Escribe y vivirás

Teobaldo Coronado, Medico anestesiólogo, columnista.

Introducción

Se podría pensar que le presentación esta noche de mi libro, “MEDICINA. ÉTICA CIENCIA, Y VOCACIÓN”, el último publicado, es extemporánea. Es decir, inoportuna, inconveniente, fuera de tiempo, de acuerdo con el significado que la Real Academia de la Lengua da a este vocablo.

La verdad es que me tomó de sorpresa el anuncio que me hiciera su editor Alfonso Ávila, hace más o menos veinte días, para la realización de esta ceremonia.  Agradecido estoy con su amable deferencia. Gratificado, también, del Colectivo Poético María Mulata, en cabeza de la poeta Dina Luz Pardo, que organiza estos encuentros literarios, sin duda, estimulantes, para los amantes de las letras.

 Sucede que el libro se terminó de imprimir en agosto de 2019, en los mismos días en que me tocó viajar al exterior.  Por esta razón convine con Alfonso hacer su presentación, al estilo solemne de Santa Bárbara Editores, a mi regreso en diciembre. La navidad primero, el carnaval después en el 2020 y la cruel pandemia que aun padecemos se atravesaron en el camino para dar cumplimiento al evento que, ahora,  en suma complacidos realizamos.

 Mi libro vive.  Pienso que los libros no tienen tiempo, son de su tiempo. Su temporalidad no depende de las horas ni de los días que pasan. Los clásicos, por ejemplo, son imperecederos.  Su permanencia se las da la diversa riqueza idiomática o doctrinaria contenida en la vitalidad de sus páginas.

Mi libro vive. Hoy, como hace dos años, mantiene su vigencia para congratularnos esta noche en su pública exposición.

“Escribo luego existo”, es propuesta que planteo en un artículo en ciernes. Opción atrevida, al famoso aforismo cartesiano de “pienso luego existo”, cogito ergo sum.  Se me antoja hacer esta confrontación filosófica partiendo del componente literal, no tanto en lo que deduzco es el sentir liberador del autor, Renato Descartes, en su “Discurso del Método”.  Altero el orden y sentido de las palabras a manera de discutible reflexión, así: “Pienso luego vivo, escribo luego existo”.

Pensar es propiedad viviente, inteligente, del ser humano, exclusiva del homo sapiens. Ser pensante es atributo resultado de la milenaria evolución de sus circunvoluciones cerebrales; determinante primordial de su naturaleza racional que le permite trascender su animalidad, es decir la naturaleza biológica. 

La palabra – en sus formas esenciales de comunicación, oral y sobre todo escrita – constituye el hecho existencial que materializa la acción viviente, abstracta, de pensar, raciocinar, ser reflexivo, de ser libre y autónomo.

 “Escribe y vivirás” es, a lo mejor, consigna incrustada en el subconsciente de todo escritor. En su instinto de conservación.

Lo que pretendo señalar es que el “existo” cartesiano, a mi modo de ver, es apriori al “pienso”; en este orden de ideas el aforismo planteado por Descartes puede ser interpretado, sin lógica alguna antropológica. A sabiendas de que el pienso de Descartes corresponde a dilemas suyos sobre la realidad de la existencia y sus deseos de renovarla, en correspondencia con su doctrina de la “Duda Metódica”. 

Son dos celebraciones que se dan en esta novembrina velada que quiero compartir con ustedes:

  1. El gran Abel Ávila Guzmán. En primer lugar, el regreso como escritor a la casa editorial de la Familia Ávila.  La largueza y apoyo logístico del maestro de maestros el Gran Abel Ávila Guzmán en su “Editorial Antillas, me dieron el impulso inicial en estas lides del noble arte de Cervantes.  Hacen, exactamente, 20 años cuando publique mi primer libro “Del Respeto a la Vida”.

Con la feliz coincidencia, en esta oportunidad, de que el doctor Gaspar Hernández Caamaño, abogado, filosofo, periodista, educador y guapachoso currambero, repite faena como comentarista de este volumen tal cual lo hiciera en el Teatro Amira De la Rosa hace dos décadas. Gracias doctor Gaspar.

Pienso que los libros no tienen tiempo, son de su tiempo. Su temporalidad no depende de las horas ni de los días que pasan. Los clásicos, por ejemplo, son imperecederos.  Su permanencia se las da la diversa riqueza idiomática o doctrinaria contenida en la vitalidad de sus páginas.

 Contemporáneos, no era mucha, creo yo, la diferencia en edad con el maestro Ávila. Sin embargo, me acogió con cariño, un cariño paternal, comparable, tal vez, al del patriarca que enseña el abecedario a su pupilo.  En mi caso particular el magnánimo guía que me orientó en la realización de mi   libro primero.

Conversar con el padre de Alfonso Ávila producía la sensación plácida que nada más se encuentra en un sabio maestro inspirador y hacedor de libros. Para referirse a él David Sánchez Juliao en cierta ocasión, de ingrata recordación para la ciudad, preguntó “Además de no haber agua en Barranquilla, ¿cuál es el último libro de Abel Ávila?”.

Fueron tres los textos, de mi autoría, que parieron las máquinas impresoras de Editorial Antillas, recordada y reconocida empresa, bastión de la intelectualidad barranquillera y de la costa caribe.

Es, ahora, Alfonso Ávila digno heredero de su padre, de su rico legado editorial y cultural, el que me acoge entusiasta, después de haber incursionado por otras rotativas.

Me siento, hoy, como el hijo pródigo cuando vuelve a casa y es recibido con todos los honores; por el afecto que me dispensan Santa Barbara Editores y su antena de difusión el Colectivo Poético María Mulata.

El profe Abel Ávila en su celestial morada imagino lo orgulloso y gozoso que estará al sentir que no aró en el desierto, que su semilla cayó en tierra fértil.

  • Bodas de oro profesionales. En segundo lugar, mi intención con la publicación de esta obra tenía como objetivo la conmemoración de las Bodas de Oro profesionales de médico, egresado de la ilustre Universidad de Cartagena. Merecido homenaje que quise hacerme a mí mismo y a los 38 colegas que el 19 de diciembre de 2019 completamos cincuenta años de haber recibido el título de doctor en medicina; honrando en todo momento, durante nuestro ejercicio profesional, el sublime arte de “Algunas veces curar, a menudo aliviar y siempre consolar.

Objetivo, este último, que se cumplió en solemne acto llevado a cabo, en la fecha mencionada, en el salón de actos de la Universidad de Cartagena con asistencia del decano doctor Freddy Pomares y directivos de la facultad de medicina. En esta ceremonia   pude hacer presentación y entrega del libro a todos los asistentes, incluso hacer donación de algunos para su biblioteca.

El libro. El libro, en fin, recoge parte de mis escritos publicados en “Teomedicadas”, blog personal que inicie en junio de 2017, y otros más relacionados con mi actividad docente en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Barranquilla.

El texto consta de seis secciones así: Historia de la medicina, Discursos, Anestesiología, Temas Médicos, Ciudades e Intimidades.

  “Pretendo en la presentación del blog, que de igual manera lo es del libro: “Conciliar lo propio del ser hombre, lo humano del médico, con lo característico del ser científico que habita y constituye el ser integral de cualquier discípulo de Hipócrates… como una bipolaridad, lo existencial y lo académico, de alguna manera indisolubles. Suma, en fin, de una totalidad, la personal y la profesional, en todo momento inseparables.”

Con los libros igual que con la prole lo más gratificante para uno, como autor o como progenitor, es que los demás aprecien a los unos y quieran a los otros. A los hijos con infinita ternura a los libros con su pródiga lectura. Por su gentil acogida gracias mil.

Sursum corda. Arriba los corazones.

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