La sagrada vida humana y carencia de legisladores

“La libertad de conciencia, en lo atinente a la decisión de procrear o de no hacerlo, es un asunto personalísimo, individual e intransferible que se corresponde con una de las dimensiones de los derechos reproductivos, concretamente, la autonomía reproductiva, respecto de la cual le está prohibido intervenir al estado o a los particulares haciendo uso de la coacción o de la violencia”. Sentencia C-055 -22 de la Corte Constitucional.

Imagen proporcionada por el autor de la columna.

La vida, auténtico fenómeno natural, para ser humana debe ser digna. Sin esa condición, eminentemente, socio-cultural-biológica es muy difícil considerar humana una vida. He allí, el carácter antropológico que emana de la Constitución Política de Colombia, la del 91, que en su artículo primero consagra que la República Unitaria está fundada en el principio: respeto de la dignidad humana.

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Esta reflexión no es nueva para el derecho, como ciencia humana. Ni es la primera vez que la expreso públicamente. La aprendí durante mis estudios de Maestría en ética y filosofía política, cursado con los mejores profesores, en esas disciplinas, de las Universidades: Nacional, Del Valle, Antioquia y Norte. Espacio intelectual que nos permitió, durante dos sabrosos e intensos años universitarios, debatir con mis compañeros de estudios -sociólogos, filósofos, abogados, docentes y médicos-, cada fin de semana, sobre los más puntuales aspectos de la vida humana: la política y la buena vida: la virtuosa.

Para entonces, era profesor en la Facultad de Derecho de la unilibre, Barranquilla, la Corte Constitucional, en célebre fallo, con ponencia del hereje Magistrado Carlos Gaviria Díaz, se pronunció sobre la despenalización del suicidio asistido o eutanasia: morir dignamente. Fallo que abrió una controversia en este país, consagrado “al corazón de jesús“, que todavía no termina. El estudio crítico de esa sentencia, amén de ser tema de mi docencia, me permitió participar en diversos foros organizados por sociedades científicas en la ciudad y el país.

Ahora, la reflexión brota de mis recuerdos, cuando nuevamente el país polémiza por él, también, desde ahora, célebre fallo de la Corte Constitucional –guardiana de la carta política-, que despenaliza el aborto consentido. Y regresamos a ser, otra vez, una sociedad no del primer mundo, sino una comunidad medieval. País de extremos es ésta Colombia que amo en sus bellezas y en sus defectos: la violencia de palabra y de hechos.

Por tener periodistas e informadores que, usando medios, redes y/o cualquier canal de comunicación, en vez de formar opinión, se dedican a desinformar y/o mal informar. Y, en ello caen desde ex-magistrados, connotados comunicadores y hasta profesionales de la Medicina y otras ciencias humanas que, sin mayor recato, hablan y escriben sus libres opiniones como si la Colombia de hoy fuera la roma de nerón. Olvidando todos los progresos tecnológicos, estéticos, éticos y pedagógicos de las llamadas ciencias de la vida y de la salud. 

Otra vez, de un siglo a otro, la Corte Constitucional nos desnuda como una nación pre-moderna. Que, aunque tiene consagrado el principio fundador de respeto de la dignidad humana en su Constitución Política, todavía no lo comprende ni ejercita, muy a pesar de los 30 años de vigencia de la Carta del 91: nuestra nave del futuro. La que idealiza, si se práctica, que la vida humana sea sagrada, es decir, digna.

Ahora bien, ¿por qué con una Constitución Política MODERNA, Colombia sigue pensando y actuando como una nación premoderna?. Me lo vuelvo a preguntar por las reacciones provocadas y organizadas en relación a la Sentencia C-055 del 21 de Febrero del 2022, en la que la Corte Constitucional declara:

 “Exequible la tipificación del delito de aborto consentido, en el sentido de que no se configura el delito cuando se practique antes de la semana 24 de gestación y  sin sujeción a ese límite, cuando se presenten las causales de que trata la sentencia c-355 de 2006. Finalmente, exhorto al congreso de la república y al gobierno nacional a formular e implementar una política pública integral en la materia“.(tomado del comunicado de la corte del 22/2/22).

La sentencia C-355 del 2006 despenalizó el aborto en estas tres circunstancias, sin límite de tiempo, comprobadas clínicamente:

1. Cuando el embarazo sea un peligro para la salud o la vida de la mujer,

2. Cuando exista grave malformación del feto que lo haga inviable y

3. Cuando el embarazo sea resultado de un delito sexual denunciado.

Y al interrogante, respondo:

– Por tener un Presidente de la República, como el actual, que pisotea la separación de los poderes públicos, irrespeta a la máxima instancia judicial en materia de derechos fundamentales e ignora que somos, en la letra, un estado social de derecho, garantista, fundado en el principio filosófico liberal kantiano de la dignidad humana: que no tiene precio, sino valor, en la que una persona no es un medio, sino un fin en sí mismo.

Solo en la pre-modernidad se toleraba esas conductas “feudales”.

– Por tener periodistas e informadores que, usando medios, redes y/o cualquier canal de comunicación, en vez de formar opinión, se dedican a desinformar y/o mal informar. Y, en ello caen desde ex-magistrados, connotados comunicadores y hasta profesionales de la Medicina y otras ciencias humanas que, sin mayor recato, hablan y escriben sus libres opiniones como si la Colombia de hoy fuera la roma de nerón. Olvidando todos los progresos tecnológicos, estéticos, éticos y pedagógicos de las llamadas ciencias de la vida y de la salud. 

Y lo penoso, además de comunicar sus pasiones, es no haber leído ni estudiado la Sentencia C-055 explicada por la Corte en un comunicado de 20 páginas. Donde queda claro que dicho fallo es jurídico y no moralizante, ya que las normas del derecho no siempre son las de la moral católica, apostólica y romana, ni las de ningún otro credo o dogma de fe. el derecho es creación de la vida humana, es decir, de una vida digna: auto-noma, libre, personal.(art 5o. constitucional).

– Porque a cada momento sé evidencia que la filosofía que nutre la normativa de la Constitución Política, en todas sus costuras, no es de interés ni en escuelas ni universidades. Y que los maestros y educadores siguen sólo interesados en cambiar el estado, a punta de retórica, y no en formar en los principios constitucionales a un estudiantado que solo se mueve por las redes sociales que son, según Umberto Eco, un escenario para hacer famosos a los idiotas del pueblo. sin educación constitucional, como ordena el artículo 51 c.p., seguiremos de la mano de las preceptivas de mi tocayo, el padre Gaspar Astete.

Pero díganme: acaso significa, semánticamente, lo mismo: el adverbio antes que la preposición hasta?. Se las dejo ahí. Hasta teo -“el dios coronado y hurtado”- habla de “hasta” y no de “antes”. 

Pero, vuelvo a preguntar, la Colombia real ¿tiene congreso de la república? ¿ Quiénes son nuestros legisladores a los que les encanta que los llamen: “padres de la patria“? Cuando escribo no se ni por quién votaría ni si el 13, otro idus de marzo, tendría ganar de participar, con mis silencios y soledades, en esas elecciones. la patria por encima de los partidos personalísimos de esta Colombia de hoy.

En dos ocasiones, en el Siglo XX, la primera, y ahora, en pleno desarrollo del Siglo XXI, la Corte Constitucional ha exhortado al supuesto corazón de la demo-cracia, al Congreso de la República, a que legisle sobre los extremos de la vida humana: el aborto y la eutanasia. nacer y morir. Y siempre ha quedado en deuda. Histórica. Vergonzante.

Esa omisión ocurre, simplemente, porque carecemos de legisladores. Acá cualquier “juan de los palotes” ostenta la calidad de congresista. ¿ y ello ?. Porque lo único que se requiere para llegar a serlo,  son votos. Y éstos pueden ser “comprados”: desde el guionista de “la primera linea” hasta personajes de telenovela como “el gato volador“.

Entonces, ¿cómo pedir educación sí votamos por “incultos“, con ínfulas de señores feudales: compradores de la conciencia de la plebe?

Cada vez que me enfrento a una situación que compromete la vida humana, regreso a mis libros marineros. Uno de los más queridos y manoseados es “la vida humana“(Paidós) del filósofo francés André Comte-Sponville. Y esta no podría ser la excepción. Así que volví a leer al filósofo jubilado de La Sorbonna y en sus páginas encontré estas palabras suyas, del capítulo ANTES, de su libro ilustrado por su mujer, libro íntimo:

“La tortura es lo propio del hombre. El combate contra la tortura también. La guerra es lo propio del hombre. El combate por la paz y la justicia también. Miseria del hombre: sólo los humanos pueden ser inhumanos. Grandeza del hombre: sólo ellos pueden -y deben- volverse humanos”.

Imagen proporcionada por el autor de la columna.

“No sabemos cómo empezó esto, ni tan sólo sí hubo un comienzo. Pero sabemos que no hacemos más que continuar esa historia que nos precede  que nos engendra, que nos habita, que ésa es nuestra tarea, nuestro destino, nuestra dignidad, el único lugar posible, en una palabra, para nosotros, del valor y de la felicidad. Toda vida es recibida. Tan sólo hay que vivirla. Engendrada, y no creada. Tan sólo hay que inventarla“(opus cite. págs. 24 y 25).

Ajustemos esas enseñanzas a la situación socio-biológica del aborto. Y de esta otra guerra que apenas estamos viviendo. La vida humana es una invención de pura y libre dignidad.

La próxima: Infancia y Vejez.

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