Manipulación y realidad virtual en la sociedad contemporánea.
“Aquella soberbia ligada al conocer y al sentir, cerniendo una niebla sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los engaña sobre el valor de la existencia, al llevar ínsita la más aduladora valoración del conocer mismo. Su efecto más general es el engaño”.
Friedrich Nietzsche (1844-1900).
Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
En la sociedad actual, estamos asediados por mensajes que buscan influir en nuestra percepción de la realidad. La publicidad, el marketing, los discursos políticos y de líderes religiosos, juegan un papel fundamental en la creación de apariencias que pueden condicionar nuestras creencias y comportamientos. Cuando navegamos en internet, convertidos en cibernautas, ingresamos a un vasto universo virtual saturado de todo tipo de informaciones que, paradójicamente, no siempre se traduce en mayor conocimiento o sabiduría.
La revolución digital, que tanto nos fascina y nos seduce, no es sinónimo de verdad o de acceso al mundo real. Y esto representa serios desafíos epistemológicos y de las posibilidades de producción del conocimiento. ¿Será que hemos desterrado la realidad y la verdad de nuestro horizonte antropológico y nos hemos entregado a la virtualidad con todo lo que esto implica? ¿Por qué seguir abrazando un universo lleno de meras apariencias y de espaldas a la verdad? ¿Qué hay detrás de estas apariencias? ¿Qué relación guardan con la verdad? En este artículo, exploraremos algunas reflexiones acerca de cómo estos discursos condicionan y configuran nuestra “realidad” y qué implicaciones tiene esto para nuestra comprensión del mundo.
La sociedad del espectáculo
El filósofo francés Guy Debord sostenía que la sociedad contemporánea se ha convertido en una “sociedad del espectáculo”, donde la realidad es reemplazada por imágenes y apariencias (Debord, La Société du spectacle, 1999). La publicidad y el marketing son ejemplos claros de esta tendencia. A través de anuncios y campañas publicitarias, se nos presenta una realidad idealizada que poco tiene que ver con la realidad cotidiana. Se nos muestra un mundo perfecto, donde todos son felices y exitosos, y se nos hace creer que podemos alcanzar ese ideal si compramos determinado producto o servicio. ¿Un mundo distópico?
Es curioso que el anterior planteamiento coincida con una de las más importantes tesis sostenidas por el filósofo alemán, Martín Heidegger quien, en su ensayo titulado, Holzwege, traducido al español como Sendas perdidas o Caminos de bosque, afirmó lo siguiente: “El hecho fundacional de la época moderna es la conquista del mundo como imagen” (Heidegger, 1995. Pág. 87). ¿Será que el mundo contemporáneo necesita de las apariencias, de las falsedades, de las fake news (noticias falsas) para poder operar de manera efectiva? ¿Será que la humanidad hoy es incapaz de reconciliarse y reconocerse en la realidad? Esos interrogantes muestran un escenario complejo, no fácil de entender.
En esta misma dirección del autor anterior, el escritor peruano y Premio Nóbel de Literatura, Mario Vargas Llosa converge en este asunto con el pensador francés. En su libro, La civilización del espectáculo (Alfaguara, 2012), sitúa esta problemática en el contexto de la cultura y de la vida espiritual del hombre y mujer contemporáneos. En palabras del autor: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”. (Vargas Llosa, 2012. Pág. 33). La anterior reflexión logra magistralmente caracterizar este hecho que se revela crudamente en esta época en la historia del mundo.
Sin embargo, detrás de esta apariencia de perfección, se esconden intereses económicos y políticos que buscan manipular nuestra percepción de la realidad. Es aquí donde el pensamiento crítico juega un papel preponderante en develar aquellos mecanismos cuya intencionalidad es la manipulación de la opinión pública que, con frecuencia, ocultan los grupos de poder quienes son los grandes beneficiarios de estas circunstancias. La publicidad nos hace creer que necesitamos cosas que en realidad no necesitamos, creando una sensación de insatisfacción y deseo que solo puede ser saciada mediante el consumo. En esta etapa del desarrollo del sistema capitalista, la publicidad es la punta de lanza que estimula poderosamente el hiperconsumo, hábito generalizado de sociedades que han alcanzado a exacerbar el espíritu hiperindividualista, propio del capitalismo contemporáneo.
Immanuel Kant es el gran exponente de los ideales de la Ilustración y un celoso defensor de la libertad del individuo y de la autonomía ética mediante el cultivo de la razón. De hecho, en su ensayo de 1784, Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, presenta la categoría de mayoría de edad como aquel atributo del individuo quien es capaz de expresar sus propias ideas y convicciones dirigidas por escrito al gran público de lectores, haciendo uso público de la razón. Tesis fundamental, propia del ideario moderno que debe ser entendida como una posibilidad, pero no como un destino o ley de inevitable ocurrencia en la historia.
En contraste con la condición espiritual e intelectual contemporánea, hay un abismo entre ese ideal kantiano y el comportamiento que se observa en las personas en estos tiempos presentes. Parece que hay poco interés en el pensar y en el cultivo del propio juicio, más bien vemos personas voluntariamente distraídas y prisioneras del universo digital que lamentablemente ha traído consigo niveles elevados de alienación en las personas y una brecha profunda entre la realidad y la virtualidad.
Sin embargo, detrás de esta apariencia de perfección, se esconden intereses económicos y políticos que buscan manipular nuestra percepción de la realidad. Es aquí donde el pensamiento crítico juega un papel preponderante en develar aquellos mecanismos cuya intencionalidad es la manipulación de la opinión pública que, con frecuencia, ocultan los grupos de poder quienes son los grandes beneficiarios de estas circunstancias.
La construcción de la verdad
Los discursos políticos también juegan un papel importante en la creación de apariencias. A través del lenguaje y la retórica, los políticos pueden moldear nuestra percepción de la realidad y crear una narrativa que se ajuste a sus intereses. Los políticos utilizan el lenguaje para crear una realidad que se ajuste a sus objetivos, ocultando información y manipulando la opinión pública. ¿Es la política un arte de la mentira? Es bien sabido que en el espacio de la política lo fundamental son las relaciones de poder ya sea entre individuos, clases sociales o partidos políticos, pero no el problema de la verdad, tema más bien de interés para la filosofía sobre todo aquella de base metafísica. Nicolás Maquiavelo, pensador de la política en los inicios de la modernidad ya lo demostró en su obra cumbre, El Príncipe publicada en 1513.
En este sentido, la verdad se convierte en un concepto relativo, susceptible de ser moldeado y manipulado. El filósofo ateniense, Platón, en el libro VII de La República, presenta una imagen sobre el problema de la verdad: la alegoría de la caverna. Símbolo que ha sido objeto de diversas lecturas e interpretaciones por los estudiosos de su obra. En este sentido, la verdad se entiende como una construcción social que puede ser condicionada por las apariencias. Expone magistralmente la forma en que se da el paso de una existencia ingenua, sin cuestionamientos, a una existencia filosófica basada en el Noús (Razón) dimensión humana que permite develar cuál es el mundo verdadero y acceder a la Idea del Bien.
Platón, pone de manifiesto también la desconfianza hacia los sentidos porque estos suelen ser engañosos y da pistas para la comprensión de su teoría del conocimiento. Este símbolo nos permite situarlo para la comprensión de lo que sucede en la actualidad entre la apariencia y verdad. ¿Será que vivimos en un mundo plagado de apariencias con pretensiones de verdad? ¿Es posible que la revolución digital y la poderosa influencia de las redes sociales ofrezcan una imagen irreal del mundo? ¿Estamos en una situación similar a la de esos esclavos que nacieron viendo sombras en el fondo de la caverna y que creyeron que esa era la representación del mundo verdadero? Es evidente que estos y otros interrogantes similares revelen una problemática recurrente en la tradición filosófica del mundo occidental.
En este mismo orden, en debates filosóficos recientes, algunos pensadores posmodernos o posestructuralista reflexionan acerca de la existencia de la verdad y fundamentan tesis que invitan a un serio debate sobre la misma. Tal es el caso del pensador italiano, Gianni Vattimo, un fuerte crítico de los ideales modernos, quien tituló una de sus obras de la siguiente manera: Adiós a la verdad (Gedisa, 2010).
La importancia de la crítica
Ante esta situación, es fundamental desarrollar una actitud crítica hacia los discursos y las apariencias. La verdad no es algo dado, sino que debe ser conquistada a través de la crítica y la reflexión. Ya Friedrich Nietzsche en varios de sus escritos, como Verdad y mentira en sentido extramoral o La voluntad de poder, presenta una perspectiva crítica ante el tema de la verdad ante un mundo en el cual, “Dios ha muerto”.
La crítica de este filósofo a toda la tradición metafísica marca un punto de inflexión en la filosofía ante el problema de la verdad porque anuncia la perturbadora realidad del nihilismo, doctrina que afirma la pérdida de significado y sentido de los valores tradicionales. Un asunto que también repercute en la ética y en los sentimientos morales.
En síntesis, la publicidad, el marketing y los discursos políticos juegan un papel fundamental en la creación de apariencias que pueden moldear nuestra percepción de la realidad. Es importante ser conscientes de esta manipulación y desarrollar una actitud crítica hacia los discursos y el mundo creado por las redes sociales o medios masivos de comunicación a través de la reflexión, de tal forma que podamos acercarnos a la verdad, y construir una realidad más auténtica. Pienso que el abrazar ese saber meditativo del que nos habla Martín Heidegger en su conferencia, Gelassenheit (Serenidad, 1955), pueda ofrecer una esperanza de apertura y trascendencia ante un mundo caído y extraviado que busca quizás una redención de la condición humana.
Referencias bibliográficas
- Debord, G. (1999). La sociedad del espectáculo. España: Pre-Textos.
- Heidegger, M (1955). Gelassenheit (Serenidad). Tomado de: Apuntes filosóficos.
- Kant, I (1784). Respuesta a la pregunta, ¿Qué es la Ilustración? En: Filosofía de la historia. México: F.C.E.
- Nietzsche, F (2004). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
- Nietzsche, F (2023). La voluntad de poder. Bogotá: DG Editores.
- Platón (2020). La República. Vol. 4. España: Editorial Gredos.
- Vargas L, M (2012). La civilización del espectáculo. Bogotá: Editorial Alfaguara.

El artículo sobre el problema de la verdad de Alexander Vega, me recuerda una definición de verdad, entendida como aquello que coincide con la realidad, como bien lo expresa el autor a sociedad contemporánea se ha convertido en una “sociedad del espectáculo”, donde la realidad es reemplazada por imágenes y apariencias, la mentira se viste con apariencia de verdad. Buena reflexión.