Campo traviesa/ gira el caballo y de pronto:/ ¡un ruiseñor!
Matsuo Basho
El cross country se concibe como un deporte, o una carrera donde el terreno y el paisaje natural son cambiantes; el corredor transita por senderos de ascensos y descensos, siendo su riqueza aeróbica estimulante para su condición física. Cross country traduce carrera de fondo en terrenos naturales y variados; también se conoce como campo traviesa, es decir, el corredor realiza la travesía de su carrera por campos y bosques, que constituyen un desafío. En este texto breve, tomaré el concepto en castellano de campo traviesa. Si la travesía del corredor le beneficia su organismo, la travesía del lector es un peregrinar incierto a través del libro, es el viaje propiciado por la lectura, que implica un esfuerzo neuronal por la riqueza y el placer de leer.
Esa travesía de la lectura señala diversos senderos en donde los lectores se regocijan y se animan bajo la frescura de las palabras que testimonian diversas épocas de la historia, de autores en la literatura y la ciencia. No me referiré a caminos tortuosos, poblados de baches, ni a la incomprensión de textos que, con parsimonia, esperan ser leídos, sino a senderos frondosos en que las redes neuronales sintonizan y hacen crecer el entusiasmo a medida que se trasiega por los ríos, mares, montañas, vientos, lluvias y tormentas en los itinerarios particulares que construimos como lectores. Lo cierto es que el tránsito por pasajes inciertos poblados de páginas nos alienta con enigmas y misterios, avivan la curiosidad y abre nuevos senderos a la imaginación.
En estos días de ocio que se avecinan evoco el interrogante de Martín Santome, personaje central de La Tregua, del escritor Mario Benedetti, en su diario íntimo: “¿Qué haré con tanto ocio?”. Ocio percibido extenso ante la cercanía de una jubilación inminente del personaje que lo angustia y aterroriza sin tener qué hacer en los días venideros. Al contrario, por estos días de receso magisterial, el ocio efímero y anhelado, brinda tres semanas con la esperanza de vivir un tiempo propio, real y subjetivo, un tiempo libre del que somos dueño y donde la lectura – en mi caso – es una alternativa de ocio subversivo, en palabras de Frederic Munné, en su libro, Psicosociología del tiempo libre.
A propósito de diario, este paseo peripatético – como un acto solitario y subjetivo – es motivado por las miradas severas de diarios íntimos acomodados en los estantes y la serena disposición de la contemplación y paciente espera de abrir sus reflexiones y ser hurgados en una íntima confidencia. Adentrarse en la lectura de Diarios es una invitación a desplazar los monólogos que habitan las intimidades particulares por conversaciones con asiduos lectores, donde antes solo existía el dialogo consigo mismo.
El escritor peruano Julio Ramón Ribeyro en su Diario: La tentación del fracaso, confiesa su desasosiego que lo corroe por dentro, una sensación de duda, interrogándose al mismo tiempo si lo que escribe tiene valor; de sus miedos e inseguridades como escritor, percibidos con un “temor a la obra acabada”. Teme agotarse en una obra definitiva que le impida continuar escribiendo. Es un diario lleno de momentos habitados por la incertidumbre, el remordimiento y la desazón, que la personalidad del escritor privilegia sin considerar los momentos felices. “¿Cuándo podré anotar en este diario: he encontrado al fin lo que tanto buscaba?” (Pág. 12), anota, evidenciando el ansia de búsqueda que no le satisface y ese descontento le obnubila la posibilidad del optimismo, o considerar, por lo menos, instantes de felicidad. “La idea de ser feliz se me ha hecho obsesiva. Necesito multiplicar mis momentos de placer o de paz” (Pág. 34). Sin embargo, después de vivir instantes felices como: escuchar una lectura de una obra de teatro, asistir a óperas, leer un libro, confiar más en lo que escribe, pasear en un bosque parisino, beber vino en una terraza, que al ser evocados, lo sume en una profunda tristeza, porque sabe que esos instantes no se repetirán.
En su Diario completo, Iñaki Uriarte, la intimidad del escritor nacido en Nueva York, pero con nacionalidad española, se abre a la curiosidad del lector. Con sencillez y desparpajo nos habla de su cotidianidad, de su llanto viendo películas, de reconocer su mal oído, intentando explicarse si la musicalidad del estilo literario tiene que ver con el sentido musical, conformándose, además, que no es el único que lo padece, porque hay otros como él: Borges, Lugones y Flaubert (Pág. 27). Iñaki es un ciudadano común y corriente que insiste en afirmar en que lo que le ha sucedido es por llevar una vida “tranquila, pacifica, sin grandes sobresaltos” (Pág. 32). No duda en sincerarse de haber estado en la cárcel y hacer una huelga de hambre, divorciarse, acompañar a un moribundo en su último momento, negociar con drogas, ser dejado por una mujer y haber dejado otra. De contemplar el incendio de su casa; haber sido robado y estrellado su auto. No esconde la experiencia de un amigo asesinado y enterrado en su jardín por los asesinos.
Es un diario lleno de momentos habitados por la incertidumbre, el remordimiento y la desazón, que la personalidad del escritor privilegia sin considerar los momentos felices. “¿Cuándo podré anotar en este diario: he encontrado al fin lo que tanto buscaba?” (Pág. 12), anota, evidenciando el ansia de búsqueda que no le satisface y ese descontento le obnubila la posibilidad del optimismo, o considerar, por lo menos, instantes de felicidad. “La idea de ser feliz se me ha hecho obsesiva. Necesito multiplicar mis momentos de placer o de paz”
Por otra parte, Sofía Tolstoi en sus Diarios (1862 – 1919) retoma el viejo hábito de escribir que tenía antes de casarse. “Otra vez el diario, qué triste tener que retomar los viejos hábitos, abandonados cuando me casé; solía escribir cuando me sentía mal; supongo que ahora lo hago por idéntico motivo” (Pág. 19). Gran parte del diario está influenciado por la presencia de Lev Tolstoi, su esposo. ¿Acaso un diario se escribe para ocultar algo? Es la sensación que deja la afirmación de la esposa, refiriéndose al escritor ruso: “Él era mi diario, yo no tenía nada que ocultarle” (Pág. 19). Hay sentimientos de angustias de la esposa al horrorizarse con el pasado del escritor, que este mismo le ha contado, y sabe que no puede pertenecerle, ni ella tiene cabida: “nunca me podrá pertenecer su juventud, malgastada en sólo Dios sabe qué” (Pág. 20). Reflexiona la mujer y se contradice: “Mi infancia es lo único que no le ha pertenecido. Pero hasta esta le ha pertenecido” (Pág. 21), acudiendo a recuerdos de infancia que le permiten evocar desde niña su amor por el escritor. Sin embargo, justifica a su esposo, y se consuela: “También en mi pasado hay cosas malas, pero no tantas como el suyo” (Pág. 21), quizás pensando en ese primer amor que quedó en su imaginación, sentimiento platónico, idealizado, que insiste en comparar, “mientras que él ha amado a mujeres auténticas, hermosas, cada una con su propia personalidad” (Pág. 22).
En su libro, Diarios de Viajes, Matsuo Basho, el escritor japonés retrata la experiencia vivida en todo momento. Es rápido y fugaz dibujando el instante de sus itinerarios de viajes a través de sus haikus; como una cámara fotográfica capta la realidad fugaz, consciente de su brevedad; asume el rumbo de su vocación poética y renuncia a la carrera de samurái. Llamado el poeta itinerante y peregrino (Pág. 10), Basho, anota en su diario de viaje lo que acontece en su vida cotidiana como observador acucioso y agudo de su cultura, permitiéndole la creación de una guía de viaje poética, evidenciando la vida exterior e interior del poeta. No desaprovechaba los instantes y cuando la lluvia lo sorprende en el camino y las nubes vuelven opacas las montañas, su mente ágil, traza un haiku: “Niebla y llovizna/ disimulan el Fuji/ que es un encanto” (Pág. 28). A su paso, un día, encontró una mujer, cuyo nombre era Mariposa, que le solicitó la escritura de un poema que incluyera su nombre, poniéndole un trozo de tela blanca, sobre el que escribió el poeta: “Aroma de orquídea: /su incienso perfuma/ alas de una mariposa/” (Pág. 32). Su paso por los montes y bosques lo llenan de nostalgia, sin ningún pudor: “Añoro a mis padres/ mientras oigo que llora/ el faisán” (Pág. 84). A lo largo de su vida, el poeta deja una estela de sentimientos, que constituyen una voz presente, sin la pretensión íntima de permanecer en el anonimato como sucede con otros diarios.
Como en toda carrera de campo traviesa hay que dosificar el esfuerzo y regresar cada día a recorrer nuevos senderos en la travesía de nuevas lecturas. Un día que comienza con la disciplina de trascender y optimizar la experiencia a través de un estado de flow, como señala Mihály Csíkszentmihályi, y una gratificación que puede entenderse como inútil, pero que da sentido a este peregrinar – por ahora – e incursión hacia otros diarios íntimos que claman con brazos abiertos, que se cruzan como el vuelo fugaz de un ruiseñor en la travesía del lector y el flash poético emanado de la magia de Basho, convirtiendo el instante en una eternidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BASHO, Matsuo. Fondo de cultura económica. Buenos Aires. 2020.
BENEDETTI, Mario. La Tregua. Alianza Editorial. Barcelona. 2011
CSÍKSZENTMIHÁLYI, Mihály. Fluir. Una psicología de la felicidad. Kairos. Editorial. Barcelona. 2010.
MUNNÉ, Frederic. Psicosociología del tiempo libre. Editorial Trillas. México. 1990
RIBEYRO, Julio Ramón. La tentación del fracaso. Diario Personal (1950 -1978). Seix Barral Biblioteca Breve.
TOLSTOI, Sofía. Diarios. (1862 – 1919). Editorial Alba Clásica. Barcelona. 2010.
URIARTE, Iñaki. Diarios. Edición completa. Seguida de un epílogo. Editado por Pepitas de Calabaza. España. 2019.
BENEDETTI, Mario. La Tregua. Alianza Editorial. Barcelona. 2011
MUNNÉ, Frederic. Psicosociología del tiempo libre. Editorial Trillas. México. 1990
RIBEYRO, Julio Ramón. La tentación del fracaso. Diario Personal (1950 -1978). Seix Barral Biblioteca Breve.
Uriarte, Iñaki. Diarios. Edición completa. Seguida de un epílogo. Editado por Pepitas de Calabaza. España. 2019.
TOLSTOI, Sofía. Diarios. (1862 – 1919). Editorial Alba Clásica. Barcelona. 2010.
BASHO, Matsuo. Fondo de cultura económica. Buenos Aires. 2020.
CSÍKSZENTMIHÁLYI, Mihály. Fluir. Una psicología de la felicidad. Kairos. Editorial. Barcelona. 2010.
Me sigue impactando tu erudición. El texto, que no columna de opinión, tiene más de ensayo con olor a academia. Está bien estructurado en los diarios leídos por vos. La pregunta y ahora qué hago con la riqueza del ocio, me recordó la respuesta de Aristóteles: la contemplación. No hacer nada, solo contemplar la naturaleza, el mundo, para entenderlo. Es otro tipo de belleza, la desocupación, contra el paradigma de la producción capitalista.
Mi Maestro de la U, qué alegría encontrarlo hoy después de tantos años y más grato aún, abrir este gran regalo, leerlo y saborearlo con la calma con la que se disfruta el mejor de los manjares, con la certeza que quedaron ganas de regresar a volver a buscar su fuente.