Reflexión: ¿Qué es un hijo?

“Yo no tengo hijos, pero si los de otras personas se entusiasman con lo que escribo, de ahí nace algo en común”. Haruki Murakami, escritor japonés.____

Cuando la vida me ha premiado con la condición absoluta de abuelo de cuatro nietos: tres varones y una bella nena, me asalta la pregunta que motiva esta reflexión: ¿qué es un hijo? Soy huérfano, pues años atrás perdí la dicha de visitar a mis padres, Gaspar Emilio y María Agripina. Y por una aversión recóndita no concurro a cementerios ni hospitales; quiero decir que nunca he llevado flores a la tumba de mis padres, como acostumbran los “buenos hijos”.

Es claro que hoy no soy hijo. Soy padre y, sobretodo, abuelo, condición ésta que siento más allá de la sangre. Mis nietos son mi deleite ético, espiritual, tanto como un deber vital y como fin “en sí mismo” de la vida buena. Completa. Siento para con mis nietos la obligación moral de complacerlos, no solo con abrazos y besos, sino con regalos. He regresado de un poético viaje de vacaciones y solo traje conmigo cuatro obsequios: tres camisetas del Colo-Colo y una muñequita de Isla Negra.

Entonces, por qué me pregunto, sin preocupación alguna, pero con alegría infinita: ¿qué es un hijo? No es una pregunta ocasional, ya que fui a mi manera “un hijo obediente”, que hizo lo que correspondía a ser solidario con las necesidades de mis padres que, lo afirmo ahora, solo trabajaron toda la vida para sacar adelante, como personas decentes, a sus cinco hijos. Así que no intento un sicoanálisis. Escribo sin culpa alguna.

Hay hijos, en especial hijas, que ceden su libertad personal para dedicarse a cuidar, con desvelo, a los padres en la vejez, como si ésta fuera una responsabilidad adquirida desde el nacimiento. Son personas con una inmensa capacidad de amor y sacrificio. De cuidado. En sus historias de novelas encuentro alguna razón, no suficiente, para la presente reflexión: ¿Qué es ser hijo? ¿Atender a los progenitores hasta la sepultura? Otra pregunta de meditación profunda.

En días pasados leí, por la complicidad de una amiga, la columna “rendirse a la ternura“, publicada en el diario El Colombiano, (23/6/25) de la colega Sara Jaramillo. En ella se comenta la amplia diferencia entre usuarios del singular servicio: leer poesía desde una cabina telefónica, los días de celebración de la Madre y el del Padre. Para las madres vendió 150 lecturas, para los padres sobre siete.  Esas cifras reflejan la realidad afectiva que vivimos. ¿Aman más las madres a los hijos? O ¿éstos a sus madres?

Mi única hija, al ser madre redactó la siguiente frase perdurable para su perfil: “¡el amor más grande del planeta en mis brazos!”. La contundencia de la misma la convierte en irrefutable. Por lo que el amor de madre es lo que anhela, siempre, quien desee para todos sus días ser llamado hijo. De ahí, que a una madre no se le puede cuestionar todo aquello que represente dar amor al hijo de sus entrañas. Es inoponible tal sentir.

En los tiempos líquidos actuales, el concepto de Familia se ha ampliado, flexibilizado, tanto sociológica como jurídicamente, que lo admisible es acudir, en plural, al término familias. Entonces, no sólo es la sangre, es decir la biología solemnizada, la que engendra hijos, sino la voluntad civilizada de dar abrigo y reconocimiento a toda aquella persona, niño o adulto, que merezca ser atendido como hijo.

Recientemente leí un mensaje donde un joven definía lo que significa dar abrigo. La frase dice: “mi casa siempre será tu casa donde sea“. Tal expresión me conmovió y muy seguramente motiva la presente reflexión, que solo busca generar alguna meditación sobre el significado de ser hijo. La dialéctica de la vida nos transforma de hijo a padre. Por ello el significado de hijo debe trascender más allá de la sangre.

Si. Sin mucho aprieto mental puedo repetir que hijo es el fruto de una biología consentida, de la química de la sangre. Y así se entiende entre los postulados del Código Civil, que también admite como hijo a aquél a quien un adulto da voluntariamente su apellido, para ayudarlo a crecer y cuidarlo. Naturales y adoptados son los hijos que acepta la historia de la familia, como célula básica de la sociedad.

Pero un hijo siempre será quien tenga la capacidad de albergar, en su corazón, a quien él reconozca que merece ser abrigado en su casa, sea donde sea, para darle calor y compañía. Es hijo, entonces, quien lo desee ser, sin un registro ni por una partida de nacimiento. Hijo, como dijo el poeta Khalil Gibran, es quien concede el amor a la vida. o la vida con amor. Un regalo de y para la buena vida.

La próxima: soñar en villa del mar y almorzar en isla negra con las olas del pacífico.

One thought on “Reflexión: ¿Qué es un hijo?

  1. Considero que este escrito es un tratado sobre el tema del ser hijo, constituye una temática necesaria para una Pedagogía, que rescate los sentimientos, afectos y emociones, para una sociedad que trate con dignidad y no etiquete o estigmatice a las personas. Es también, una justa retribución a los hijos. Que son bello regalo que se presta a los padres.

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