Felicidad y sufrimiento
Mucha gente me comenta que viven una vida en paz y tranquilidad, pero no son felices. En algún momento afirmé que esto no es posible, dado que consideraba que paz, tranquilidad y felicidad conforman una configuración tríadica, por lo tanto, si vives en paz y tranquilidad, entonces también eres feliz, y si sientes felicidad en tu vida, entonces también vives en paz y sosiego.
Hay otra mirada sobre la paz, la alegría y la felicidad; la perspectiva de considerarlas estadios del estado de conciencia. Es decir, mientras más consciente vivas tu vida, más feliz eres. De ahí que la paz, la alegría y la felicidad puedan ser consideradas como procesos, niveles o grados de concienciación. Son configuraciones inmanentes al estado de conciencia, en el que la paz es el punto medio, en cambio el dolor y el sufrimiento constituyen el estadio más bajo y limitado de la conciencia humana. Por lo tanto, la alegría y la felicidad pueden ser consideradas como estadios superiores de la conciencia.
Cuando vives la vida de manera distraída e inconsciente, te sumerges en los estadios más bajos y limitados de la conciencia humana: el dolor y el sufrimiento. Pero si vives una vida atenta, consciente del momento presente, concentrado en el aquí-ahora, podrás ser alegre y feliz sin límites.
Cuando observas de manera atenta y profunda una emoción de dolor y sufrimiento, comienzas a disolverla. Desde esta mirada, puedes ser feliz incluso en el sufrimiento, porque tu dolor se convierte en alegría cuando lo miras atentamente y eres consciente de tu sufrir. Al observar tu sufrimiento, suspirar, expirar y sonreír, de manera atenta, concentrada y consciente, emerge la felicidad, disipando el dolor con tu autoconciencia y atención vigilante.
Es irónico, pero no es la felicidad ni la prosperidad las que unen a las personas; me he dado cuenta que es el dolor, el sufrimiento y las injusticias lo que las acerca y une aún más, ya sea para lamentarlo juntos o para solidarizarse con el otro por ese dolor. Por eso, valora a las personas que están contigo y te apoyan en la adversidad, porque gente para ir de fiesta sobran; pero amigos leales y sinceros son muy pocos.
En la vida, todas las situaciones que nosotros llamamos buenas o malas forman parte del aprendizaje. El vivir humano no es estático, es dinámico, no es sólido, es líquido, no es rígido, es flexible; cambia a cada segundo. Somos nosotros los que convertimos los momentos y experiencias en dolorosas, cuando nos negamos a aceptar que todo va cambiando, todo fluye, en un continuo de paz-angustia-alegría-dolor-sosiego-tristeza-tranquilidad-sufrimiento-felicidad.
Los seres humanos nos negamos a aceptar las nuevas situaciones porque nos sacan de nuestra zona de confort y por eso sufrimos, rechazamos los cambios emocionales y nos sentimos morir cuando no suceden las cosas como eran antes. Para ser felices y disipar el dolor y el sufrimiento, debemos vivir en el presente sin añorar un pasado que no volverá, ni un futuro incierto, pues el futuro se configura con unas buenas bases del presente y dejando atrás lo que dolió, solo conservando lo que nos aportó a ser una mejor persona. Las personas queridas siempre estarán en nuestro presente, aún después de su desaparición física.
Vivir una vida plena, sin dolor ni sufrimiento
Para vivir una vida plena, sin dolor ni sufrimiento es necesario detener tu mente revoltosa. A esto llegarás si te entrenas. Si no entrenas te puedes engañar. Mientras más entrenas a prestar atención a los pensamientos y a cuestionarlos, más fácil te será no hacerle caso a la mente y estar siempre presente. Eres presencia, pero si no entrenas seguirás incierta en la mente obtusa.
Recuerda que la idea es desechar pensamientos. Llegará el momento en que los pensamientos no vendrán y podrás estar en el momento presente sin estar distraído con lo que tu mente te envía. Tu presencia y la capacidad de prestar atención plena, estarán siempre en el aquí-ahora y, poco a poco, comenzarás a ver aspectos de la realidad que antes no veías, por estar sumergido en los pensamientos.
Al final, conocerás la diferencia entre pensar lo que está sucediendo y contemplar lo que está sucediendo. Si lo observas para saber en qué va a terminar, entonces estás pensando, si lo miras para saber por qué sucedió, también lo estás pensando. En cambio, si lo miras, lo observas, lo contemplas, lo vives, lo experimentas y lo vivencias, sin sacar conclusiones, estarás entendiendo lo que significa sumergirte en tu consciencia y descubrir cómo es que funcionas, para liberarte de la ignorancia nociva de nuestro funcionamiento.
A veces sufrimos tanto y nos amargamos tanto la vida incluso por banalidades, pequeñeces y asuntos sin importancia ni trascendencia, porque le damos existencia real externa a lo que pensamos y vivenciamos. Nuestra mente nos arroja pensamientos y vivencias que reificamos y cosificamos como si tuviesen una existencia real independiente de lo que sentimos, creemos y pensamos
Estando en el presente, a pesar de las circunstancias externas, te darás cuenta que cuando estás aquí-ahora, en este momento y lugar, todo lo demás fluye suavemente, de manera natural: tranquilo, sosegado, y en paz.
Vivir fácil
Vivir es muy sencillo. Pensamos que es difícil pero no es así. Ser feliz es muy fácil. Pero nos cuesta mucho trabajo porque los seres humanos complicamos nuestra existencia y lo complejizamos todo. Los árboles, los niños y los animales no humanos, viven eternamente felices, no complican nada, nunca tienen ansiedad y no se preocupan ni se deprimen por nada. Para ellos todo está perfectamente bien, nada los angustia. ¿Será que los seres humanos, para vivir tranquilos y felices, deberíamos vivir como los árboles y los niños?
La felicidad no es otra cosa que la esperanza del sosiego, la autopromesa de la alegría, la paz y la tranquilidad.
Somos infelices y sufrimos cuando vivimos en el pasado. La esperanza es la certeza de un presente que vendrá, lo deseamos con nostalgia, aquella que surge por no ser nuestro presente inmediato, pero finalmente lo esperamos. Entonces, si la infelicidad es nostalgia por el pasado, la felicidad por lo menos debe ser cercana a la nostalgia por ese futuro, por nuestra esperanza.
¿Cómo vivir feliz sea cual sea la situación o circunstancia?
¿Por qué a veces sufrimos tanto y nos amargamos tanto la vida incluso por banalidades, pequeñeces y asuntos sin importancia ni trascendencia?
¿Qué somos los seres humanos y cómo vivimos nuestro vivir cotidiano?
¿Qué es el vivir pleno y qué relación tiene con lo que llamamos alegría y felicidad?
¿Cómo vivir en paz, sosiego y tranquilidad?
Sigue leyendo y lo comprenderás…..
El ser humano es una configuración de deseos, ilusiones, anhelos, sueños, expectativas, propósitos e intenciones. A través de nuestros seis sentidos (vista, olfato, oído, gusto, tacto, mente) nos comunicamos con el mundo que llamamos realidad exterior, la vida. Pero ontológicamente no existe la vida, ni el mundo, ni la realidad, ni nada externo. Todo eso solo existe en nuestra mente, en nuestros pensamientos. En realidad solo existe el vivir, la afluencia de sentires, haceres, creencias, afectos, emociones, sensaciones. Solo existe lo que sentimos, vivenciamos y experimentamos. Solo existe el vivir, fragmentos de conciencia.
A veces sufrimos tanto y nos amargamos tanto la vida incluso por banalidades, pequeñeces y asuntos sin importancia ni trascendencia, porque le damos existencia real externa a lo que pensamos y vivenciamos. Nuestra mente nos arroja pensamientos y vivencias que reificamos y cosificamos como si tuviesen una existencia real independiente de lo que sentimos, creemos y pensamos. Pero nada existe independiente de nuestro sentir y pensar. Nosotros traemos a nuestro mundo el sufrimiento que podría ocasionar cualquier situación dolorosa. Es cierto que el dolor que causa la situación puede ser real, pero el sufrimiento es opcional. Y podemos decidir no sufrir por nada. Pero ¿Cómo?
En nuestro vivir cotidiano, a través de las 6 operaciones neuropsíquicas (ver, oír, oler, gustar, tocar, pensar) configuramos el mundo en que vivimos. Experimentamos un torrente de deseos, anhelos, sueños e ilusiones, los cuales crean expectativas que se convierten en mediadoras de nuestro estado de ánimo. Si se cumplen sentimos bienestar, alegría o felicidad. Si no se cumplen sentimos malestar, dolor o sufrimiento.
¿Qué hacer entonces?
Aceptar el mundo tal como es, observarlo sin intenciones, sin supuestos, sin aprioris, sin prejuicios, sin propósitos, sin expectativas. ¿Cómo?
Es muy sencillo. Muy fácil.
Con la práctica espiritual.
Con la voluntad psíquica.
Suspira. Eres un ser maravilloso.
Respira. Estás vivo.
Inhala. Estás aquí.
Exhala. Estás ahora.
Y observa tu respiración. Nada más.
¿No es hermoso vivir sea cual sea la situación o circunstancia?