El municipio de soledad de Colombia: De espaldas a la cultura[1].

“No habrá desarrollo sin educación, ni progreso sin cultura”.

Alberto Assa Anavi. Los rincones de Casandra (1994).

Soledad de Colombia es uno de los 22 municipios que hacen parte del pequeño departamento del Atlántico (Colombia). De acuerdo con una proyección realizada por el DANE para el 2020, la población es de 665.621 habitantes, es decir, equivalente al 24% de la población total de este departamento colombiano. Hace parte del Área Metropolitana de Barranquilla junto con otros municipios, como son Galapa, Malambo y Puerto Colombia.

Actualmente, el municipio de Soledad en Colombia, se encuentra conurbado con el Distrito de Barranquilla y se comunica con éste por diferentes carreteras como la calle 17; la 30 y también con la prolongación de la calle Murillo (45), en su intersección con la Circunvalar.

La mayor parte de la población soledeña vive en condiciones de pobreza multidimensional y con altos índices de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). La informalidad hace parte, lamentablemente, de la vida cotidiana de sus habitantes. De igual manera, muestra complejas situaciones de inseguridad como son las extorsiones, el microtráfico y sicariato, circunstancias que constituyen serios desafíos en materia de gobernabilidad y convivencia ciudadana. A nivel urbano no se observa un eficiente Plan de Ordenamiento Territorial que permita organizar racionalmente el territorio en relación con el crecimiento demográfico.

Además, en materia ambiental el municipio tiene retos grandes, que van desde la proliferación de basuras plásticas y orgánicas en diferentes espacios abiertos y en los arroyos; la contaminación del río Magdalena a su paso por Soledad; el ruido constante en algunos barrios populares y en estaderos; el desconocimiento de la Convención Ramsar que exige que todas aquellas localidades que hacen parte del estuario del río Grande de la Magdalena adopten medidas para la preservación de esta importante arteria fluvial. Ni qué decir de los habituales desbordamientos de algunos arroyos en temporadas de lluvias que ocasionan desastres en viviendas humildes que viven en condiciones de extrema pobreza.

Históricamente este municipio ha logrado tener una fecunda tradición cultural motivo de orgullo de las personas nacidas en este lugar de Colombia: desde la elaboración, comercialización y consumo de las butifarras (una tradición que se remonta desde los tiempos coloniales); como también el de la cumbia soledeña, los decimeros (juglares), el merecumbé de Pacho Galán, el poetizar de Gabriel Escorcia Gravini, la música de Alci y Checo Acosta; la celebración del ceremonial de la muerte, como también la danza del paloteo en el contexto del carnaval, son expresiones culturales de raigambre popular que hacen parte del folclor soledeño.

Sin embargo, es triste constatar que, en los últimos años, quiénes toman decisiones públicas evidencian una profunda indiferencia y desinterés por configurar una política pública que haga posible estimular la vida cultural de este municipio como una apuesta a la paz y a la convivencia civilizada. Hay que garantizar que los habitantes de esta parte del Atlántico tengan derecho a acceder a los bienes intangibles de la cultura tanto a nivel local como regional y universal. No hay proyectos liderados por la Alcaldía, para preservar todas las manifestaciones culturales creadas por los habitantes en este ente territorial.

Quizás como una posible excepción de lo anterior, corresponde a las iniciativas que tomó la Lic. Ayda Ojeda en su paso por la Secretaría de Educación, quien hizo un esfuerzo por liderar una política pública en ese sentido, haciendo posibles experiencias significativas como ferias de libros y un diplomado para capacitar a maestros para la enseñanza de la historia local. 

Parece entonces que Soledad de Colombia está gobernada por políticos antiilustrados que desestiman la cultura como factor clave del desarrollo espiritual de toda la sociedad.  

De igual manera, es inaceptable que no cuente con una biblioteca pública que estimule la formación de lectores competentes. En tiempos de la pandemia, la biblioteca que existía, de nombre Melchor Caro, fue cerrada y no ha sido abierta a fecha de hoy. Ha desaparecido y se desconocen las razones de tan lamentable suceso. En la casona donde funcionaba, la Alcaldía tomó la decisión de construir allí la Casa de la Cultura, obra que aún sigue inconclusa.

En una reciente conversación con Fernando Ferrer, maestro de escuela y actual presidente de la Academia de Historia de este municipio, la biblioteca fue fundada en 1965 por iniciativa de una federación de padres y estuvo localizada en la carrera 25 entre las calles 15 y 16, casa de Catalino Montero Ferrer. ¿Dónde están guardados los libros que alcancé a consultar en varias ocasiones en mis horas libres como educador de la IE INOBASOL?

Nadie habla de estos asuntos abiertamente; ni los políticos locales que sólo les interesa el reparto de cuotas burocráticas a costa de recursos del estado, pero tampoco el magisterio local que debería alzar su voz de indignación ante este flagrante hecho que constituye una afrenta en contra de la cultura. 

Es evidente que hace falta voluntad política para que se construya una biblioteca pública que sea patrimonio de todos los soledeños, financiada con fondos del estado y de aportes de la empresa privada. Hace falta gestión que haga posible este sueño porque apostarle a la cultura es abrazar la utopía de la paz. Ideal sería la construcción de esta cerca de la plaza para que la población asista regularmente a cultivar esa pasión por la lectura y dialogar con las grandes inteligencias que ha dado la humanidad.

Es inaceptable que Soledad no haya tomado en serio democratizar el libro y fomentar la lectura entre sus habitantes tal como ocurre en muchas partes del mundo donde el acceso a este ya sea en forma impresa o digital, haga parte de la cotidianidad de la población permitiendo el cultivo del pensamiento crítico y formando ciudadanos con mayores niveles de sensibilidad y empatía, virtudes necesarias en una democracia local.

Desde la antigüedad los gobernantes tuvieron una legítima preocupación por promover y preservar los valores de la cultura. De hecho, recordemos que el emperador macedónico, Alejandro Magno, discípulo del filósofo Aristóteles, fundó en la ciudad de Alejandría al norte del actual Egipto, la más grande biblioteca del mundo. Las grandes obras que la humanidad había creado en ese momento de su historia se conservaban en los anaqueles de esta.

Basta con conocer las reflexiones en este sentido de autores como Irene Vallejo, Umberto Eco, Alberto Manguel, Enrique Krauze o, en el caso de Colombia, de Yolanda Reyes e Irene Vasco, para ser conscientes de la pertinencia de diseñar políticas públicas que impulsen la construcción de redes de bibliotecas y formar lectores de todas las edades, elevando el nivel cultural y educativo de la población.

Desde la antigüedad los gobernantes tuvieron una legítima preocupación por promover y preservar los valores de la cultura. De hecho, recordemos que el emperador macedónico, Alejandro Magno, discípulo del filósofo Aristóteles, fundó en la ciudad de Alejandría al norte del actual Egipto, la más grande biblioteca del mundo. Las grandes obras que la humanidad había creado en ese momento de su historia se conservaban en los anaqueles de esta. Ejemplo de ello, fue la Septuaginta, la primera versión en griego del Antiguo Testamento. Eran gobernantes celosos de conservar la tradición espiritual de su pueblo y del mundo.

Pero en cambio, en Soledad-Colombia, de nada ha servido la experiencia local de elegir alcaldes por voto popular desde marzo de 1988, cuando su gestión no logra satisfacer las demandas de la cultura como bienes intangibles que hacen posible una mejor convivencia en sociedad. ¿Cuál de todos los alcaldes escogidos desde ese año hasta el presente se ha comprometido en impulsar un proyecto cultural que contribuya a la formación de ciudadanos interesados con el bienestar de su municipio? ¡Ninguno! Al no impulsar políticas culturales, traicionan a la democracia local la cual dicen defender.

En este orden de ideas, vale la pena repetir apartes del discurso del poeta andaluz, Federico García Lorca en Fuente Vaqueros en 1931 cuando inauguraban en su pueblo natal una biblioteca, hecho que logró arrancar de su corazón estas emotivas palabras: “Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?… Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”. (García Lorca, F. Alocución al pueblo de Fuente Vaqueros. Discurso leído por la inauguración de la biblioteca pública de Fuente Vaqueros).

Pero, además, hay otro asunto no menos grave: Soledad no tiene librerías. Ni una sola. Más bien se encuentra llena de estaderos de mala muerte donde la gente va a embrutecerse consumiendo licor y no a embriagarse con los valores de la alta cultura depositada en los libros. Panorama triste porque ante el país este municipio es quizás el que registra uno de los índices más bajo de lectores porque no hay bibliotecas públicas ni librerías que contribuyan a la formación de ciudadanos competentes como un imperativo de todo sistema político democrático. ¿Cuál será la relación entre número de libros y número de habitantes en este municipio? ¿Existe una relación entre los altos índices de violencia criminal en una sociedad y la ausencia de espacios para la cultura y sana recreación? Este último interrogante puede ser una interesante conjetura que se podría constatar mediante investigaciones desde la sociología de la cultura.

Por otro lado, en años anteriores la Gobernación del Atlántico, en cabeza de Eduardo Verano de la Rosa, restauró el Museo Bolivariano (lugar en el cual vivió un destacado recaudador de impuestos, Don Pedro Juan Visbal), dotándolo de una infraestructura necesaria para mostrarse al público interesado en conocer la historia local y, en particular, de las visitas de Simón Bolívar poco antes de su muerte en 1830. Todo este esfuerzo parece haber sido en vano: en la actualidad el Museo evidencia abandono y desidia. De hecho, hay cuartos con residuos de orín y heces de murciélago, circunstancia que representa un potencial riesgo para la salud de visitantes y curiosos. Este es otro ejemplo del poco valor a la cultura y de la conciencia histórica local que tienen los dirigentes políticos en esta parte de Colombia.

En este emblemático sitio, se encuentra copias de todas las cartas escritas por El Libertador durante su estancia en Soledad y dirigidas a algunas figuras públicas de su tiempo, como Pedro Alcántara Herrán o Rafael Urdaneta. Estas eran posible leerlas en un libro digital gigante, ubicado en el segundo piso e inclusive el lector podía pasar la página y conocer el contenido completo de las mismas. Todo esto al parecer ha caído en el abandono y en el olvido.

De igual forma, es deplorable el descuido de la fachada del templo católico más importante del municipio localizado en la plaza: San Antonio de Padua, que lleva el nombre de este santo de origen portugués. Esta iglesia fue construida en 1744 cuando un grupo de notables ciudadanos solicitaron al Cabildo Eclesiástico en Cartagena de Indias que la Ermita que estaba allí fuese erigida en Parroquia. Logrando tener Soledad de Colombia, Iglesia primero que Barranquilla en los tiempos coloniales. (Blanco, JA (1987) La porquera de San Antonio de Soledad y el Sitio de San Antonio de Padua de la Soledad. En: Blanco Barros, JA (2014). Obras completas. Tomo II: Encomiendas, haciendas y pueblos. Barranquilla: Editorial Universidad del Norte).

La parte externa del templo está bastante descuidada y se requiere de manera perentoria una restauración como aquella que se hizo años antes de la pandemia dejándola impecablemente bella. Este templo refleja la impronta arquitectónica colonial bajo el gobierno de los Borbones. Es un patrimonio histórico con gran valor religioso y estético.

De hecho, es evidente que Soledad necesita también de un teatro donde regularmente se presenten las grandes obras de la cultura ya sea en música, la danza, la pintura, el drama, la poesía y conferencias donde niños y jóvenes puedan desarrollar esa sensibilidad y empatía que sólo el arte es capaz de lograr. La cultura es un espacio de redención, de creatividad y libertad. Preguntémonos entonces: ¿Qué piensan los dirigentes locales sobre el tema cultural? ¿Por qué la cultura y el arte parecen no interesar en quiénes toman decisiones en el ámbito de lo público? ¿Acaso ignoran el hecho de cómo la cultura también contribuye a formar mejores seres humanos? ¿Podemos imaginar presentaciones de ballet clásico y de música del barroco a los soledeños en ese teatro? ¿Cuántos artistas potenciales no serían formados en estos espacios culturales?

Hay mucho por hacer. Por ejemplo, realizar una segunda investigación arqueológica en el territorio de Soledad que amplíe los resultados de aquella que, en 1954, realizó el científico de Santa Ana de Baranoa, Carlos Angulo Valdés en la Loma del Chuchal demostrando en sus estudios sobre la presencia temprana de seres humanos en tiempos precolombinos, a partir de la evidencia de concheros descubiertos en la parte meridional del municipio.

De igual manera, el construir un archivo histórico que recabe documentos de interés, tanto públicos como privados y que sirvan de fundamento a futuras investigaciones en la disciplina de la historia para ofrecer una perspectiva rigurosa del pasado de Soledad.

Temo que predomina una actitud mezquina de parte de los gobernantes locales que habla mal de sus actitudes públicas. No asumen un serio compromiso de servir a la comunidad para jalonar un desarrollo humano sostenible e inclusivo que sea modelo de convivencia civilizada ante el resto del país y de América Latina. La política es un asunto serio que nos concierne a todos y es el espacio en que nos reconocemos como diversos y plurales, al decir de Hannah Arendt, la gran teórica del pensamiento político contemporáneo.

Por las anteriores razones decimos sin vacilar que el municipio de Soledad de Colombia vive de espalda a la cultura. Entonces vale la pena preguntar: ¿Quién nos salvará de esta penosa y desoladora situación?


Por: Alexander Vega Lugo. Maestro de la I.E INOBASOL.  

One thought on “El municipio de soledad de Colombia: De espaldas a la cultura[1].

  1. Muy bueno ese escrito es la pura realidad considerando que la lectura es como el deporte en cualquier rama. Estoy contigo amigo Alex. Cuando fui rectora del Santander leíamos una hora toda la comunidad desdé el portero, esa hora era sagrada y me encargaba de repartir el material de lectura junto a los docentes.

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