Angie y lo grato de escribir

«No hay deber más necesario que el de dar las gracias».

CICERÓN

I

Es mexicana, canta rancheras, boleros y huapangos con el corazón henchido. Angie vive en Estados Unidos. Se encuentra de visita en Barranquilla en donde durante largos años, el tiempo que duro su matrimonio, residió al lado de su difunto esposo, mi amigo y colega desde los bancos de la facultad de medicina de la Universidad de Cartagena el doctor Jaime Pombo Mackenzie. El cruel coronavirus se lo llevó, acabó con la vida de un cirujano excelso, de los mejores con quien tuve la feliz oportunidad de compartir quirófanos.

Mientras, yo estoy pasando unos días en la heroica Cartagena de Indias. Me llama por el móvil y me dice:

–      Doctor Coronado, que alegría encontrarlo. ¿Cómo esta? estoy en Barranquilla, quiero verlo, ¿Como haríamos?

Le respondo que estoy en Cartagena y no tengo definido regreso a la capital del Atlántico.

–      No se preocupe doctor Coronado. Este fin de semana tengo planeado, antes de regresarme a USA, una pasadita por Cartagena; allá podríamos vernos. ¿No le parece?

Con mucho gusto Doña Angie; en cuanto llegue se comunica conmigo, le respondo.

Una vez en Cartagena la gentil señora contacta por el WhatsApp para informarme que me espera al mediodía, es domingo 30 de octubre, en el restaurante Puerto Vallarta, propiedad de una hermana, para almorzar y entregarme un pequeño detalle.

Produjo mucho pesar no corresponderle su cordial invitación por inconvenientes familiares primero y luego por la correndilla personal, de última hora, que me produjo una leche no deslactosada que ingerí. Gajes incomodos de la vejentud.

Muy comprensiva, ante mi excusa, mandó un mensaje: “No se preocupe doctor otro día será. En el restaurante dejé el recado para que lo reclame”.

El lunes 31  dispuse recuperar el presente que me entregan con una esquela, escrita a puño y letra con una caligrafía “Palmer” preciosa; a la antigua usanza:

“Doctor Coronado.

Reciba de parte mía y de mis hijos, este pequeño detalle. Lo hacemos para significarle nuestro más profundo agradecimiento por la nota sentida que usted escribiera en su blog Teomedicadas, por el homenaje póstumo que rindiera a nuestro difunto esposo y padre. Sus sentidas palabras las llevamos mis hijos y yo bien guardaditas en nuestro adolorido corazón. Dios lo bendiga”.

  II

La simpática y rubia pariente – estamos conversando animadamente en la noche de brujas – móvil en mano se dirigí a mí, diciendo.

–      Hola Teo. Qué foto tan bonita la de tu portada del Facebook. Tú que escribes tanto y tomas esas fotos lindas, espectaculares, debieras estar ganando mucho dinero con eso.

 Así es, me limité a responderle.

III

Escritor aficionado. La verdad, escribo y tomo fotos por simple diversión, no anima interés monetario alguno, mucho menos la fama y la gloria. Son aficiones que, ahora, alejado de los avatares de la profesión, al no tener nada que hacer aparte los oficios domésticos en que colaboro con mi señora, dedico el tiempo libre en cuanto producen gran deleite intelectual, inmenso gozo espiritual.

“Si sientes gratitud y no la expresas, es como envolver un regalo y no darlo” ~William Arthur Ward~

Según la sabiduría popular “Es de bien nacidos ser agradecidos”.

Me complazco, sobremanera, regalando estos dos dones, de los muchos que Dios ha concedido, a cuantos solícitos siguen mi andanza por las redes. Me considero un amateur en ambas actividades, es decir, un aficionado. A lo mejor no estimarme un profesional liberan del afán de obtener ganancia con ellos. Es posible ande equivocado, por poco codicioso, lo que no me interesa si estoy tranquilo y sin afugias. Ambiciones desmedidas no han tenido cabida en mis aspiraciones y propósitos. Viejo y romántico médico que soy, de los de antes.

De ocho libros, que a la fecha he producido, solo dos he logrado publicar previa financiación generosa de algunas instituciones a las que he estado vinculado, sin costo alguno para mí. El resto, seis, he tenido que subvencionar con mis ahorros, sin ningún beneficio económico ni en los unos ni en los otros; como quien dice por puro amor al arte.

Nada fácil es la comercialización de los textos impresos y aun los virtuales. Por una parte, la gente lee poco absorbida por la deslumbrante cultura moderna de la imagen y, por otro lado, editoriales y librerías se llevan los mayores dividendos a como dé lugar. En ocasiones he puesto los libros en vitrina, mediante consignación y, en las pocas ventas que he obtenido, la librería deduce, de una, el 40% del producido.

Ramon Illán Baca. Cuando he ofrecido, personalmente, el libro a amigos y conocidos son pocos los dispuestos a colaborar económicamente; se quedan con él sin siquiera, por simple cortesía, preguntar cuánto vale. No han faltado los que se comprometen a pagar después y todo queda en el olvido, en el desconocimiento del esfuerzo que uno hace para culminar una obra. Esta ingrata circunstancia me permite recordar a mi dilecto amigo el encumbrado escritor Ramon Illán Baca, que en paz descanse.

 En los corredores y reuniones del departamento de humanidades de la Universidad del Norte, docentes los dos, nos encontrábamos y departíamos sobre libros, del último de cada uno y hacíamos reminiscencia del tiempo aquel en que coincidimos, el en su judicatura y yo en mi medicatura, en el municipio de Remolino, Magdalena.

–       Me consolaba oírlo quejarse, siempre de manera chistosa e irónica – maestro de la ironía y el sarcasmo Ramon Illán – del escaso lucro que alcanzaba de su extraordinaria producción literaria, de la explotación inmisericorde de editoriales y librerías. “Imagínate doc. cómo estará mi tula de vacía que me camino Barranquilla entera por no tener un “Chivo” para montarme en un bus”; me esgrimía pícaro y muerto de la risa.

Si a ti que eres renombrado escritor te brincan sin piedad, que se deja para mí que soy un desconocido escribidor; me limitaba a comentarle.

Gregorio Torregrosa. Sin embargo, debo reconocer que son innumerables los detalles que animan a seguir garrapateando cuartillas como los comentarios escritos y personales de lectores que atentos a mis entradas, en Teomedicadas.com, con sus palabras de estímulo y aprobación motivan a seguir en este quijotesco empeño. Mi distinguido amigo el abogado Gregorio Torregrosa, por ejemplo, para citar uno, me honra con el siguiente comentario en una de mi más reciente edición:

–      “Apreciado Teo

Tu escrito es maravilloso, por lo sencillo y veraz. Se nota salido del alma, sin opulencia Académica, con totalidad literaria cuando fue necesario, pero, sobre todo, cargado de mucho sabor humano.

En estos días, tal vez por vainas de mis ancestros en el arte de la pluma, que se me ha dado por escribir columnas para la prensa local he descubierto que atrapar la atención de un lector demanda ingredientes dentro de un escrito que, hoy por mi impericia, no preciso explicar y, además, no es el tema para tratar. Pero, usted me atrapó”.

IV

La virtud de la gratitud. Lo que lleva, en ultimas, a redactar esta página es el gesto grandioso de doña Angie de Pombo que he narrado al inicio. Me ha conmovido su gallardía y nobleza. “La gratitud es la memoria del Corazón”, nos enseña Confucio. Tal vez por ser primera vez que unas personas agradecen, como la ha hecho ella y sus hijos, algo espontaneo y sincero escrito por mí sobre su esposo y padre. Valoro el tremendo esfuerzo que hizo Angie para localizar, encontrar y mostrarme su admiración y aprecio.

La gratitud es virtud escasa, rara, en estos tiempos de tantos afanes materiales, en que predomina el tener de las cosas y reina el egoísmo para, tacaños, ser unos perfectos desagradecidos. Comportamiento malsano ¡qué lástima! en suma arraigado en el mismo seno de las familias y personas cercanas. En vez de unir crea distancias. Lo más doloroso.

“Si sientes gratitud y no la expresas, es como envolver un regalo y no darlo” ~William Arthur Ward

Según la sabiduría popular “Es de bien nacidos ser agradecidos”.

Cartagena noviembre 1 de 2022

Teobaldo Coronado Hurtado MD. MPHIL

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