Dos nobeles de literatura criados, en la niñez, por abuelos maternos

Gabriel García Márquez, a quien en su infancia los parientes llamaban Gabito y, desde su juventud, amigos y colegas del periodismo y la literatura “bautizaron” como Gabo, vivió con sus abuelos maternos: Tranquilina Iguarán Cotes y Nicolás Márquez Mejía, coronel en la guerra “de los mil días”, más allá de los 8 años de edad. Después regresó a Aracataca, a los 22 años, en compañía de su madre a vender la casa de los abuelos, hoy centro cultural.

En Cochabamba (Bolivia) a donde se trasladó la familia materna de Mario Vargas Llosa, a quien su primera esposa llamó “Varguita“, por lo que el niño, al que dijeron ser huérfano de padre, recibió la atención y el cuidado de los abuelos maternos Carmen Ureta Vargas y Pedro Llosa Bustamante, quienes lo matricularon en la Escuela de los Jesuitas, donde el escritor se enamoró de la lectura y, por ende, de la escritura.

Gabito aprendió a leer, y a escribir sin afanes, en la Escuela Municipal de Aracataca, donde fue matriculado a los 5 años de edad, de la mano de la Maestra Rosa Fergussón, de quien dijo, en el olor de la guayaba: (Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza):

“La que me enseñó a leer era una maestra muy bella, muy graciosa, muy inteligente, que me inculcó el gusto de ir a la escuela sólo por verla”.

“Varguita” tenía 10 años de edad cuando conoció, en Piura, a su padre Ernesto Vargas, originándose un duro conflicto entre padre e hijo, pues el niño había descubierto, con el apoyo del abuelo, su vocación por la lectura y la escritura, mientras el progenitor era “enemigo” declarado de ese oficio de las letras y pretendió alejar al pre-adolescente del mismo, matriculándolo en el colegio militar, “Leoncio Prado” de Lima, donde fue cadete y encontró el tema de su premiada novela “La ciudad y los perros“(1963).

En el libro “Gabriel García Márquez, una vida“(Debate), del biógrafo inglés Gerald Martin, se cuenta lo siguiente: “Anuncio (en rueda de prensa) que en la ceremonia de Estocolmo no luciría traje de etiqueta, sino una camisa guayabera, o puede que incluso un liquiliqui -la túnica y los pantalones blancos de hilo que llevan los campesinos latinoamericanos en las películas de Hollywood-, en honor a su abuelo“(ver pág. 478). El anuncio lo cumplió el 10 de diciembre de 1982 al recibir el Premio Nobel de Literatura.

En el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, en diciembre de 2010, titulado: “Elogio de la lectura y la ficción”, Vargas Llosa afirmó:

“Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el colegio de La Salle, en Cochabamba (Bolivia). es la cosa más importante que me ha pasado. La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño”.

“El coronel se llevaba consigo a su nieto a todas partes, todo se lo explicaba, y cuando se le presentaba una duda, lo llevaba a la casa, sacaba el diccionario de la familia y subrayaba su propia autoridad con la definición que hallara allí”(pág 64). Cuando el nieto nació, el abuelo, derrotado en la guerra, contaba con 63 años de edad.

El biógrafo inglés de gabo, quien también será de varguita, relata en “una vida“, lo siguiente:

“El coronel se llevaba consigo a su nieto a todas partes, todo se lo explicaba, y cuando se le presentaba una duda, lo llevaba a la casa, sacaba el diccionario de la familia y subrayaba su propia autoridad con la definición que hallara allí”(pág 64). Cuando el nieto nació, el abuelo, derrotado en la guerra, contaba con 63 años de edad.

En el primer capítulo del libro “El pez en el agua (Penguín Ramdom House), de 715 páginas, cuyo título es: “ese señor que era mi papá“, Mario Vargas Llosa ajusta cuentas con el padre que abandonó a la madre estando embarazada de 5 meses, de él, hijo único. Sobre esa situación dice: “El no tener papá, o, mejor dicho, que mi papá estuviera en el cielo, no era algo que me atormentara; al contrario, esa condición me confería un status privilegiado, y la falta de un papá verdadero había sido compensada con varios sustitutorios: el abuelo y …”(ver pág 23).

Para García Márquez, afirmación sostenida en entrevistas, su obra maestra era “El coronel no tiene quien le escriba“(1966), la primera que leyó, en francés, Vargas Llosa que dijo, en el artículo “García Márquez por Vargas Llosa”(El País 2017):

“Me gustó mucho por su realismo tan estricto, por la descripción tan precisa de este viejo coronel que sigue reclamando una jubilación que nunca le llegará”.(ver pág 117 de “Dos soledades“).

Pero, en 1967 en el ensayo “Cien años de soledad: El Amadís en América”, Vargas Llosa expresó:

“De niño, García Márquez (…) revivió junto a su abuelo, un veterano de las guerras civiles, los episodios más explosivos de la violencia colombiana. El abuelo murió cuando él tenía 8 años. “desde entonces no me ha pasado nada interesante“, declaró hace poco a un periodista”(ver pág 122 de “fuego de la imaginación“).

Existe en la amplia bibliografía de la producción literaria, periodística, discursiva y ensayística de ambos autores, un libro titulado:” Dos soledades, Un diálogo sobre la novela en América Latina”(Alfaguara), que recoge la entrevista mutua entre Gabo y Vargas realizada, en septiembre de 1967, en Lima; además de otras entrevistas concedidas. Ese libro es, no lo dudo, una lección sobre la escritura.

Desde que leí “Gabriel García Márquez, una vida” y nació mi primer nieto, Jesús Mario, deseé escribir una reflexión sobre la infancia y la creación, para entender la importancia de la relación, más allá de la biología, de abuelos y nietos. Por ello, he tratado de reseñar, “a vuelo de pájaro”, episodios y declaraciones de estos dos laureados novelistas sobre su niñez, pues estoy convencido que a los nietos no se les debe impedir convivir, en alegrías, con sus abuelos maternos. Quien lo haga no reconoce a la familia. Es ley de vida.

La próxima: La amistad y su filosofía.

One thought on “Dos nobeles de literatura criados, en la niñez, por abuelos maternos

  1. Es una analogía interesante entre Vargas Llosa y García Márquez al destacar la influencia determinante que tuvieron sus abuelos en la formación de sus respectivas voces literarias. Ambos escritores, aunque con estilos y enfoques distintos, encontraron en sus raíces familiares una fuente inagotable de inspiración. En particular, las figuras de los abuelos no solo representaron vínculos afectivos, sino también modelos de pensamiento, valores y relatos que marcaron profundamente sus imaginarios narrativos. Esta observación subraya cómo el escritor se nutre no solo de la gran historia, sino sobre todo de las vivencias familiares y de los hechos aparentemente cotidianos, que adquieren una dimensión universal al ser transformados en literatura.

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