¿Para qué sirve la ética?

Introducción

A sabiendas de mi amplia andanza docente, profesor de ética médica, me interroga, escéptico, un amigo con la misma pregunta que, con frecuencia, hacían en clase los alumnos de la facultad de medicina: ¿Para qué sirve la ética?

El amigo se fundamenta en la descomposición moral reinante en las diferentes esferas de la sociedad. “Ya nadie respeta nada ni a nadie, impera la ley del más vivo”, afirma. Los alumnos, por otra parte, comentaban que “todo el mundo hace lo que da la gana y nada pasa”, para sostener su cuestionamiento a la ética, rama de la filosofía, que reflexiona sobre la moral.

Cuando en una mañana lluviosa y fría la pereza invita a no levantarse para ir al trabajo y me levanto porque mi sentido de responsabilidad me dice que no puedo seguir acostado. He allí a la ética cumpliendo su oficio en beneficio de mi vida personal. La ética nos hace responsables.

Cuando en una noche de parranda la madre advierte al hijo y a sus amigos que se cuiden, no lleguen tan tarde y se fijen con qué clase de personas se van a juntar. He allí a la ética cumpliendo su oficio en beneficio de la vida del otro, de los otros. Nuestros mayores insistían en un sabio proverbio “Quien no oye consejos no llega a viejo”. Son innumerables las tragedias que a diario suceden por jóvenes que no ponen atención al bendito consejo de sus padres, no los oyen. La ética nos hace respetuosos.

Cuando la rectora de un colegio, sucedió en fecha reciente, toma la decisión de suspender en actitud valerosa, encomiable, la ceremonia de grado de los estudiantes de último año por el bochornoso, mal proceder de unos alumnos, contra viento y marea de la complicidad de sus padres.  He allí a la ética cumpliendo su oficio en favor de la comunidad. La rectora manda, así, un mensaje contundente a los padres de familia y a la sociedad en general de que no podemos seguir siendo tolerantes con la consigna aquella del “cógela suave” que no pasa nada, mediante el cual pensamos que todo está permitido, con desconocimiento flagrante de valores y principios que trastocan las bases de la sana convivencia. Previene de manera tácita contra la corrupción que permea los estamentos todos de nuestra organización social. En particular, cuida de la vida de los jóvenes cuando advierte del camino equivocado que los puede conducir a una conducta delictuosa que casi siempre termina en la cárcel o el cementerio. La ética nos hace solidarios.

Ética medica

La ética como asignatura curricular, académica, es vista desde que somos estudiantes, por lo menos según mi experiencia docente, como una materia de relleno junto a otras como historia de la medicina o epidemiologia, por ejemplo, consideradas por una gran cantidad de alumnos que están soñando en ser cirujanos, poco necesarias para el futuro desempeño profesional.

Para llegar a ser un buen médico, un médico excelente, cualquiera sea la especialidad, hay que poner el mayor esmero en estudiar todas las asignaturas, sin excepción, insinuaba una y otra vez a mis discípulos. 

Luego, en congresos y simposios de médicos graduados, especialistas, es notoria la escasa concurrencia de los asistentes a una esporádica conferencia relacionada con los aspectos ético-legales. Aprovechan, entonces, este espacio de tiempo para salir a tomarse un café y visitar los estantes de la todopoderosa y alucinante industria farmacéutica. El tema científico, casi con exclusividad, es el que llama su atención, abarrota todos los salones del evento. Resultado de esta apatía gremial por lo ético-legal fui testigo, magistrado del Tribunal de Ética Médica del Atlántico, de ver llorar a lágrima viva a más de uno, connotado y distinguido especialista de la ciudad, ante la realidad incomoda, pesada, de un proceso ético disciplinario a consecuencia de una demanda por mala práctica, con el pueril argumento de su desconocimiento de la ley. Una demanda es una pesadilla que no deseo a ningún colega.  “El desconocimiento de la ley no exonera de responsabilidad” afirma el aforismo jurisprudencial. La competencia profesional debe estar engalanada por una competencia ética. La ética nos enseña el médico que debemos ser.

¿Para qué sirve la ética? Sencillo. Para cuidar la vida: la mía, la del otro, la de todos. Según Aristóteles la vida teórica (biológica) y la vida practica (del alma o personal). Por puro instinto de conservación, de conservación de la vida, surge afortunada una conciencia ética de supervivencia que nos protege y salvaguarda del mal, de lo que no está bien, de lo incorrecto, de lo que nos perjudica, de lo que debe hacerse, ante todo lo que puede hacerse.

La insatisfacción de mayor parte de la gente que acude a los centros de salud no es tanto por la incompetencia profesional, sino por la incompetencia ética, a la falta de humanidad de los agentes sanitarios.

Conciencia ética

¿Para qué sirve la ética? Sencillo. Para cuidar la vida: la mía, la del otro, la de todos. Según Aristóteles la vida teórica (biológica) y la vida practica (del alma o personal). Por puro instinto de conservación, de conservación de la vida, surge afortunada una conciencia ética de supervivencia que nos protege y salvaguarda del mal, de lo que no está bien, de lo incorrecto, de lo que nos perjudica, de lo que debe hacerse, ante todo lo que puede hacerse. Kant el filósofo alemán consideró a la ética la ciencia “Del deber ser”. Propone el “Imperativo Categórico” como una norma moral en que los individuos deben actuar siempre como si sus acciones pudieran convertirse en una ley universal. Según esta ley universal todos los seres humanos tienen el deber de actuar con respeto hacia sí mismos y hacia los demás.

El instinto de conservación es un mecanismo natural de defensa que impulsa a los seres vivos a preservar la vida, evitar el dolor y buscar la seguridad de su cuerpo contra lo que lo destruya. Protege, además, la dignidad e identidad de la persona contra los que intenten desconocer sus derechos, no reconocer su autonomía como sujetos libres. La ética nos enseña el buen sentido que debemos dar a nuestra existencia.

Es la conciencia ética la que ilumina el instinto de conservación, transformándolo en la responsabilidad moral y también, en la responsabilidad legal   que nos lleva a ser conscientes de las consecuencias dañinas o perjudiciales de nuestros actos, para nosotros mismos como para los demás.

La falta de ética nos hace perder el sentido de la vida, la línea correcta sobre la cual debemos transitar para no equivocar el rumbo bueno de nuestra existencia, para el alcance anhelado de la felicidad.  La ley moral o el código ético que regula la acción comunitaria orienta nuestras decisiones, acciones y relaciones en la vida personal, profesional y social, más allá de lo legal o lo permitido. Es imperioso no apartarse de las normas éticas, de etiqueta o de las que dictan las buenas costumbres para lograr un comportamiento coherente, respetuoso, que nos dignifique como personas, que nos haga personas de bien. La ética nos humaniza.

Manual de Urbanidad y Buenas Maneras es el nombre del libro conocido como Manual de Carreño escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño en 1953. A pesar de los años sigue vigente como una guía excelente para comportarse de forma decente y honesta. Ojalá todos pudiéramos leerlo, en especial los niños y jóvenes.

La conciencia ética, en suma, nos hace respetuosos con el otro, con los demás y responsables en el cumplimento de unas obligaciones consigo mismo, con la sociedad y con el Estado.

Responsabilidad y respeto son enunciados claves, dos valores éticos que, al cumplirlos, al aplicarlos en nuestro diario accionar responden a la pregunta de ¿Para qué sirve la ética? Para ser respetuoso, responsables y más humanos en las diferentes circunstancias de la vida.

One thought on “¿Para qué sirve la ética?

  1. Dr. Teobaldo, tu artículo ¿Para qué sirve la ética? aborda una pregunta fundamental. Ante ella, el profesor Rodolfo Ortega, de la Universidad del Norte (q. e. p. d.), solía responder: “Sirve para nada y sirve para mucho”, destacando así cómo la reflexión sobre los aspectos morales y las nociones de lo bueno y lo malo ha sido subvalorada en nuestras sociedades modernas, dando paso a la posverdad.

    Un tema de vibrante actualidad

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