
Hombre de río, no de mar
Cuando el Tío Juancho conoció el mar el asombro se le desbordó por todo el cuerpo con una fuerza incontenible. Durante horas corrió por la playa, con la alegría propia de un niño, lanzándole piedras y haciéndole preguntas, que el mar sólo contestaba con su bravura intermitente: ¿por dónde andabas que nunca te he visto?,…