Hacia una educación con calidad

La formación de las personas enfrenta múltiples desafíos derivados del vertiginoso ritmo del mundo actual, donde los avances técnicos y científicos transforman las dinámicas de las diversas esferas sociales. En este contexto, uno de los principales requerimientos es una educación de calidad, lo cual exige que los docentes implementen novedosas prácticas docentes que sean pertinentes y acordes con la época. Para responder a estas exigencias, es fundamental revisar de manera continua las estrategias didácticas aplicadas en las instituciones educativas, considerando la especificidad de cada nivel, la relevancia del entorno, las dinámicas locales y las expectativas propias de un mundo globalizado.

Afirman Campos y Moya (2011), que la meta principal del quehacer docente es impulsar la formación integral del estudiante, dado que este constituye el medio fundamental para  transmitir saberes, mejorar desempeños, inculcar valores, realizar actividades y desarrollar nuevas formas de aprender. El educando se forma apropiándose de las nociones y prácticas de las disciplinas de los planes de estudios, al tiempo que socializa mediante interacciones con los docentes y compañeros en los ambientes de aprendizaje.

Los maestros tienen la responsabilidad de fomentar en las escuelas espacios propicios para un aprendizaje en contexto, que favorezca la autonomía de los estudiantes y relacione los saberes educativos con la vida real. Como señalan Montes y Machado (2014), la educación comprende la integración de tres componentes: el saber funcional que apunta a un conocimiento polivalente, el saber hacer relacionado con el desarrollo de competencias, habilidades y destrezas, y el saber ser que fomenta actitudes y valores positivos, estos tres componentes están articulados y juntos contribuyen a una adecuada formación integral, centrada en las potencialidades y en estrecha conexión con el entorno.

La escuela es el espacio donde se dinamizan las políticas educativas, ya que constituye la institución que responde a las demandas de la sociedad y tiene como misión la formación integral de los futuros ciudadanos, preparándolos para afrontar de manera inteligente los desafíos de la vida cotidiana.

Los procesos que se desarrollan en la escuela están profundamente influenciados por los factores sociales del entorno, por lo que es fundamental asumir nuevos desafíos mediante propuestas educativas innovadoras, orientadas a la formación de personas conscientes de sus deberes. Se busca formar individuos que comprendan la complejidad de vivir en sociedades desiguales y multiculturales que enfrentan múltiples carencias; que son capaces de utilizar sus conocimientos y capacidades para convivir armónicamente con otros.

Es fundamental transformar las escuelas en espacios donde se construyan currículos multiculturales, diseñados para reflejar el esfuerzo institucional de configurarse y evolucionar a través del diálogo entre actores sociales distintos, a menudo polarizados y contradictorios (Rosero, 2018). En este contexto, el proceso formativo se enfrenta a desafíos constantes, derivados de las exigencias del desarrollo científico de los sistemas de gobernanza, lo que obliga a explorar diversas estrategias adaptadas a las particularidades de cada entorno, con la finalidad de responder a los requerimientos actuales de una educación con calidad.

Para atender a las exigencias de las sociedades actuales, es necesario revisar de manera continua las prácticas docentes, garantizar su pertinencia en relación al contexto y su capacidad para atender las necesidades formativas en un mundo globalizado. Según Campos y Moya (2011), el propósito central del ejercicio docente es promover la formación integral del estudiante, ser un catalizador esencial para la generación de nuevos conocimientos y modelos de comportamiento. Es necesario que el estudiante se apropie de los principios y prácticas de las distintas asignaturas. De manera simultánea, a través de la interacción con maestros y compañeros, desarrollara nuevos aprendizaje y formas de socialización.

La formación integral es un factor que tiene una gran incidencia en el mejoramiento de la calidad en la educación; plantea Figueredo (2017) que el docente debe reflexionar de manera autónoma, cuestionar su práctica, proponer ideas creativas y contribuir a la transformación tanto de su ejercicio profesional como del entorno social en el que se desenvuelve. Se considera que la actividad docente debe orientarse a la generación de espacios que favorezcan el desarrollo integral del estudiante.

La educación comprende la integración de tres componentes: el saber funcional que apunta a un conocimiento polivalente, el saber hacer relacionado con el desarrollo de competencias, habilidades y destrezas, y el saber ser que fomenta actitudes y valores positivos, estos tres componentes están articulados y juntos contribuyen a una adecuada formación integral, centrada en las potencialidades y en estrecha conexión con el entorno.

la educación comprende la integración de tres componentes: el saber funcional que apunta a un conocimiento polivalente, el saber hacer relacionado con el desarrollo de competencias, habilidades y destrezas, y el saber ser que fomenta actitudes y valores positivos, estos tres componentes están articulados y juntos contribuyen a una adecuada formación integral, centrada en las potencialidades y en estrecha conexión con el entorno.

Este panorama, muestra que la escuela necesita docentes capaces de generar ambientes adecuados para una formación integral, que promueva la autonomía del estudiante y acerque el aprendizaje a sus intereses. El Ministerio de Educación Nacional (MEN, 2010) destaca que el rol del docente implica la comprensión profunda de las dinámicas presentes en el aula, así como la búsqueda de soluciones pertinentes que respondan a las particularidades del contexto.

Desde esta perspectiva, el docente debe propiciar que el estudiante sea el protagonista del proceso formativo, y que aplique los conocimientos adquiridos a situaciones propias de su entorno. Bolaños (2011) afirma que en el pasado el docente era concebido como un mero transmisor de conocimientos, sin embargo, los enfoques pedagógicos actuales han redefinido su papel y lo han convertido en un mediador del aprendizaje.

En la actualidad, existe una creciente necesidad de una educación pertinente, de calidad y contextualizada, que acompañe al estudiante a lo largo de su trayectoria escolar y aumente sus posibilidades de enfrentar con éxito las complejidades del mundo de hoy. Esto debe hacerse en coherencia con las exigencias de la globalización y los retos que plantea la competitividad contemporánea.

Al considerarse el contexto educativo como un factor clave en los procesos formativos, las prácticas educativas deben ajustarse a sus particularidades. Las necesidades de un nivel a otro, requieren de actividades específicas, interesantes e innovadoras, basadas en un currículo emergente y pertinente que se adapte a las condiciones del entorno (Aguilar, 2000). Estas respuestas deben surgir tanto de experiencias educativas formales como no-formales, reconociendo las realidades y características de los sujetos implicados

Señalan Badel y Watts (2009) que algunos maestros caen con frecuencia en estilos de enseñanza desvinculados de las instituciones donde realizan su labor, este fenómeno evidencia la necesidad urgente de reorientar los currículos en concordancia con las características especificas de las escuelas. Este rediseño debe contar con la participación de la comunidad educativa, si se quiere superar las visiones limitadas que persisten en el desarrollo de los procesos educativos.

Una respuesta a estas necesidades, es el portafolio colombiano de modelos flexibles que en el contexto educativo se refiere a una colección de materiales, estrategias y herramientas diseñadas para atender la educación de manera flexible y adaptada a las necesidades de las diferentes poblaciones. Este portafolio incluye modelos como la Escuela Nueva, la Postprimaria Rural, Educación Media Rural y Aceleración del Aprendizaje, entre otros

Estos nuevos modelos buscan atender las particularidades de las comunidades educativas, promoviendo una educación más pertinente y adaptada a sus necesidades. No obstante, su implementación enfrenta múltiples desafíos, como la escasez de recursos, el tiempo limitado que las familias pueden dedicar al acompañamiento educativo y las exigencias de una evaluación estandarizada, que no tiene en cuenta las peculiaridades propias de cada institución ni los diversos ritmos de aprendizaje.

En resumen, garantizar la equidad en las oportunidades educativas es esencial, pues asegura que todos los estudiantes, independientemente de su entorno, tengan acceso a una educación de calidad. Para lograrlo, es crucial recopilar y utilizar datos que respalden decisiones informadas y el diseño de nuevas políticas. Además, se debe hacer un uso estratégico de los recursos financieros para impulsar reformas significativas y alcanzar impactos sostenibles. Finalmente, la participación activa de diversos actores en el diseño e implementación de políticas educativas contribuye a una visión más inclusiva y efectiva del sistema, promoviendo una educación que responda a las necesidades de todos los estudiantes.

3 thoughts on “Hacia una educación con calidad

  1. Excelente artículo, quiero felicitar al Autor y escritor Ricardo Sandoval Barros,
    Quien hace un maravilloso aporte reflexivo a los educadores y educandos de hoy… adaptemos los la educación del presente a los valores y principios del ser humano que no pueden acabar jamás
    Muchas felicidades Dr. Ricardo

  2. Muy de acuerdo con tu texto sobre la calidad educativa. En ese proceso hay algunas categorías relevantes: contexto con oportunidades, maestros estudiosos y críticos, padres de familia atentos a los aprendizajes, instituciones educativas con todos los juguetes, si es posible: escenarios deportivos, laboratorios, salidas de campo, modelo educativo que apunte a un desarrollo humano integral. No es fácil el abordaje de este camino, sobre eso se ha discutido y se continua discutiendo. Buena reflexión, estimado.

  3. Con gusto he leído tu columna sobre ese tratado que se llama Educación con calidad, estimo que es un documento que define con claridad la misión del maestro y su interacción con los estudiantes, en ocasiones trato de llevar los problemas educativos, sociales y humanos a un razonamiento matemático, que en lo personal me permite apropiarme de una problemática como esta de suma importancia, la educación y su implicación social. Hay dos factores que deben tener una relacion fluida, una interacción que se acomode y de sus frutos, yo lo llamaría un Binomio cuadrado perfecto, la idea del binomio cuadrado perfecto puede ser una herramienta útil para reflexionar sobre la importancia de la interacción, el compromiso y la complementariedad en la relación pedagógica. Si bien no es una relación matemática, se puede usar como una metáfora para comprender cómo la unión entre el conocimiento del profesor y el aprendizaje del estudiante genera un resultado positivo para ambos.

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