Llegaron las vacaciones de los estudiantes, tanto de calendario A como del calendario B. Una más larga que la otra. ¿Qué harán nuestros estudiantes en su tiempo libre en el municipio de Soledad? Es una pregunta que se hace relevante hoy día por la valoración del tiempo y por las inmensas posibilidades que ofrece el tiempo libre. Pero también es cierto preguntarse, ¿qué alternativas ofrece el municipio de Soledad para el disfrute del tiempo libre?, podría pensarse también en reflexionar, si Soledad en su intento de ser ciudad educadora contribuye con escenarios variados y suficientes para educar en ese tiempo ganado, porque el tiempo libre es descanso, diversión y desarrollo, desde la perspectiva del sociólogo J. Dumazedier.
La Constitución Política de Colombia en sus derechos sociales, resaltan los artículos 52 y 67, el primero reconoce el derecho al deporte a la recreación; el segundo, resalta la importancia de educar a los colombianos en el tiempo libre. La ley del deporte, 181 de 1985, y la ley de educación, 115 de 1984, reglamentan la práctica del tiempo libre, especialmente en la vida escolar a través del proyecto pedagógico del tiempo libre en el art. 14, literal b, de la ley 115, de educación.
Las vacaciones son ese tiempo ganado después de haber estudiado o trabajado. Es el momento de expresarse autónomamente a través de las actividades artístico – culturales, deportivas, turísticas y tecnológicas, promocionadas en la escuela. En este sentido, una educación para la recreación debe considerar la construcción de hábitos. J.C. Cutrera, en sus estudios sobre la recreación, sugiere en sus principios recreativos la importancia de que las personas desarrollen hábitos recreativos, explorando sus intereses, pero teniendo en cuenta que una recreación para el desarrollo humano requiere que las personas dentro de sus hábitos elijan una actividad física o deportiva y otras que contemplen prácticas intelectuales y de socialización. De ahí que se infiera una relación entre recreación y educación integral.
Le corresponde al estado a través de las instituciones educativas promover una educación para la recreación en sus estudiantes. Históricamente se ha desvalorizado todo que aquello que concierne al juego y el recreo, y se ha dado relevancia a las áreas fundamentales del currículo, especialmente las ciencias básicas y humanas. Sin duda alguna, además de la indiferencia estatal, hay evidencias como la falta de escenarios para el deporte y la cultura, tanto en el municipio como en las instituciones educativas; tampoco hay programas permanentes, ni se estimulan a los docentes de las escuelas para las prácticas recreativas con estímulos económicos. La ley 181, del deporte, habla de la educación extraescolar, es decir, una educación fuera del tiempo obligado para estudiar, sin embargo, la falta de estímulos es una variable que dificulta el proceso de una educación para la recreación.
¿Qué haré con tanto ocio?, se pregunta Martín Santome, en La Tregua, una novela – diario que escribe Mario Benedetti; es una pregunta angustiada ante un tiempo libre vitalicio que le depara la jubilación al personaje. ¿Cuál será el pensamiento de nuestros estudiantes ante unas vacaciones inciertas, sobre todo cuando la educación en este ámbito ha sido muy pobre? El ICFES evalúa cuánto sabes, pero no se preocupa por la calidad de vida que se desprende de un tiempo libre planificado, organizado, vivido. Sí, las vacaciones se planifican y eso no requiere de dinero, lamentablemente la sociedad de consumo distorsiona el sentido de una recreación ejercitada en los detalles. En palabras de Freire, tal influencia consumista influye en el comportamiento que obedece a una conciencia ingenua de la población de estudiantes, de los padres, ante la receptividad de los medios de comunicación y las redes sociales.
J.C. Cutrera, en sus estudios sobre la recreación, sugiere en sus principios recreativos la importancia de que las personas desarrollen hábitos recreativos, explorando sus intereses, pero teniendo en cuenta que una recreación para el desarrollo humano requiere que las personas dentro de sus hábitos elijan una actividad física o deportiva y otras que contemplen prácticas intelectuales y de socialización.
¿Qué puedo hacer en casa durante las vacaciones?, ¿Qué programas de televisión contribuyen a mi formación y desarrollo personal?, ¿Cómo ayudo en la comunidad a mis vecinos, ofreciendo mi capacidad y talento?, ¿Con qué escenarios cuenta el barrio, y si no, cómo puede adecuarse un lugar para los encuentros lúdicos de la comunidad? La reflexión a través del desarrollo comunitario puede ser la respuesta a la negligencia del estado. Si ya se sabe qué gobiernos tenemos, existe la posibilidad del voluntariado, sin rótulos políticos, sólo hacia el logro de un bien común, sin intereses particulares. Sin duda alguna alguien tendrá que asumir el liderazgo para promover la participación de los vecinos e iniciar un proceso de autogestión comunitaria.
La historicidad del tiempo libre permite reflexionar que ese tiempo ganado ha sido descontado del tiempo de trabajo, hasta llegar hoy día a la jornada laboral de ocho de horas. Es un tiempo reivindicado, que costó sudor y sangre. En palabras de Paul Lafargue, en su Derecho a la Pereza, tan abultado era el tiempo de trabajo del obrero inglés, que a este no le quedaba tiempo para soñar. Porque la revolución por la conquista de ese tiempo para soñar fue mundial, en algunos países más lentos que otros.
Muchas de las historias de artistas, escritores, deportistas, científicos, tienen que ver con la ruptura de un tiempo obligado y extenuante, y enrumbarse en el camino de un tiempo subversivo, en palabras de F. Munné. Sus biografías nos ilustran sobre actitudes persistentes que lucharon por ser lo que fueron; nunca se amilanaron ante las dificultades, siempre fueron protagonistas de rumbos inesperados a través del desarrollo de una mentalidad en expansión que les permitió llegar a la cima de la autorrealización personal. Dentro de ese contexto de búsqueda y expresión del talento el espacio de la recreación es una opción que permite la plenitud de la expresión. Nuevamente, J.C. Cutrera nos recuerda que detrás de un hábito hay un talento escondido. En este sentido, los sueños son jugados, recreados, exhibidos como talentos, sólo se requieren de los escenarios propicios, bajo los acompañamientos de una comprensión sin crítica y mucho entusiasmo de líderes, maestros y padres de familia.
Este viernes, 17 de junio, los estudiantes salen a vacaciones, deseosos de alejarse de la escuela por un momento. Ojalá el barrio, la familia, el gobierno municipal abran sus brazos en señal de acogida para evitarles que naufraguen en un tiempo alienado, sin sentido, ruinoso. Mientras nuestros estudiantes encuentren un escenario deportivo en su barrio, una biblioteca, una concha acústica, un centro de desarrollo comunitario que promueva talleres variados y se estimule el liderazgo. Si los estudiantes encuentran eso escucharemos con menos frecuencia que niños y jóvenes ya no dirán: “¡Qué pava!, estoy aburrido”. Porque cuando, el aburrimiento sobreviene las facultades intelectuales no se han utilizado y puestas en uso, afirma contundente F. Nietzsche.
Aun así, soy optimista y el 11 de julio espero que los estudiantes, a su regreso, cuenten sus historias y saber qué tanto se divirtieron, descansaron y aprendieron. Seguramente los aburridos expresarán su opinión de unas vacaciones muy largas, mientras los que se las gozaron sentirán felicidad y un poco nostalgia por sentirlas tan cortas, pero con la esperanza de que su alegría la retomarán en las vacaciones de diciembre.
Todos los años, los estudiantes salen a vacaciones y el tiempo libre no solo debe concebirse en ese espacio, sino también los fines de semana, incluso diariamente. Eso invita a considerar que el gobierno municipal considere una política de recreación permanente brindada a todos los sectores de la población soledeña, una propuesta de educación recreativa apoyada en las instituciones educativas que permita el desarrollo de la autonomía y toma de decisiones en torno a sus aspiraciones. El concepto de recreación permanente es una crítica a programas esporádicos, fugaces e improvisados, sobre todo porque los satisfactores del ocio son variados y tienen que ver, además del deporte, con la cultura, las artes, la literatura, la danza, la tecnología. La experiencia cotidiana de las prácticas recreativas es parte de los hábitos saludables de la calidad de vida de las personas, y eso se logra a través de programas permanentes que permitan vivir y reflexionar las prácticas del tiempo libre.
Ojalá que las historias contadas sobre las vacaciones por los jóvenes a su regreso a clase estén impregnadas de optimismo por los alegres episodios vividos, sin ninguna sombra de amargura y frustración, y mucho menos de la anulación de un tiempo feliz, de sinsabores auspiciados por férreas prohibiciones como en el cuento narrado por Gabo en El Verano feliz de la señora Forbes.