En la presentación del libro MEDICINA. CIENCIA ÉTICA Y VOCACIÓN, realizada el pasado 27 de noviembre, el abogado y filosofo Gaspar Hernández Caamaño, que ofició de periodista amigo y entrevistador, me interrogo, inquieto, sobre la vocación médica. Mi respuesta se basó en un discurso pronunciado, en 2018, a los estudiantes de último semestre de medicina de la Universidad Libre en la ceremonia de “Imposición de la Bata Blanca” y que aparece publicado en el libro. Lo transcribo a continuación para conocimiento de mis amables lectores de “Soloproposiciones”.
Para la conmemoración del Dia del Médico, de este año 2021, he creído oportuno hacerlo público motivado por el momento crítico que ha tocado vivir a los profesionales de la salud debido a la pandemia del coronavirus, en donde se ha puesto a prueba el carácter de su profunda vocación de lucha, además de la científica y humana.
VOCACION MÉDICA
INTRODUCIÓN
No ha habido tres de diciembre, en más de cuatro décadas de ostentar el título de médico, que no me haya manifestado en relación con esta efeméride en que se celebra el “Día Panamericano del Médico”. Con profundo orgullo por lo que sentimos que somos y, también, con mi clamor de protesta por la injusta falta de reconocimiento a lo que sabemos y hacemos. Desde mucho tiempo atrás cuando, en la trinchera de la dirigencia gremial, encaraba la defensa de la dignidad médica, hasta los días presentes en que abatido por la ingratitud de los estamentos de la sociedad y del Estado hacia la profesión continúo, no con el mismo ímpetu de antes por el peso de los años, levantando mi voz de indignación cada vez me es posible.
LA VOCACIÓN SEÑALA EL CAMINO. Quisiera, en esta ocasión, referirme a la vocación médica. La palabra vocación proviene del latín vocatio, que deriva del verbo vocare ‘llamar’. Seres sociales somos con el don de la comunicación a través de la palabra. Llamados a ser algo en la vida, cada uno, con base en talentos que forjan unas inclinaciones hacia algo que podemos aprender y hacer. Las inclinaciones conducen a capacitarnos para atender exigencias de la subsistencia personal y solidariamente para favorecer a los demás que, humanos, necesitan de nuestro cuidado y ayuda. Es natural la “vocación de cuidado” por el otro, en especial por los seres que nos son más queridos.
El camino que escojas, el propósito que te señales y el fin que te motiva marcan tu destino. Un impulso interior te lleva a realizarlos. Es lo que denominamos vocación. Solo tú sabes de lo que eres capaz y hasta dónde puedes llegar. La vocación como inspiración no obedece a voces externas o imposiciones que vienen de afuera. Es una voz interior la que te hace el llamado. Corresponde, por tanto, a una decisión libre y autónoma de la persona. Ortega y Gasset sostiene que: “Al ser fieles a la vocación somos fieles a nuestra propia vida, y por eso la vocación designa la mismidad y autenticidad de cada ser humano… lo que auténticamente es”.
La vocación señala el camino. En el caso de la médicina entendida como vocación social, vocación científica y, una tercera agrego yo, vocación de lucha; todas en beneficio de lo más valioso que tiene la gente: su salud y su vida.
VOCACIÓN SOCIAL. En un sentido místico Dios tiene señalada tu misión en esta vida. Es la voz de Dios la que te hace el llamado. La realización como médico, en este sentido, obedece a un designio divino. La divina providencia te escogió para el servicio a los enfermos, los débiles, los más necesitados. Bendito privilegio, cuando según San Mateo, “Muchos son los llamados y pocos los elegidos”. De tal manera que la vocación médica corre pareja con una vocación de ayuda a los demás, una vocación social de cuidado.
El compromiso adquirido con el hombre y con la ciencia traen consigo, desde el principio hasta el final de la carrera, renuncias, sacrificios, incomprensiones, ingratitudes, sinnúmero de dificultades que reclaman del médico, reciedumbre de carácter, coraje y valentía, umbral elevado ante la adversidad
Durante algún tiempo la Universidad Libre me seleccionó como entrevistador de los alumnos aspirantes a la facultad de medicina, en las pruebas de admisión. En su gran mayoría, a la pregunta ¿Por qué habían escogido estudiar esta carrera? respondían que: “les encantaba servir a la gente”. Ciertamente, esta actitud, es primer requisito, a mi modo de ver, para aventurarse en profesión tan necesaria de un auténtico humanismo, de una sólida competencia ética.
VOCACIÓN CIENTÍFICA. La vocación médica no puede quedarse, solo, en un romántico amor al hombre, en un “médico bueno” con amor escaso al arte de la medicina. Una vocación integral, para el alcance de la excelencia profesional va acompañada, además, del indispensable amor al estudio, curiosidad investigativa, hambre de conocimientos, de vocación científica, para el logro de un “buen médico”.
Se es estudiante de medicina por siempre, desde que pisas los claustros de la universidad hasta que las fuerzas lo permitan.
VOCACIÓN DE LUCHA. El compromiso adquirido con el hombre y con la ciencia traen consigo, desde el principio hasta el final de la carrera, renuncias, sacrificios, incomprensiones, ingratitudes, sinnúmero de dificultades que reclaman del médico, reciedumbre de carácter, coraje y valentía, umbral elevado ante la adversidad; vocación de lucha para contrarrestar el desaliento que todas estas circunstancias traen consigo, para no desfallecer.
HERMOSA VOCACIÓN. A pesar de todo ¡cuán hermosa es nuestra vocación! Los conflictos por enfrentar en la práctica médica no nos amilanan ante la grandeza de una labor inspirada en la ayuda compasiva a los enfermos y riguroso cultivo de la ciencia. En la consagración generosa de nuestra vida al servicio de la humanidad, tal lo prometemos en el juramento médico.
CONCLUSIÓN
En esta magna fecha nos llenan de júbilo y satisfacción el soporte admirable que nos aportan, los sabios e ilustres cultores de la ciencia e investigación médica que hacen posible el milagro de sanar a los enfermos.
La encomiable labor de los servidores hospitalarios que, en forma abnegada, callada, dan su vida por la sanación de los pacientes.
El talante para imitar de los aguerridos colegas que exponen su tranquilidad y sosiego en defensa del prestigio y prestancia de la profesión, en salvaguardia de su honor.
Sus testimonios nos estimulan, son acicate para no claudicar ante quienes pretenden esclavizarnos. “Fin de la esclavitud” es altiva consigna de la organización médica para la presente conmemoración.
A los profesionales de la medicina presento fraternal saludo y rindo efusivo tributo de admiración en este Día Panamericano del Médico.
J Ferrater Mora 1994, Diccionario de Filosofía Q-Z, Editorial Ariel, Barcelona, p. 3717.