“…mi padre decía que todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta”. Rodrigo Garcia Barcha.
Bajo la denominación de “Matrimonio sin Secretos” se viene tramitando, en el Congreso de la República, un Proyecto de Ley modificatorio de normas del Código Civil atinentes a la convivencia en pareja, bajo la pretensión de disminuir o combatir las causas de la violencia intrafamiliar, en especial el feminicidio. El inocente Proyecto está siendo divulgado en redes y medios de comunicación social.
Pretender que por una nueva Ley existan “matrimonios sin secretos” es, a mi entender, de una inocencia intelectual abrumadora, ya que la intimidad, como componente de los vértices matrimoniales, es comunicación, según los postulados de la psicología cognitiva (Robert Sternberg, el triángulo del amor). Pero pretender suprimir los secretos, en relaciones de parejas, es desconocer las tres esferas o ámbitos de la vida personal del ser humano: Lo público, lo privado y lo secreto.
Por ello, al conocer del libro de la intelectual argentina, Beatriz Sarlo, “La intimidad pública“(Seix Barral), decidí leerlo, pues el tema de lo íntimo me ha interesado, además la paradoja del título permite tratarlo. En él, la autora manifiesta que el escándalo, de famosos, y las delicias de la maternidad son los aspectos que más atraen a revistas y otros medios. Porque “el escándalo es la hipérbole y la maternidad es la oda de la felicidad”, dice.
Pero la intimidad pública, en la vida contemporánea, requiere mayor comprensión. Y en búsqueda de la misma, recordé mi lectura del libro “la condición humana“(Paidós) de la filósofa alemana Hannah Arendt, donde define estos ingredientes de la naturaleza social del hombre y explica su historia. Comparto, entonces, las enseñanzas de esta pensadora. Arendt dice:
1. La esfera pública: lo común. “La palabra “público” significa dos fenómenos estrechamente relacionados, si bien no idénticos por completo. En primer lugar, significa que todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tiene la más amplia publicidad. (…). En segundo lugar, el término “público” significa el propio mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él”(págs. 59 y 61).
Recordé una conversación con mi padre, mientras bebíamos unos wiskis sentados en la banca de parque de la terraza de mi casa, un sábado por la tarde. Él dijo: “Gaspar a tu mujer, nunca le hables de otras mujeres!”. La frase es una lección. Y creo es una oportuna definición de los secretos en la vida.
2. La esfera privada: la propiedad. “La palabra “privado” cobra su original sentido privativo, su significado. Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana. (…). La privación de lo privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne a los otros, el hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no existirá” (pág. 67).
3. Lo secreto en la vida humana. Ahora como el referido proyecto de ley desea “matrimonios sin secretos“, he incluido esa esfera secreta que la filósofa no aborda en profundidad, a partir de las siguientes líneas suyas: “el amor, por ejemplo, a diferencia de la amistad, se muere o, mejor dicho, se extingue en cuanto es mostrado en público. (Nunca busques contar tu amor/amor que nunca se puede contar”) (pág. 61).
Por otra parte, la intimidad es un derecho fundamental, tanto de la persona como de la familia. Así está consagrado en nuestra Constitución Política, tanto en el artículo 15 como en el 42. Estas normas le conceden, amén de las garantías que protegen los derechos humanos, el carácter de ser inviolable, pues su desconocimiento afecta otros derechos como la dignidad y la honra. Es oportuno atender y entender esta inviolabilidad.
Pero, Beatriz Sarlo, autora del libro cuya lectura motiva esta nota, precisa dos consecuencias: Primera: “En primer lugar comprobamos que el amor, los celos, la deslealtad, la reconciliación, la venganza son reacciones y afectos que nos identifican con otros que los han padecido o gozado”.
“En segundo lugar, asistimos a historias que habitualmente no eran contadas a todo el mundo“. Y remata diciendo: “La intimidad pública es igualadora“(pág 164).
Al leer y redactar, recordé una conversación con mi padre, mientras bebíamos unos wiskis sentados en la banca de parque de la terraza de mi casa, un sábado por la tarde. Él dijo: “Gaspar a tu mujer, nunca le hables de otras mujeres!”. La frase es una lección. Y creo es una oportuna definición de los secretos en la vida. Mi padre no leyó a Hannah Arendt. Entonces pregunto:
¿Cómo renunciar a una vida secreta? La dejo ahí.
La próxima: Inviolabilidad de la fuente periodística.