– Las lecciones al mundo de Edgar Morín para un “CAMBIO DE VÍA”.
La primera vez que oí la palabra coronavirus, fue el sábado de Carnaval-2020, durante un desayuno, de “cayeye” y tinto, en uno de los restaurantes ubicados en la terraza de la isla de “La Plaza del Parque”, al norte del distrito de Barranquilla, mientras en el parqueadero jóvenes, con atuendos de “garabatos” se aprestaban, bulliciosos, a ” arrancar” en combos, para “El Cumbiodometro” de LA VIA 40 a “combatir” de alegría en “La Batalla de las Flores “.Era una mañana de fiesta, brisa, sol y ron. Típica de mí querida KILLA.
Quien habló de la tan ahora pronunciada palabra, fue un joven médico “ñero” que había venido, del Sur del continente donde estudia y “labora”, para gozarse los 4 días en familia y amistades, con quienes participaba en tal “batalla” danzando en el bembe de las archifamosas “Marimondas del Barrio Abajo“, cuando era adolescente. Es decir, vino a vivir la nostalgia del Currambero.
Le pregunte de qué se trataba el coronavirus. Y parco y sereno me respondió: “Es un resfriado. Un simple resfriado. Se trata consumiendo abundante agua potable y mucho reposo. Descanso”. Me grabe sus palabras como una advertencia, ya que cada año, para Octubre y sus torrenciales lluvias que derrumban montañas, padezco de “resfriados” que me tiran, literalmente, en cama y requiero terapias respiratorias para descongestionarme y seguir en la brega, por aquello de la inolvidable asma de niño y el pecho hundido. En casa tenemos un aparato para tales terapias, ¡Obvio!, recetadas y ejecutadas por médicos de la familia. Nunca he estado hospitalizado por esa causa, pero sí incapacitado laboralmente por prescripción médica.
Así que guarde aquella desprevenida información de sábado de Carnaval. (Cuantas cosas pasan ese día). Y cuando ha mediado de Marzo, el gobierno nacional, obedeciendo a la Organización Mundial de la Salud, O.M.S. que declaró como pandemia al coronavirus, dándole su denominación científica de SARS- CoV-2, me dije, en silencio oriental: “No me va a dar ese resfriado o virus este año!.“. Y me atrincheré a proteger los 67 años de vida gozosa, con los medicamentos: agua, alimentación, dormir como león y vivir como conejo. Y aquí estoy: esperando ser vacunado y feliz de estar vivo, leyendo y escribiendo con la ventana abierta para que el virus no se detenga contaminando el hábitat que respiro.
Pensando en lo que hemos vivido, nosotros los killeros y el mundo entero, desde antes de aquel Marzo, ¡Los Idus de Marzo!, fui conservado lo que se ha venido publicando sobre este VIRUS – ¡hay un virus! abuelo, me dice Emilio, mi nieto -‘. Y en mis estratégicas visitas a la librería de la esquina, donde soplan los “bien vistos” vientos de Barranquilla, me encontré con el más reciente libro de Edgar Morín, ” CAMBIEMOS DE VIA, LECCIONES DE LA PANDEMIA“(Paidós). Y de la mano, Morín se vino conmigo.
La más reciente fecha, precisamente hace exactamente un año, que asistí a una fiesta social, fue la noche del sábado 14 de marzo del 2020, por celebrarse el matrimonio de una sobrina; desempolvé “el entero” beige de lino italiano y los zapatos de dos tono, estilo cubano, y participé en familia de aquel hermoso evento donde concurrió tanta juventud elegante. De ahí, en adelante, mi vida fiestera ha sido fantasmal, a distancia y virtual.

Edgar Morín es otro sabio francés, que casi arribando a los cíen años sigue demostrando su calidad intelectual, solo superable al sabor de un pan francés, La Baguette, recién sacado del horno. Éste libro lo escribió con la colaboración de la socióloga urbanista Sabah Abouessalam.
Morín da, entonces, sus lecciones globales, desde Paris, desde lo observado en la pandemia y visionando el Post- covid-19. Solo como invitación a leerlo, Morín visitó Barranquilla y la Universidad “Simón Bolívar” rindió homenaje y publicaron uno de sus libros, me permito, a los lectores de solo/proposiciones.com compartir el listado de esas observaciones del pedagogo creador de la teoría del pensamiento complejo. Estas son:
1. Lección sobre nuestra condición.
2. Lección sobre la condición humana.
3. Lección sobre la incertidumbre de nuestras vidas.
4. Lección sobre nuestra relación con la muerte.
5. Lección sobre nuestra civilización.
6. Lección sobre el despertar de la solidaridad.
7. Lección sobre la desigualdad social.
8. Lección sobre la diversidad de las situaciones y de la gestión de la epidemia en el mundo.
9. Lección sobre la naturaleza de una crisis.
10. Lección sobre la ciencia y sobre la medicina.
11. Una crisis de la inteligencia.
12. Lección sobre las carencias del pensamiento y la acción política.
13. Lección sobre las deslocalizaciones y la dependencia nacional.
14. Lección sobre la crisis de Europa.
15. Lección sobre el planeta en crisis.
Cada lección tiene una explicación. Pero esta nota es apenas una invitación a leer a Morín. ¿Y reflexionar por que cambió de vía? En otra ocasión lo intentamos.
Lo por mi aprendido, hasta ahora, en la pandemia.
La más reciente fecha, precisamente hace exactamente un año, que asistí a una fiesta social, fue la noche del sábado 14 de marzo del 2020, por celebrarse el matrimonio de una sobrina; desempolvé “el entero” beige de lino italiano y los zapatos de dos tono, estilo cubano, y participé en familia de aquel hermoso evento donde concurrió tanta juventud elegante. De ahí, en adelante, mi vida fiestera ha sido fantasmal, a distancia y virtual.
Por ello, copiando al Maestro Morín, comparto desde la ventana de solo/proposiciones.com los aprendizajes, reforzados y de emergencia, que me ha enseñado, sin querer queriendo la pandemia. Helos aquí:
1. Que la vida no siempre es un carnaval, como lo pregona la inmortal Celía Cruz.
2. Que es mejor pensar al andar, con la boca tapada, que correr parlando,
3. Que las miradas y los abrazos de mis nietos son un regalo al aislamiento. me fluye la sangre al verlos, así sea por video-llamadas.
4. Que tan generosa es la piel depilada con salones de belleza cerrados.
5. Que alimentarse como pájaros es un gran regalo de la naturaleza. comer frutas maduras es aprender a volar.
6. Que hay que imitar al león, rey de la selva, durmiendo cada vez más cómodo.
7. Que beber agua potable es otra bendición. y más si es helada y con “escoces” y un café.
8. que no hay mayor calor que el del hogar propio. “mi casita bendita”. Un techo humaniza.
9. Que la libertad se llama: “un pensión vitalicia por vejez”. Las de Colpensiones son las genuinas.
10. Que a mi edad es importante tener su propio botiquín, el del abuelo. No dejar la salud al azar. la vida no es una lotería.
11. Que los atardeceres en el jardín interior, soñando correr como niño, son “cero stress”.
12. Que cada día más me “enemisto” con las redes sociales, pésimamente en una ciudad locuaz, chismosa y dicharachera.
13. Que me es muy grato caminar y comer en “el malecón del río”, saludando al magdalena: mucho sol y abundantes brisas.
14. Que es hermoso ver como reverdecen los parques en una barranquilla, siglo XXI, de la que no voy a huir.
15. Que cada vez más ama mis manos lavadas con jabón de olor a lavanda Y “Jean Marie Farina”, herencia perfumada de mi madre.
Estas enseñanzas, como otras, no son más que la toma de consciencia ante la nueva realidad: auto cuidado responsable en tiempo y espacio propio. Nada de extremos y “espantajopismo”. Liviandad, “lentecidad” y una vida del Jardín de Epicuro: agua, pan, dormir y soñar con un generoso amor terrenal.
Próxima: educación sentimental o la erotización de la cotidianidad.