Visite, aprovechando “el puente” del Día Internacional de Trabajo, la exposición “Todo se sabe, el cuento de la creación de Gabo“, la cual está abierta desde el 23 de abril- día del idioma- hasta el 2 de agosto, en la Sala Samper de la Biblioteca Nacional, ubicada en la 5a con 26 de Bogotá D. C. Y brinda, a quien la visité, la oportunidad de conocer aspectos de la vida y obra de Gabriel García Márquez.

Cuando leí, días atrás, la noticia sobre la exposición, en El Espectador, se informaba que el recorrido podría durar 8 horas. El dato me animó a ir. Pero no es cierto. Ese tiempo lo puede invertir quienes no conozcan nada sobre García Márquez. Hice el recorrido en una larga y pausada hora de más de 60 minutos. Deteniéndome en algunos detalles que ignoraba o había olvidado la memoria del abuelo que soy.
La exposición recorre, con exhibición de elocuentes fotografías, textos explicativos, recortes de prensa, videos precisos y muestra de primeras ediciones de los libros de Gabo y de sus maestros, desde la foto de la boda de los padres, la partida de bautismo y el retrato, a color, de la familia entera hasta el recibimiento del premio nobel de literatura y la noticia de la muerte de “un genio de la literatura universal“, como la tituló El País de España.

Fui a ver la exposición “Todo se sabe, el cuento de la creación de Gabo“, en la que contribuyen diversos coleccionistas, desde Universidades, la Fundación Gabo y particulares, con la única curiosidad de ver, como el apóstol incrédulo, cómo corregía los textos. Y comprobé que el Nobel era un verdadero obrero de la escritura, de la literatura a la que dedicó su carpintería, más allá del genio: El talento.
Mientras recorría los diversos “stand” de la concentrada exposición, sin atender la palabra ilustrada de los guías “cachacos” que a cada instante repetían “García Márquez”, tuve la sensación sincera de estar viendo y viviendo el trasegar, en el oficio, de UN GENIO. Emoción que evidencié cuando, al final del recorrido, me detuve a leer y fotocopiar la primera plana de El País sobre su callada muerte. Noticia mundial.

Pero fui de sorpresa en sorpresa. La primera fue cuando, en una esquina solitaria, me topo con la fotografía, a color y gran escala, de Gabo y Shakira. Es impactante ver a ese par de genios -nuestros paisanos- conversando. Me acorde de mi hija, fanática de “Shaki” como le dice. Tome foto de la foto para comunicar, en ese instante, dónde estaba. Super, respondió Oona. En la imagen, la cantante parece reverenciar al escritor. son dos estrellas fulgurantes iluminando esa esquina.
Me encontré con “EL boletín” o registro de las calificaciones anuales de Gabo durante sus estudios, 1947 y 1948, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Ahí me detuve. Observe. Me acerque a la vitrina. Leí detalle a detalle. Línea a línea. Volví a “tomar” foto. Y en pausa me dije: “no fue un gran alumno!”
Seguí la marcha contemplativa, viendo y leyendo detalles conocidos, hasta que, en otra esquina, casi secreta y anónima, me encontré con “El boletín” o registro de las calificaciones anuales de Gabo durante sus estudios, 1947 y 1948, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia. Ahí me detuve. Observe. Me acerque a la vitrina. Leí detalle a detalle. Línea a línea. Volví a “tomar” foto. Y en pausa me dije: “no fue un gran alumno!”
¿La razón de pensar así? En el registro del 47 aparece la nota de 2.50 en Estadística y Demografía Romano. Y en el del 48 se registra, con letra manuscrita y tinta azul, que perdió, todas las asignaturas, “por falla” y “no se presentó”. Reposando el carnívoro almuerzo recordé en 1948 mataron a Gaitán, la residencia donde “el pichón de abogado” habitaba, en la 7a con 8a, fue incendiada. Y Gabo se regresó, huyendo de las llamas del “Bogotazo”, a las murallas de Cartagena. Razón más que suficiente para perder “por falla”. Para entonces, no se estudiaba por correspondencia, ni virtual.
Mi mayor sorpresa la percibí al doblar, suavemente, una esquina del stand dedicado al otorgamiento y recibimiento del Premio Nobel a Gabo, cuando quedé frente a la primera página del desaparecido Diario del Caribe de Barranquilla dedicada a semejante noticia. Me detuve. Mi memoria regresó a aquél día. Para entonces, viernes 22 de 1.982, era reportero del Diario, la noticia acaparó toda la atención del periódico. La escuche a la media mañana, por la radio en la esquina de “20 de julio” con la calle 39, donde quedaba la Parker. Lo demás es historia sagrada.

En la exposición se evidencia que la reconocida obra literaria de Gabo, no sólo es el resultado del talento, el talento de un “genio de la literatura universal, sino de la disciplina en el trabajo creativo. Están exhibidas páginas enteras corregidas. Corregía con manuscritos al margen, sobre líneas o tachando con líneas cruzadas. Es decir, fue un “camellador” y no un escritor inspirado por musas etéreas. La inspiración lo abrazaba trabajando.
El fascinante recorrido concluye con la primera plana del diario El País informando del fallecimiento, un jueves santo, de Gabriel García Márquez “El genio de la literatura universal”, reza el titular. Al salir Gabo, protegido con una ruana oscura, nos despide. He cumplido mi cometido: visitar y disfrutar con la exposición “Todo se sabe, el cuento de la creación de gabo“. Estará abierta hasta el 2 de agosto. ¡Visítala!
La próxima: Las madres y su amor.
Este interesante articulo, rinde un gran homenaje a nuestro nobel de literatura, se observa una buena documentación visual, que complementa muy bien lo abordado en torno a la vida y obra de Gabriel García Márquez,