esto dentro de unos meses”.

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“En las ciudades, en los pueblos, en todas partes, los escritores son gente solitaria. En todas partes, y siempre, lo han sido.(…). Queda ese lujo nuestro, que nos pertenece, de poder escribirlo por la noche. Podemos escribir a cualquier hora”.

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3. “En el tren de cercanías, en el metro, en las salas de espera, en todos los lugares donde está autorizado no dedicarse a nada, en cuanto me sentaba me suma en una ensoñación con A. En el instante en que caía en ese estado, se producía un espasmo de felicidad en mi cabeza. Tenía la impresión de abandonarme a un placer físico, como si el cerebro, bajo el repetido flujo de las mismas imágenes, de los mismos recuerdos, pudiera gozar y fuera un órgano sexual como los demás”.

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Escribir no es ni siquiera una reflexión, es una especie de facultad que se posee junto a su persona, paralelamente a ella, de otra persona que aparece y avanza, invisible, dotada de pensamiento, de cólera, y que a veces, por propio quehacer, está en peligro de perder la vida.(…).la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida”.

Queridos lectores:

Aleatoriamente escogí, para compartir, los párrafos anteriores. Pero alevemente, para jugar, los mezcle sin identificar autor ni página, a fin ustedes adivinen a cuál de las autoras pertenece cada uno. Leer también es jugar con el tiempo que nos da vivir.

Aunque es claro que la lectura independiente de cada libro es la auténtica lección que la escritura literaria es la más pura pasión de una vida repleta de pasión de vivir. Vida y literatura. Dos autoras para conocer, en especial para aquellos amantes de leer libros de papel.

La próxima: Cuentos de Lili sobre derechos de los niños.

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