Se han construido más de 100 decretos enmarcados en el estado de emergencia sanitaria, con la frialdad del derecho estatal ninguno de ellos reconoce a los más necesitados ni muestra alivios a los más pobres
La primera conmemoración del 1 de mayo día internacional del trabajo en confinamiento y aislamiento preventivo por causa del sarscov2, históricamente en las calles de las ciudades del mundo, los trabajadores nos reuníamos alrededor de consignas no solo para recordar los mártires de chicago sino también para decirle a los gobiernos de turno nuestras exigencias, en contraprestación de nuestra fuerza laboral que hasta hace un par de meses sostenía sus industrias, hoy la visión del trabajo y trabajador; se ve reevaluada así, como la de la protesta social, y un mas allá se hacen latentes todas las carencias que históricamente nos han adeudado los modelos de producción que creían que la riqueza la creaba el dinero y no el trabajador.
El desempleo en Colombia para el mes de marzo del año en curso, marcó por encima del 12%, el poder adquisitivo disminuye y el Gobierno Nacional se alarma, no por el hambre que logra significar las elevadas tasas de desempleo; sino por aquellas riquezas que se empiezan a mermar.
La economía popular que tiene impacto en cerca del 70% de la población ya sea porque de allí deriva su sustento o porque a través de la misma se acceden a bienes y servicios está desapareciendo, y con ella el abandono, el desespero, las deudas y el hambre de los más pobres.
Se han construido más de 100 decretos enmarcados en el estado de emergencia sanitaria, con la frialdad del derecho estatal ninguno de ellos reconoce a los más necesitados ni muestra alivios a los más pobres, un viaje entre las transferencias monetarias para salvar empresas, esos si todas de grandes capitales, los grandes terratenientes y los ganaderos; pero, aquellos que no tienen más tierra que la que se incrusta en sus uñas, por el trabajo duro; hoy están más abandonados que nunca, ya ni los gritos ni las banderas rojas en todas las calles de Colombia alarman nuestra vista.
“No puede el pueblo morir de hambre cuando hemos mantenido un aparato estatal inservible”
Así el Gobierno Duque, prepara la declaratoria de ‘segunda emergencia’, quizá porque en este primer paquete de “ayudas” pudo dejar fuera algunos de sus amigos; que están cobrando los apalancamientos políticos, que se derivan de las campañas políticas, algo que no es raro en Colombia es una práctica normalizada el “cómo voy yo”.
Es tiempo de pensarse un avance real en la política social, no puede el pueblo morir de hambre cuando hemos mantenido un aparato estatal inservible, es momento de subvertir el orden y darle pasos agigantados a aquello que desde varios sectores populares se ha llamado la Renta Básica; que no es más que la validación del Estado Social de Derecho que se consigna en nuestra Constitución Política.
Los efectos del SARSCOV2 no se mitigan con la frialdad de decretos o programas subsidiarios, que a veces sólo son ilusiones, que no logran atender la totalidad de la población en condición de vulnerabilidad, es un deber de ese Estado, hoy responder con medidas sólidas económicas y en salud pública, porque el hambre se cura con comida y la enfermedad con una red pública de salud, y para acceder a estas soluciones en tiempos de crisis donde esa fuerza obrera, trabajadora de la base y de la informalidad ha preferido la vida resguardándose en sus casas, no puede un Estado condenarla a la muerte.
El mecanismo más importante para alivianar la crisis y que los colombianos puedan llevar un aislamiento preventivo seguro y en condiciones dignas; es la Renta Básica, que ha sido el único mecanismo real que ha mitigado los efectos negativos de las economías en desaceleración; en diferentes partes del mundo.
Pero ¿Qué es y cómo funciona?
La renta básica es el derecho que los más pobres, (identificados mediante metodologías estadísticas, ya existentes en el país). Ellos tienen derecho a recibir una suma de dinero, que le permite atender las necesidades vitales, donde además se deben complementar con los paquetes subsidiarios ya existentes en el país; como: salud, alimentación escolar, educación etc…, esta renta básica pretende mitigar las condiciones de pobreza y es una barrera para frenar la profundización de las carencias sociales; que se crean en casos fortuitos; como las condiciones que establece la pandemia del sarscov2, además que su permanencia en el tiempo fortalece el tejido social y las economías locales.
La renta básica tiene principios elementales que se fundamenta en la solides estatal y la evolución democrática de los pueblos, esos principios son la Universalidad; es decir que todas las personas que se encuentran en condición de vulnerabilidad deben ser cubiertas con la renta básica, Igualdad; reconoce el derecho de todos y todas sin importar cualquier otra condición diferenciadora, Participación; la misma población se constituye con ente regulador de la renta básica para su acceso y control distributivo, Equidad; reconoce las diferencias pero no se constituye como un afianzador que detenga los procesos de crecimiento social, y así de esta manera revitaliza la solidez estatal y también aleja a los gobiernos de turno del populismo del mercado a la puerta, o pone el hambre a la espera de la caridad.
Las preguntas que siempre propone el neoliberalismo, protegiendo los capitales antes que la vida, siempre será la misma y es sobre la financiación de la Renta Básica y sobre la construcción del imaginario colectivo de mantenimiento social, las respuestas son evidentes, la fortaleza histórica de la que siempre se ha sentido orgullo el modelo del capital hoy en Colombia, tiene la capacidad de sostenimiento de la Renta Básica, superada la crisis, relevados los fríos decretos y establecido los caminos económicos; la Renta Básica, debe, además de ser obligación estatal dar pie para descubrir el camino para gravar las grandes rentas y aún más, buscar el desarrollo impositivo de las extensiones de tierra improductiva, que no generan trabajo o proporcionan la renta básica para la mano cesante que su improductividad genera.
Así se cierra un nuevo 1 de Mayo, esperando que las condiciones de los trabajadores sean reivindicadas, que la lucha obrera en la sanidad, complete la tarea titánica de salvar vidas, y que el Gobierno; dé, una mirada real, a los más pobres; que no pueden esperar la muerte por virus o por el abandono estatal.