Introducción
De Raza negra Althea Gibson, primera tenista afroamericana en ganar Roland Garros, 1958, abrió el sendero para que una década después, 1968, Arthur Ashe se convirtiera en primer tenista con piel de ébano en ganar un título de Grand Slam. Tras el éxito del estadounidense llegarían más jugadores de color a engrosar la lista de los grandes exponentes de este deporte, como el francés Yannick Noah, las hermanas Williams, Serena y Venus, James Blake, el jamaiquino Dustin Brown, los franceses Jo-Wilfried Tsonga y Gael Monfils, entre muchos.
Orígenes. El 10 de julio de 1943 en Richmond, Virginia, nace Arthur Robert Ashe Junior. Tenía cinco años cuando murió su madre, en el parto de su hermano pequeño Johnnie, por preclamsia. Ambos se criaron con su padre, Arthur Ashe Sr., trabajador del departamento de recreación y deporte de la ciudad de Richmond. La casa de los Ash localizada dentro del parque público más grande de la ciudad que contaba con algunas canchas de tenis que el joven Arthur utilizaba cuando los jugadores blancos lo permitían. Fue detectado, ya adolescente, por un cazador de talentos que lo llevó, becado, a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en donde consiguió formar parte de su equipo tenístico.
La Federación de Tenis de los Estados Unidos lo convocó, luego, para integrar el equipo participante en la Copa Davis de 1963, siendo el primer tenista negro en lograrlo, coronándose campeón.
Tras obtener en 1966 la Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas debía alistarse, en el Ejército de los Estados Unidos, para cumplir con el servicio militar. La política castrense de Estados Unidos, en aquella época, prohibía que dos hermanos fuesen destinados juntos en una misma zona de guerra. Por ello, tras regresar en 1967 de un primer servicio en Vietnam, Johnnie Ashe, se ofreció voluntario para impedir que Arthur fuese llamado de nuevo a combate en el país asiático.El gesto solidario de su hermano menor sería el inicio de una carrera fulgurante que convertirían a Arthur Ashe en personaje importante del mundo del tenis. No obstante, sus obligaciones en la Academia Militar de West Point (Nueva York), le fue concedida licencia en 1968 para disputar el US Open, el último Grand Slam de la temporada y primero en Estados Unidos. Ganador de este torneo alcanzo figuración mundial al vencer a Tom Okker. En el Wimbledon de 1975 se consagró al derrotar al No 1 del mundo, Jimmy Connors. Entre 1968 y 1979 ganó 33 títulos.

un admirador le escribió preguntándole «¿Por qué Dios tiene que seleccionarte para esa enfermedad?». Ashe respondió: “En el mundo 50.000.000 de chicos comienzan a jugar tenis, 5.000.000 aprenden a jugarlo, 500.000 llegan al tenis profesional, 50.000 entran al circuito, 5.000 alcanzan a jugar un Grand Slam, 50 participan en Wimbledon, 4 van a las semifinales, 2 a la final. Cuando estaba levantando la copa nunca pregunté a Dios: ¿Por qué a mí? Y hoy con mi enfermedad, no debería preguntarle: ¿Por qué a mí?”.
Comportamiento en la cancha. En la cancha su callada actitud era la de un maestro zen: parecía estar meditando. Su peculiar calma contrastaba con la de gran número de tenistas. Lo suyo nunca fue el berrinche ni la rabieta. Concentrado y silencioso siempre.
“Me daría vergüenza”, decía Ashe cuando le preguntaban del por qué no perdía la calma y agregaba: “Y me daría vergüenza también porque al principio pensábamos que ese tipo de exabruptos reflejarían quienes somos como raza. Aquí en Estados Unidos tendríamos a gente que diría ‘Ves, ves lo que pasa cuando les das a unos cuantos de ellos la oportunidad de participar… lo echan a perder, transgreden las reglas'”.
Enfermedad. De 36 años, en septiembre de 1979, tuvo que ser operado del corazón tras un infarto cardiaco y reintervenido en diciembre. No pudo jugar más. Cuatro años después, 1983, complicaciones de las operaciones anteriores (un cuádruple bypass) lo llevaron de urgencia a cirugía.
En 1988, hospitalizado con parálisis en un brazo y luego de realizarle varias pruebas, le diagnosticaron toxoplasmosis; los médicos sospecharon su relación con el sida. Descubren que, en una de las transfusiones aplicadas en la intervención quirúrgica de 1983, recibió sangre contaminada con el virus de inmunodeficiencia adquirida.
Para la época en que a Arthur Ashe le descubren el SIDA, 1983 – en este mismo año se reporta primer caso de esta patología en Cartagena, Colombia – padecer este mal era una sentencia de muerte. Apenas la epidemia comenzaba y ningún tratamiento controlaba la acción devastadora del virus. En el caso de Ashe el tratamiento se inició tardíamente, cinco años más tarde en 1988, cuando ya padecía la enfermedad. Epidemiológicamente una persona puede ser portadora del virus, VIH positivo, sin padecer la enfermedad, es decir el SIDA. No se considera enfermo.
Había, entonces, un único fármaco antirretroviral contra el VIH, el AZT (o zidovudina), aprobado por el FDA en 1987. Alargaba la esperanza de vida de los pacientes por un periodo corto de tiempo. El VIH pronto se volvía resistente al fármaco y continuaba su avance inexorable.
Ashe vivió diez años con VIH, un periodo habitual entre quienes contrajeron la infección en los años 80.
Hasta 1992, Ashe no dio a conocer su enfermedad. Aprovechó para formar parte de campañas informativas sobre el VIH y recaudar fondos, aconsejando sobre educación sexual y prácticas seguras, además de intentar concientizar a la gente de que el SIDA no era una patología solo de homosexuales y drogadictos. Tuvo tiempo para crear una Fundación con su nombre y a escribir su biografía.
El 4 de febrero de 1993 Ashe, iba a participar en un foro sobre SIDA en Connecticut, no pudo asistir por padecer una neumonía severa. Ese día grabó un mensaje que hizo público en el que llamaba a tener esperanza a los enfermos como él. Murió dos días después, el 6 de febrero de 1993, a los 49 años, en Nueva York.
Dos meses antes de su muerte creó el Arthur Ashe Institute for Urban Health para ayudar en la prevención de tratamientos inadecuados de salud y fue nombrado “Deportista del año” por la revista Sports Illustrated.
Una semana antes de su muerte terminó sus memorias, que se publicaron con el título “Days of Grace” (Días de gracia).
Considerado de los mejores tenistas del mundo, había finalizado una carrera universitaria y ostentaba un rango en el Ejército de los Estados Unidos. Aquel niño que había empezado a practicar el tenis a escondidas cuando los blancos dejaban libres las pistas en su ciudad, tenía inquietudes relacionadas con las desigualdades entre blancos y negros que lo llevaron a la cárcel.
Después de saber que estaba enfermo, siguió el rumbo de su vida, como si nada tuviera. Fue columnista del Washington Post, dictaba conferencias, jugaba golf y escribió una historia de 1.600 páginas en tres volúmenes sobre los atletas de raza negra, titulada: A Hard Road to Glory: A History of the African-American Athlete.
Cuando se supo de su enfermedad, un admirador le escribió preguntándole «¿Por qué Dios tiene que seleccionarte para esa enfermedad?». Ashe respondió: “En el mundo 50.000.000 de chicos comienzan a jugar tenis, 5.000.000 aprenden a jugarlo, 500.000 llegan al tenis profesional, 50.000 entran al circuito, 5.000 alcanzan a jugar un Grand Slam, 50 participan en Wimbledon, 4 van a las semifinales, 2 a la final. Cuando estaba levantando la copa nunca pregunté a Dios: ¿Por qué a mí? Y hoy con mi enfermedad, no debería preguntarle: ¿Por qué a mí?”. Tremendo ejemplo de honestidad y carácter de un atleta ejemplar, de un hombre valiente, digno de imitar por todos los que practicamos el deporte blanco.
REFERENCIAS
JOSEP CORBELLA. BARCELONA. https://www.lavanguardia.com/ciencia/20230205/8729047/virus-vih-sida-arthur-ashe-magic-johnson.html.
https://www.vice.com/es/article/vv9p4m/la-trgica-y-ejemplar-vida-de-arthur-ashe.