Clínica bautista. Añoranzas

Estudiante del San Francisco

La campana anunciaba la entrada a clases, por la tarde, a las 2 y 30. A las 2 en punto nos citábamos un grupo de 5 o 6 compañeros del Colegio San Francisco, barrio Las delicias, entre los que recuerdo a Antonio Casale, Gastón Vendríes, Juan de Dios Pacheco y los hermanos Moscarella (Leopoldo y Edgardo), en el alto y amplio antejardín de la clínica ubicado en la esquina de la calle 70 con carrera 38. Tocábamos en corto, animadamente, la pelota jugando a la gallina o apostando al que más “pinolas” hiciera, hasta cinco minutos antes de que sonara la campana cuando arrancábamos corriendo, a toda prisa, a la voz de “marica el ultimo”.

A la salida de clases, 5 PM, pernoctábamos al interior de la edificación para juguetear con la novedad del ascensor que subía y bajaba con nosotros, a bordo, hasta que algún empleado llamaba la atención. Todavía la carrera 38, de puro caliche, no estaba pavimentada. Finales de los años cincuenta del siglo pasado.

El futbol acabó cuando el más “loquillo” del grupo dio una patada tan fuerte al balón que volvió añicos los vidrios de un ventanal. Por la queja de los administradores de la clínica los curas nos prohibieron volver a estas andanzas. En la clínica, por otro lado, vetaron nuestra presencia en sus instalaciones.

Durante ese periodo apreciaba las locaciones hospitalarias, curioso e ingenuo, como un recinto sagrado solo para médicos y enfermos. Observaba a los doctores con gran admiración.

Paciente de la clínica.

Por un golpe que recibí en el ojo derecho jugando futbol, hacia quinto año de bachillerato, mis padres llevaron a la consulta externa en donde me atendió un oftalmólogo de apellido Jaramillo.

Debo señalar que ya cuarentón, década de los 80, me tocó, de nuevo, utilizar los servicios de la Clínica Bautista para una hemorroidectomia que practicaron los doctores Nazario Fraija, cirujano, y Ruffo Pantoja, anestesiólogo.

Doctor Yarzagaray

Entre los galenos de más renombre que la laboraban, en esa época, había un doctor Luis Yarzagaray que tenía una novia, Everlides Polo, medico también, que a los jovencitos del colegio llamaba la atención por su esbeltez y belleza. Imagino que este doctor Yarzagaray es el famoso facultativo egresado de la Universidad de Cartagena y luego prestigioso neurocirujano, profesor de la Universidad de Illinois, USA, que intervino quirúrgicamente al presidente Ronald Reagan.  

Después de cuarenta años de residencia en el país del norte regresó, Yarzagaray a Colombia, en 2001, con pretensiones presidenciales. Inició su campaña entusiasmado por un magnate que, al poco tiempo, le quito el apoyo económico y logístico teniendo que gastarse sus ahorros sin resultado favorable alguno.

Las paradojas de la medicina: el doctor Yarzagaray murió de una hemorragia cerebral aguda el 26 de febrero de 2014 en USA, tenía 81 años.

Mi primer empleo

No pasaba por mi cabeza, entonces, que llegaría a ser un profesional de la medicina y menos que mi primer empleo, como tal, seria en este encumbrado establecimiento de carácter privado y sin ánimo de lucro, fundado en 1952 por unos misioneros Bautistas del sur de los Estados Unidos. A mi llegada, 1970, regentado por el doctor George kollmar, y reemplazado luego en 1974 por el doctor Robert Edwards.

El asunto es que me gradué en la Universidad de Cartagena el 19 de diciembre de 1969 y tres días después ya era medico en la sala de urgencias, de la Clínica Bautista de Barranquilla, en donde compartía turnos nocturnos y días feriados con los doctores Alfredo Donado Hurtado, Carlos Castro y Samuel Macias Agüero.

La Clínica Bautista fue institución insignia de la medicina barranquillera, de gran prestigio dentro y fuera del país. Su desaparición se suma a la larga lista de hospicios tanto públicos como privados de la ciudad que no han tenido la suerte de sobrevivir a los embates económicos y políticos del mundo de hoy.  

A mediados del mes de enero de 1970 me fui a Santa Marta a trabajar eh el Hospital San Juan de Dios en espera del nombramiento como médico rural que se dio a finales de febrero en el municipio de Remolino, Magdalena. Estos desplazamientos no impidieron siguiera laborando en la Bautista, los fines de semana. Actividad que mantuve hasta el mes de junio, de ese año, cuando opté por quedarme viviendo en Remolino, en forma permanente, debido al fuerte invierno con sus torrenciales lluvias que inundaron la población.

La Clínica Bautista era, ya, una prestigiosa y acreditada institución de salud no solo de Barranquilla sino de toda la Costa Atlántica. Por la calidad de la atención medica brindada a los pacientes y por lo avanzado de su dotación hospitalaria.

Médicos especialistas de la Clínica

Correspondía, como médico de planta en urgencias, llamar a los especialistas entre los que puedo nombrar a:  Cirujanos: José Ignacio Casas, Jorge el Toto Daes. Humberto Espinoza, José Benavides Molinares, Mauricio Rodríguez, Nadim Said Hachen.

Gastroenterólogo. Antonio Habib Habib,  

Neurocirujanos. Jaime Rubio Segura, Carlos López pinto.

Urólogo. Emiliano Morillo.

Ginecólogos. Pedro Ballestas, Francisco Sales, Julio Mario Llinás y el doctor Breeden un norteamericano

Internistas. Rafael Bermúdez, Abraham Donskoy, Efraín King Rocha.

Pediatra. Rafael Fulleda Henríquez, Libardo Diago Guerrero.

Ortopedistas. Modesto Martínez, Pedro Muskus, Luis Taboada

Cirujanos plásticos. Reinaldo Gómez Ahumada

Anestesiólogos. Miguel Colonna Silva Carlos Bermejo.  

Patólogo. Rafael Pichón Armella.

Radiólogos. Amiro Tamara Merlano, Rafael Jalube

Endocrinólogo. Alberto Jamis

Consulta externa. Luis Vidal, Vicente Ferrer, Rafael Bacci

Clínica El Carmen

La clínica Bautista después de 65 años de prestar sus servicios médicos a la gente de Barranquilla y la costa caribe suspendió sus actividades en el mes de septiembre del 2017.

El 16 de julio de 2020 en su remodelada edificación comenzó a funcionar la Clínica El Carmen como una extensión de la Clínica Iberoamérica – de la organización Sanitas – y otras instituciones del Distrito de Barranquilla. En plena pandemia del covid 19 llegó como una bendición de lo alto para sortear la emergencia sanitaria que vivíamos.

La Clínica Bautista fue institución insignia de la medicina barranquillera, de gran prestigio dentro y fuera del país. Su desaparición se suma a la larga lista de hospicios tanto públicos como privados de la ciudad que no han tenido la suerte de sobrevivir a los embates económicos y políticos del mundo de hoy.  

Añoranza

Sin haber pertenecido a su staff de especialistas y, tan solo, con algunas esporádicas apariciones en sus quirófanos, como anestesiólogo, la suerte corrida por la benemérita casa de salud me ha conmovido. Tal vez el hecho simbólico de haber sido mi primer puesto de trabajo como médico, una vez graduado, y la añoranza de los momentos gratos vividos, en su entorno, en los años mozos del San Francisco son razón de ser del sentimiento que ahora me turba.

Buen viento y buena mar corresponde desearle a la Clínica El Carmen que ocupa, ya, la emblemática y carismática sede de lo que fuera un Centro hospitalario orgullo de la ciudad Puerta de Oro de Colombia, la Clínica Bautista.

One thought on “Clínica bautista. Añoranzas

  1. Dr Rafael Fulleda usted fue mí pediatra por muchísimos años, si no estoy mal , creo me atendió hasta los 18 años .
    Mí nombre es Sagrario Vargas. Mí correo es savata09.19@gmail.com.
    Siempre le he recordado con gran aprecio por su sencillez, humildad y gran amor por su profesión

    .

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