– LOS LIBROS DE “DIOS”( Teo).

Tuve un sueño: ser editor. Editar un diario o laborar en una editora de libros. Vivir con olor a tinta y a níspero maduro. Fragmentariamente lo logré. En vida edité el “periódico”, semanal, que publicaba en la cartelera del colegio y que se leía en los recreos, trabajé en un periódico redactando y diagramando la página de “crónica roja” diaria, financié y edité “El Péndulo”: un tabloide mensual. Y he editado revistas universitarias y oficiales. Pero de aquél sueño, vivido en El Santuario, creo no he despertado. Por eso, seguramente, amo lo libros. Al papel periódico, su olor a fruta y alcohol y su huella de carbón en los dedos.
Debo confesar, entonces, a ustedes, lectores de solo/proposiciones.com, que intentaré, dependiendo de mis lecturas y los acontecimientos, redactar una columna dedicada a los libros de papel que pasen por mis manos y por mis ojos enamorados, por novedad o historia, (hay que acariciar los libros. Bendecirlos): necesitados de sus historias, casi siempre de amor. De su mundo.
Ese mundo me entusiasma. Es como vivir del amor de una bendita mujer en cuarentena. Añoro El Decamerón, el libro de cuentos de Giovanni Bocaccio, con sus historias de peste y encierro. Por eso los libros escritos, publicados y leídos en esta pandemia, cuasi eterna, son una bendición detrás de mi ventana. Un idilio.
Pensé y lo escribí que con los libros que había adquirido, para compartir con mis nietos, podría tolerar, inmune, la cuarentena del coronavirus, que creíamos pasajera, como ave de mal agüero. Vi las ediciones de lujo de los libros que reposaban en el transparente escritorio al pie de la ventana: las mil y una noche, Albert Camus, Federico Felliní, Albert Einstein, Guillermo Cabrera Infante, Nicanor Parra, Alexander Barrico, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez. Y, lo juro, me alegre. En esta habitación, ventana abierta o cerrada, me paso la cuarentena leyendo, estoy bien acompañado pensé.
Pero fueron pasando los días, también las noches y la pandemia no se acababa. Aún no se termina. Va y viene como un fantasma fatal. Nada amigable. Y se acababan mis lecturas y relecturas. Entonces, comencé a pedir auxilio, S.O.S. a “mis amistades”, como Diomedes, el de la ventanita marroncita. siendo cavernícola del Internet, pedí libros sabiendo que las librerías, como todo, estaban cerradas. Y como salvavidas lanzados a las piscinas comenzaron a llegar libros. Comencé a flotar y me atreví a sacar la mirada por la ventana. Vi el Río y el Mar. Dejé el naufragio. Llegaron, como regalos de “El amor de una mujer generosa” (autoría de una nobel.), los libros de Teobaldo, el de Leonardo. Y Rafa, el gaucho, me dejó en portería, como pan salido del horno, el editado en España. De los recién llegados le voy a conversar hoy, cuando ya puedo visitar la librería de la esquina, aunque con mi boca tapada y mis manos olorosas a alcohol.
1. Como polvo en el viento, (novela). A Leonardo Padura, al escritor, lo conocí, a mediados de septiembre de 2014, en el mercado de libros viejos de la plaza fundacional de La Habana Vieja. Pregunté por él y me sacaron unos ejemplares. Me traje “Adíos, Hemingway“, un relato policivo donde Mario Conde, detective y hombre, es el narrador. Lo devoré una vez llegué al patio de La Concepción, donde crece un ciruelo. Después “El hombre que amaba los perros“, “Los herejes“. Y Ahora, en la pandemia, me gocé, página a página, “como polvo al viento” (Tusquets), su reciente novela, impresa en papel periódico. Gruesa, pero liviana.
En “como polvo al viento“, verso de una canción gringa, Padura es Padura: un escritor cubano con oficio. Oficio de detective inglés. También ésta, a mi manera de entender, es una novela policiaca, pero sin policía sabueso o “tira” como los llamamos acá, a los detectives. Pero, obvio, es la historia de la amistad y el amor de la diáspora cubana post-revolución. Y para mis afectos, una historia de La Habana, esa ciudad mágica que amé leyendo a Cabrera Infante y he caminado por El Vedado, Miramar, su Malecón desafiando el Mar Caribe.
Esta novela demuestra el oficio de escritor de Padura. Milimétrico, contando historia de relojero. De reportero. Y me gustó su literatura con literatura, ya que en las historias entrecruzadas de los amigos cubanos, protagonistas tan reales como novelados, el lector se encontrará con referencias de escritores destacados. Es una historia cubana. Del Caribe total. El de Europa y de “La Yunai”. Del exilio que no ha salido, en alma, de La Habana, como el infante difunto de cabrera.
Para probar lo que afirmo, que Padura en esta novela es Padura, les comparto lo que escribió el cineasta francés, Laurent Cantet, coautor y director de la película “el regreso a ítaca“. El francés dijo:
“Una amistad maltratada por la vida, pero que, al fin y al cabo, sigue siendo la única fuerza capaz de resistir al hundimiento de los seres humanos contemporáneos. y debía ser una historia lo bastante universal para que yo pudiera compartirla y sentir que tenía el derecho de contarla, del mismo modo que podía compartir el sentimiento de desengaño, tras los ideales de la juventud, tan ilustrado por esa generación perdida que ocupa siempre un lugar céntrico en las novelas de Leonardo Padura. Una generación, nacida con la revolución y formada por ella, que durante mucho tiempo soñó con encarnar ese “hombre nuevo” tan ensalzado por los eslóganes y que cansada y decepcionada, ya no consigue creer“(ver Regreso a Ítaca. Tusquets editores. Pag.14).
A Padura hay que leerlo, para comprender que no todo, en el Caribe es “Real maravilloso“. Y cómo se cuentan con ficción de las historias reales de la post-revolución cubana. Múltiples enseñanzas navegan en esa literatura. ¿Será que Padura ganará un Nobel? Ahora como polvo al viento es uno de los libros más vendido en la Barranquilla aún con pandemia. Siempre hay que regresar a Ítaca. Y más se nos siguen regalando por generosidad libros y más libros.
2. Análisis y reflexiones sobre el covid-19. Pandemia y postpandemia (libro universitario). Publicado en España por BoschEditor, éste libro es una iniciativa de sus autores, miembros de la tertulia mensual llamada ” in vino veritas. Estos son: Cristobal Arteta Ripoll, Guillermo de la Hoz carbonó, Alexander González García, Juan Pabón Arrieta, Alfredo Ramírez Nárdiz, Rafael Rodriguez Mesa y Oscar Torres López, todos docentes-investigadores de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, Seccional Barranquilla.
Cuando digo libro universitario es para expresar que es inacabado. Que no se agota en sí mismo. Que se esparce en la preocupación misma de cada autor. De los siete profesores autores soy amigo de docencia de cuatro: Juan, Óscar, Cristóbal y Rafa, quien me lo obsequió a domicilio, por lo tanto estoy impedido para alabarlos o criticarlo, más allá del entusiasmo que me provoca saber que hicieron, a muchas manos y “múltiples inteligencias”, un libro de papel, contrario a tanto “libros digitales” que producen en nuestras Universidades. Yo sigo siendo troglodita: amante del papel (buen tema para otra columna).
Pero se me olvidaba. Ni en la tertulia “in vino veritas”, ni en el libro, hay como contertulia y autora, una mujer. Será que en La Libre de Barranquilla no hay investigadoras?. Creo, me respondo, que si hay. Hasta tiene de Decana a una dama y este año escogieron, como egresada destacada, a una investigadora sobre los derechos de los niños. Un olvido seguro. Pero recuerdo que este libro tiene tres prólogos. Dos de ellos escritos por mujeres. Me gustó mucho el escrito por Pascuale Sofia (sabiduría), docente de la Universidad de Zulia- Venezuela.
Los temas abordados en este libro colectivo son: los retos éticos del filosofar más allá de la pandemia generada por el nuevo coronavirus (sars- cov-2), economía y pos pandemia para la reactivación, estudio de la satisfacción de estudiantes universitarios con su educación en tiempos del covid-19, estado de derecho y democracia en la república de Colombia frente a la peste, breve estudio del modelo territorial español y sus perspectivas de futuro a la luz de la gestión del covid19, el derecho del trabajo y la seguridad social en tiempos de pandemia y post-pandemia. Y el último de los siete ensayos es: Ecología crítica y política en el contexto de la pandemia del covid-19.
El texto de mis amigos docentes es un libro bien impreso. Buen papel y diseño limpio. Pero tiene unos “detallitos” que me dicen que faltó un corrector de estilo y un corrector final de prueba. Por eso también es un libro universitario: Hay que seguir puliendo en forma y contenido. Y sus autores no son escritores de oficio. Son profesores. He ahí su valor.
Pero se me olvidaba. Ni en la tertulia “in vino veritas“, ni en el libro, hay como contertulia y autora, una mujer. Será que en La Libre de Barranquilla no hay investigadoras?. Creo, me respondo, que si hay. Hasta tiene de Decana a una dama y este año escogieron, como egresada destacada, a una investigadora sobre los derechos de los niños. Un olvido seguro. Pero recuerdo que este libro tiene tres prólogos. Dos de ellos escritos por mujeres. Me gustó mucho el escrito por Pascuale Sofia (sabiduría), docente de la Universidad de Zulia- Venezuela.
Pero que bueno que en plena Pandemia, tengamos acá en Killa y sus alrededores porteños investigadores que nos brindan, en un libro universitario, análisis y reflexiones multidisciplinarias sobre origen y consecuencias de la peste del murcielago chino. Me lavo las manos y felicito a sus autores.

3. Los libros de dios (ensayos o memorias). ¡No!. No voy hablar del libro del dios difunto, cuyo cadáver está insepulto en los Medios. No. Teo en griego significa Dios. Voy hablarles de los libros del “Dr. TEO”, como lo llamamos sus colegas, amigos y vecinos de balcón. Del Médico Dr. Teobaldo Coronado Hurtado, del que soy colega, pero de docencia, porque Teo fue profesor, muchísimo tiempo, en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Barranquilla. Y sentó juris-prudencia en el Tribunal de Ética Médica del Atlántico.
Bueno. Teo (DIOS) vino en mi auxilio. Y me trajo ejemplares de sus recientes libros, con una nota: ” Hola Gaspar. Para que leas en cuarentena, que vaina buena!”. Esos libros, ambos impresos en Barranquilla, son: medicina: ética, ciencia y vocación. digresiones de un docente. y viaje por el jardín de akademus (digresiones de un académico). Este último con el sello de La Libre.
Los de TEO son también libros universitarios. Tanto en su iniciativa como en su publicación. Y comparto lo que él, dios, dice: “Que no es escritor, sino aquel que escribe novelas”. Eso, para mí, es cierto. Los novelistas son escritores de oficio. Quién dura 18 meses encerrados escribiendo para redactar cien años de soledad?. Un escritor cuyo oficio sea escribir. No un profesor. Aunque los Nobeles también se otorguen a poetas, canta-autores y filósofos, los novelistas son los más galardonados.
En uno de estos libros de las Disgresiones de “Dios“, Teo incluyó una evocación y una bendición que, también, comparto. La tituló: El Niño y El Abuelo. Porque ser niño es una dicha. Pero ser abuelo es una dicha mayor. Es otro “regreso a Ítaca”. Volver a la niñez. Niño y Abuelo son dos privilegios que solo brinda la vida a hombres responsables. Éticos. Es decir, personas correctas. Los padres irresponsables. abusadores. maltratadores. Que abundan por estos lares. Que azotan en Pandemia. Esos Teo no saben la dicha de ser ABUELO. Y te lo digo yo!, como Diomedes, el de Carrizal.
Así que Gracias Teo por tus libros. Y obsequio. Por favor, lean a Teo, que es Médico, Académico, Profesor, Juez Ético, Amigo y mi vecino de balcón. Además es Dios, Y ABUELO. TE LA DEJO AHÍ!!!. Con mucho gusto!