(Refrescamos la idea expuesta en la presentación de esta serie: Estas reflexiones no son, de ningún modo, críticas a algunos en particular, sino, más bien, descripciones de lo que viene ocurriendo hace años en el futbol formativo. Creemos, no obstante, que lo más importante podrían ser las propuestas implícitas en estos artículos, las cuales, por supuesto, son susceptibles de ser controvertidas, mejoradas o descartadas según les parezca a los lectores. Somos conscientes de que durante estos años de ejercicio en el futbol también hemos caído, como todos, en comportamientos arrogantes, incoherentes, injustos o alucinantes, como quiera que son debilidades de la condición humana. Queda la constancia de que, si hay algún asomo de crítica, seriamos nosotros los primeros aludidos)
El fútbol actual está en demasía permeado por los aspectos económicos y nuestra cultura contemporánea prioriza la exaltación del ego y las señales externas de éxito. La realización personal pasó a un segundo plano desde la motivación intrínseca.
Lo primero que debemos revisar es si nuestra metodología de enseñanza-aprendizaje refuerza esa necesidad de aparecer como superiores a los demás o sencillamente apunta a subir nuestra autoestima, lo cual significa tratar cada día de mejorarnos a nosotros mismos. Que seamos nuestra propia medida. Que la búsqueda parta de ese afán interior de hacerlo por nuestra propia satisfacción y crecimiento. Por otro lado, podremos ayudar a los chicos a potenciar su autoestima solo si ellos perciben un afecto etico, leal y sincero de nuestra parte.
En categorías menores no es que la competencia no sea importante, pero debería priorizarse la calidad del juego, por encima de utilizar artificios que puedan servir para ganar renunciando a la esencia y al estilo. Los jugadores solo mejoran intentando jugar. La agonística de la competencia exige pretender ganar, eso es lo que le da gracia a un partido. Nos parecen artificiosos esos festivales donde premian a todos los niños y que “todos ganan”, cuando ellos mismos saben que debería haber un ganador.
Podemos inferir que los europeos, por sus métodos de entrenamientos y competencias, han potenciado a sus jugadores en riqueza técnica e inventiva, que era lo que más importaban de Suramérica. En pocos años, quizás, ya no estaremos aportando muchos talentos al viejo continente y solo tendremos que conformarnos con los mercados emergentes. Así que, nos tocará volver al principio, es decir, ya no trabajar tanto con esa ansiedad del talento para exportación europea, (que potenciaba a algunos en detrimento de muchos)
Lastimosamente, como estimulamos otras cosas más evidentes a los ojos del gran público y las redes nos olvidamos de los detalles, de ese universo de sensaciones de cada jugador, que son las que constituyen las experiencias significativas. Queremos que los chicos y jóvenes sean autónomos, creativos, emprendedores y que muestren liderazgo. Pero preferimos los antiguos métodos autoritarios donde el jugador obedece sin chistar y sin exponer sus argumentos; optamos por imponer nuestra voz única y nuestra idea. Y castigamos a los que se salen del bloque. Conseguimos jugadores de otros equipos porque son muy buenos y hacen cosas diferentes, pero cuando los tenemos a algunos les cambiamos su posición o los obligamos a jugar de otra manera.
Entrenamos toda la semana con ejercicios intencionados, pero no les explicamos cuales son los objetivos. Antes del partido, en las charlas técnicas, volvemos a decir lo que nosotros queremos que se haga y recordamos lo que se entrenó, pero no les damos la oportunidad a ellos, en un ejercicio de preguntas y respuestas, para que puedan expresar si de verdad captaron la idea, si se empoderaron efectivamente del conocimiento que intentamos transmitir.
Además, creemos, erróneamente, que todos debemos jugar y entrenar como europeos. Porque “Eso es lo que exige el mercado”; asumimos esa idea como frase de combate. Sin embargo, Jorge Barraza en reciente nota advierte que “Los más valiosos ya no son los suramericanos” de acuerdo con un escalafón efectuado el último semestre por la la CIES (Centro Internacional de Estudios Deportivos), la cual define entre los primeros cien más costosos solo a 21 jugadores suramericanos. De los históricos sobrevive, en el precipicio, Messi en el puesto 97.
Podemos inferir que los europeos, por sus métodos de entrenamientos y competencias, han potenciado a sus jugadores en riqueza técnica e inventiva, que era lo que más importaban de Suramérica. En pocos años, quizás, ya no estaremos aportando muchos talentos al viejo continente y solo tendremos que conformarnos con los mercados emergentes. Así que, nos tocará volver al principio, es decir, ya no trabajar tanto con esa ansiedad del talento para exportación europea, (que potenciaba a algunos en detrimento de muchos) sino revivir nuestros mercados, quizás menos exigentes desde el punto de vista físico y dinámico, pero con otras atracciones. Con seguridad los valores bajarán pero recuperaremos un fútbol más lúdico.
Esto último me recuerda una fábula (de autor anónimo) contada por un amigo:
La luna empezó a burlarse de la luciérnaga. –“Eres bonita, Luciérnaga pero esa pequeña luz que llevas es realmente ridícula”.
–Sí, es verdad, -respondió la luciérnaga- Pero la luz es mía”