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Octubre 16, “Día Del Anestesiólogo” 

Teobaldo Coronado2 meses ago2 meses ago117 mins

De la Anestesiología y el Anestesiólogo

Apología 

El Anestesiólogo es el típico exponente del “médico de hospital”, del médico hospitalario.  Por las incidencias que circundan su cotidiana labor tiene la valiosa oportunidad, como ningún otro facultativo, de realizarse en la noble y orgullosa vocación hospitalaria que muy dentro del “ser médico” llevamos guardada los seguidores de Hipócrates de Cos, padre de la medicina.

La anestesiología, especialidad universal

Según la Asociación Americana de Anestesiología “Su dedicación comprende el alivio del dolor y el cuidado completo e integral del paciente quirúrgico, antes, durante y después de la cirugía”. En lo que se ha denominado “medicina perioperatoria”; enfoque multidisciplinario basado en el trabajo en equipo, con un liderazgo compartido de acuerdo con las necesidades del paciente y con énfasis especial en los desenlaces.

No hay aspecto del vasto trabajo médico, de la estructura asistencial-institucional, que le sea ajeno. El ilustre Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, Doctor Tiberio Álvarez, consideraba a la Anestesiología: “Especialidad Universal”.

Compete al médico anestesiólogo estar en contacto íntimo con la amplia y compleja gama de disciplinas médicas, desde las quirúrgicas estrictas: cirugía general, cirugía bariátrica, cirugía vascular, cirugía cardiovascular, cirugía plástica y reconstructiva, cirugía fetal, cirugía pediátrica, neurocirugía, ortopedia y traumatología, ginecología y obstetricia, urología, oftalmología, otorrinolaringología, etc.; hasta las especialidades clínicas extrañas; en forma aparente para  profanos,  con el trajín de los quirófanos como: medicina interna, neurología, neumología, cardiología, hematología, endocrinología, laboratorio clínico, inmunología, etc. Sin pretender ser expertos en estas materias tiene, el Anestesiólogo, obligación de estar bien informado, con conceptos claros y definidos, de las patologías y tratamiento a cada una de ellas relacionada.

Su intensa, en veces, desconocida actividad ha traspasado, consecuente con los avances de la ciencia y tecnología médica actual, los linderos de las salas de operaciones para ocupar lugar destacado en el cuarto de recuperación, unidades de cuidado intensivo, denominadas estas últimas en los EE. UU. “El hospital por excelencia”, unidades de endoscopia y radiología, trauma, terapia respiratoria y clínicas del dolor. Si le agregamos, además, su definitivo papel docente, académico y vigoroso espíritu de agremiación que los caracteriza, encontramos justificación valedera a la desesperada expresión de María Helena de Crovo, ex ministro del Trabajo durante el gobierno del presidente Alfonso López Michelsen, cuando en la famosa huelga del Seguro Social, ISS (1976) consideró a los Anestesiólogos el “Talón de Aquiles” de la organización médica en Colombia.

Bagaje de un anestesiólogo

Dar anestesia o dormir a la gente como en forma despectiva se dice: “no es soplar y hacer botella”. Exige sólido bagaje de ciencia, técnica, ética y, en especial, gran dosis de humanismo.

Dotado el anestesiólogo de amplios conocimientos en Biología,  Biología Molecular, Anatomía, Fisiología y Farmacología, en Diagnóstico Clínico y Terapéuticos; suficiente habilidad para practicar procedimientos que garanticen una buena “técnica anestésica”  más el dispendioso control de un paciente crítico, como lo son enfermos que ameritan  de una intervención quirúrgica, programada o de urgencia; conocedor celoso de deberes y derechos propios al rigor y calidad de su misión, como que la anestesia es el “arte de los dioses”, Anesthesia deorum ars; encuentra en esta forma el Anestesiólogo soporte indispensable al delicado y riesgoso servicio que le corresponde prestar. Adornado, siempre, del más respetuoso y comprensivo de los comportamientos; humana forma de entregar, sin ambages, lo mejor de su sensibilidad a un ser colmado de incertidumbres y temores; que oscila entre el dolor, angustia, sufrimiento y miedo a la muerte; en muchos casos con la fe y esperanza perdidas.

Lucha contra la muerte

Toca al Anestesiólogo laborar, mayor parte de su diario que hacer, muy cerca de los sinsabores y pesares del hombre; sin poder acostumbrarse a ello, experimentar, solidario, el drama terrible, inexorable, de su destino final. De allí su lucha irreconciliable, sin fronteras, contra la muerte ante el desafío que cada intervención impone, somos sus acérrimos enemigos.  Como ningún otro médico o especialista, por nuestra condición de reanimadores, tenemos la preparación, los medios para enfrentarla. Es una actitud, científico-existencial, con una profunda connotación filosófica que puede estar desbordando, inadvertida, lo científico estricto, en busca de un encuentro con lo metafísico. Esta disposición, hacia la inmortalidad, surge de cada anestesia que damos. En cada anestesia que damos y, por supuesto, en cada despertar logramos jubilosos una bienvenida resurrección.

Para superar, con éxito, el intenso aguijón del dolor corresponde, con frecuencia, llegar silenciosos, pero, con paso seguro a vecindades donde habita el enemigo común; rondamos muy inmediatos a la muerte, sin que nos vea, sin que nos sienta. Es que no deseamos verla, no nos gusta, para llegar, tan solo, a los senderos claros, luminosos, donde el corazón se solaza con el fuego de la vida. Amamos la vida, de ella nos prendemos con fuerza, con sapiencia, la conciencia templada y muchísimo coraje. Con la valentía de los que dan su vida por proteger la vida del otro, de los demás.

Sin poder acostumbrarse a ello, experimentar, solidario, el drama terrible, inexorable, de su destino final. De allí su lucha irreconciliable, sin fronteras, contra la muerte ante el desafío que cada intervención impone, somos sus acérrimos enemigos.  Como ningún otro médico o especialista, por nuestra condición de reanimadores, tenemos la preparación, los medios para enfrentarla. Es una actitud, científico-existencial, con una profunda connotación filosófica que puede estar desbordando, inadvertida, lo científico estricto, en busca de un encuentro con lo metafísico. Esta disposición, hacia la inmortalidad, surge de cada anestesia que damos.

El quirófano. Hábitat natural.

El Anestesiólogo no tiene horario. En el argot quirúrgico es común decir: “sabemos la hora de entrada, pero, no sabemos la hora de salida”. Prefiere el hospital al consultorio; es el medio en que se siente cómodo, es su hábitat natural. Del hospital es común encontrarlo en su sitio más distinguido, el que tiene mayor misterio para el público, siempre pareciera que fuera de día en sus contornos, hay una claridad matinal a toda hora. Es un recinto lleno de solemnidad; resplandece más todavía por el verdor de sus columnas y paredes que se confunden con el ropaje descomplicado, pulcro, de sus actores. Alimentado el ambiente por aire etéreo, agradable, embriagador, que envuelve en vínculo prodigioso de sonrisas y afectos a cirujanos, instrumentadoras, enfermeras y anestesiólogos para cuidar, sin diferencias, en sacro rito listeriano la salud palidecente de quienes esperan con asombro, asustadizos, la cruenta acción del escalpelo. Es el Área de Quirófanos.

Relación cirujano – anestesiólogo

Con los cirujanos, sin distingos, se establece marcada empatía basada, en principio, en una afinidad conceptual médico práctica. Sostenida, por ligazón entrañable de intereses que supera nexos intelectuales, curriculares, políticos o sociales. Al fin y al cabo, obedece a una comunión fraterna, estrecha comprensión como compañeros, de profesionales preocupados, por encima de todo, en el beneficio exclusivo del paciente que ocupa nuestra atención.

Este encuentro dual convierte al buen anestesiólogo en una bendición para el cirujano, guardaespaldas de su agresividad, protector de sus impulsos vacilantes y eficaz estimulador de su talento. La presencia serena del anestesiólogo, su pasmosa tranquilidad, el dominio de su arte son apoyo valioso en procedimientos tormentosos.

Sin embargo, es al cirujano a quien se reconoce máximo protagonismo, brillan más; su talante así se los exige. Por la escuela de estoicismo, en que estamos inscritos los anestesiólogos, no nos interesa aparecer; el tenderete de tela verde que nos separa de los amantes del bisturí es símbolo de la silenciosa bandera, de la honrosa humildad de nuestra vocación.

De una cosa sí debe estar seguro, convencido, el especialista ambicioso que opera: de sí mismo y de su anestesiólogo. Es una pareja sagrada, de identidad quirúrgica, que justifica la plenitud de su acción sanadora para el más importante personaje de los quirófanos: el paciente.

Al final de cada anestesia busca, el fiel practicante del “Arte de los Dioses”, en cada enfermo que feliz y estupefacto regresa del viaje – tempestad o calma, – como los pilotos al descender del avión; estrechar regocijado sus manos temblorosas. Aceptar como recompensa de la riesgosa travesía realizada una mirada escrutadora del mundo que le rodea; una sonrisa quejumbrosa, plena de vitalidad; unas palabras mal hilvanadas, agradecidas; un pecho palpitante, ansioso por encontrarse con los suyos, con sus seres queridos. Unas lágrimas candorosas que al correr presurosas por sus mejillas hablen de la inmensa dicha que lo embarga por volver nuevamente a la vida.

Colofón

Benditos sean el día y la hora en que, pensando en lo que “iba a ser mi vida”, decidí ser anestesiólogo. Es lo mejor que me ha podido suceder y que en este 16 de octubre de 2025, “Dia del Anestesiólogo”, celebro y comparto con los miembros de una comunidad médica que ha contribuido con creces a que algo tan maravilloso, como es el arte de la anestesia, haya “dado la vuelta al mundo”, al servicio de la humanidad.

Teobaldo Coronado Hurtado: Miembro Emérito, Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación SCARE

 Este articulo fue originalmente publicado en 1986 con el título de “INTÍMIDADES DE UN ANESTESIÓLOGO”, en el periódico VANGUARDIA MÉDICA, de la Asociación Médica Sindical, ASMEDAS. Barreanquilla Colombia 

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One thought on “Octubre 16, “Día Del Anestesiólogo” ”

  1. Ricardo Sandoval dice:
    20 octubre, 2025 a las 11:08 am

    El 16 de octubre se conmemora el Día del Anestesiólogo, y el doctor Teobaldo Coronado lo ha expresado con gran claridad en su escrito conmemorativo, resaltando el inmenso valor de esta profesión. Lejos de ser una tarea mecánica o rutinaria, la anestesiología representa una labor compleja que involucra ciencia, técnica, ética y un profundo sentido de humanidad.
    Como bien señala el doctor Coronado, la labor del anestesiólogo abarca mucho más que la administración de fármacos. Su compromiso comprende el alivio del dolor y el cuidado integral del paciente quirúrgico, antes, durante y después de la intervención. En otras palabras, el anestesiólogo no solo “duerme al paciente”, como despectivamente se suele decir, sino que vela por su estabilidad, su seguridad y su dignidad en los momentos más vulnerables.

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