La literatura es ficción. Y el periodismo es realidad. De ahí el viejo debate sobre si lo uno es lo otro, tanto que cuando se hace ficción dentro del ejercicio periodístico se corre el riesgo de “falsear” lo real, ya que en uno permite crear, el otro exige contar lo ocurrido. no hay espacio para imaginar más allá de lo sucedido. Recuerdo que un Premio Pulitzer de periodismo otorgado a un cronista del New York Time fue revocado, cuando se comprobó que la historia era falsa. Una ficción creada por el reportero. y no un reportaje del nuevo periodismo: fusión de realidad y poesía narrada.
Este asunto de literatura y periodismo ha generado, casi siempre, un debate no sólo académico, sino en redacciones, lectores y, en general, entre el público. Debate de tintes éticos, por el ejercicio de ambas libertades públicas, amparadas por la amplia capa del derecho fundamental de la libertad de expresión, consagrado universalmente en el moderno Estado liberal de Derecho. en Colombia en el artículo 20 constitucional que establece: “no habrá censura“.
Debate que, con alto nivel de moralina, se abrió por las diversos, globales, emotivos y oportunistas argumentos, casi automáticos, que se han generado en medios, redes y esquinas de todo el mundo, por la letra y tono interpretativo de la nueva canción de los artistas Shakira y Gonzalo Conde, Bizarrap, denominada “Bzrp Music Session 53“. Y obvio, por las circunstancias actuales que públicamente vive nuestra “Shaky” en torno a su mundo privado y familiar.
Aludo, para ser claro, a lo que, en nuestro patio, en nuestra tribu, se ha llamado: la venganza de la loba herida. Me refiero a la posición editorial que El Heraldo y El Colombiano, con la “complicidad” de la artista, han asumido sobre el fenómeno mediático generado por la canción, que no es sino otra manifestación de la humana libertad de expresión, bautizada en la literatura como autoficción. Género que ha sido reconocido por el Premio Nobel, por ejemplo: Bob Dylan, Annie Ernaux, Pablo Neruda y tantos otros.
En ese sentido no comparto, en lo esencial, la “defensa oficiosa” de El Heraldo a lo expresado en la letra de “Bzrp Music Session 53” que es una expresión artística, independiente de la conducta personal de la creativa killera, de la que no se puede olvidar que es una educadora para la niñez y la juventud. Creer que se venga es omitir que es madre-loba: peleó como fiera sus cachorros en el estrado judicial. Ahora, ¿qué es la venganza? Una furia. Una emoción triste.
En editorial, cuya autoría la directora de El Heraldo se atribuye, por ley y costumbre se presume, titulado: “Shakira se venga…y factura!”(ver opinión pág. 2B del 13/1/23) se argumentó que: “Quienes se arrogan el derecho de fungir como miembros de una policía de las buenas costumbres o las formas elegantes para espetarles a las mujeres entusadas cómo manifestar su tristeza o enojo de acuerdo a las normas convencionales se equivocan“.
Precisando que: “Deberían enterarse de una vez por todas que hace rato quedaron atrás los tiempos del fariseísmo en los que trapos sucios se lavan en casa“. Y rematar el panegírico así: “Al que le caiga el guante que se lo achante como mejor pueda. Ni mojigatería barata ni sumisión frente al machismo de una sociedad que cancela a las mujeres“.
Por su parte el periódico El Colombiano, en su editorial del 15 de enero pasado denominado: “Shakira y “el mecanismo” asegura que: “Shakira y su equipo supieron activar lo que podríamos llamar “El mecanismo“: esa mezcla de ingredientes que hacen explotar a las redes sociales a tal punto que sacuden la propia realidad. Para activar “EL Mecanismo” siempre tiene que haber un ingrediente secreto, que como en cualquier melodrama es una emoción, y en este caso fue la venganza“.
Las opiniones de los editoriales convergen en relacionar la venganza como emoción, con el motivo de la controversial canción. Tanto que se apuesta a una nueva forma para enfrentar la infidelidad, dentro de los rutinarios conflictos matrimoniales y con ella alejarse de la intervención de la justicia reglada en asuntos de familia. Es decir, usemos el mecanismo que brindan las redes sociales para superar o empeorar el asunto. O sea, cobremos venganza viral. He allí el enfoque ético de la controversia, a la que apuntan los editoriales según mi comprensión. son manifestaciones de pensamiento automático: reactivo, poco propositivo.
Olvidaron que la canción, en comento, es un texto. una escritura. Al respecto la novelista francesa Annie Ernaux – premio nobel de literatura 2022– ha enseñado que ésta, la escritura, es:
“Intentar alcanzar lo real, lo que cada individuo experimenta al vivir y que nada tiene que ver con las apariencias“. Por eso, no lo dudo, estamos frente a una creación literaria o poética de Shakira dentro de la auto-ficción, que es una forma de “hablar de si mismo”. Y no una manifestación pública con intención dolosa de vengarse o causar daño.
En ese sentido no comparto, en lo esencial, la “defensa oficiosa” de El Heraldo a lo expresado en la letra de “Bzrp Music Session 53” que es una expresión artística, independiente de la conducta personal de la creativa killera, de la que no se puede olvidar que es una educadora para la niñez y la juventud. Creer que se venga es omitir que es madre-loba: peleó como fiera sus cachorros en el estrado judicial. Ahora, ¿qué es la venganza? Una furia. Una emoción triste.
Ese enfoque de ver o entender una venganza en la canción es lo que no comparto. No lo comparto por diversas razones. Uno: los dos niños, hijos del mismo padre, de la misma familia. Otro: la venganza, como furia, es una emoción triste. Y en este país polarizado deberíamos propender por otras emociones. Que contribuyan a construir una educación sentimental, no avivar la violencia moral o la estigmatización, como a diario suena en la radio local. sintonía total.
Para ilustrar mejor la idea, hago mío el siguiente párrafo del libro: “el país de las emociones tristes” de Mauricio García Villegas:
“Martha Nussbaum, en su interpretación de esta tragedia(La Orestiada de Esquilo: tema la venganza), dice que lo más importante es la transformación de las furias en parte del sistema de solución de conflicto. La ira y la venganza se humaniza incorporándose al sistema legal. No se eliminan: la presencia de las Furias sigue siendo necesaria (el mundo es imperfecto y siempre habrá crímenes) lo que se hace es moderar el carácter impetuoso y dañino que tenían antes. “la ciudad libera así -dice Nussbaum- la lacra de la ira vengativa, generadora del conflicto civil y, en su lugar, adopta una justicia con miras al futuro“(ver pág. 92. Opus cite).
No podemos aplaudir, por falsa solidaridad femenina, la “lacra de la ira vengativa”. Y menos la justicia por medio del mecanismo de las redes sociales. He allí la tarea de una educación sentimental que logre enseñar que la pasión amorosa se acaba, como lo ha demostrado la psicología cognitiva. y que se es bueno lavar los trapos sucios en casa o en los estrados, como lo tiene establecido la democracia liberal.
Pero entonces, Shakira de su problema montó un negocio. El de la industria musical. Esa es la realidad que el periodismo debería analizar. La otra, la poética, no lo avivemos porque de furia, celos, se mueren los toches: pájaros suicidas. Amen.
La próxima: “Pura pasión” por escribir o escribir por pura pasión.