La filosofía y el amor

Las supersticiones son más empedernidas que el amor“. Gabriel García Márquez.

Septiembre es uno de los meses más lentos del calendario, por aquello de no contemplar días festivos. Pero ocurre que las costumbres comerciales, que son leyes naturales, lo han instituido como el mes del amor y la amistad. Y esas celebraciones diarias y noctámbulas, de rojo encendido, regalos y abrazos, son, para mi aún enamorado de vivir, razón más que suficiente para dedicar y compartir reflexiones al amor, con la venia al lector.

Conocí por información de prensa que, en Envigado, durante el 22 y 24 del agosto reciente, se celebró el primer Festival de filosofía, organizado por Confarma, teniendo como sede el parque cultural y ambiental “otra parte”, lugar en que vivió el filósofo antioqueño Fernando González. El evento tuvo como temática central el amor, participaron como expositores 25 académicos invitados y asistieron cerca de tres mil personas. El amor congrega.

Fachada de la Otra Parte

Que tanto el amor y la filosofía hayan congregado, cerca a las montañas, a tanto público interesado, indica que son temas universales, amén de evidentes necesidades humanas. La filosofía comprende el amor, no sólo en su semántica, sino en su devoción. En Occidente, la primera gran reflexión filosófica sobre el amor la encontramos en el diálogo de Platón, el banquete, donde Sócrates y otros discuten sobre los significados del arte de amar.

Entre los aspectos discutidos y analizados durante el Festival, todo un banquete, se destacaron los siguientes:

1. ¿Qué sabemos del amor?

2. ¿Qué preguntas le hacemos al amor?

3. ¿Cómo hemos entendido el amor en el tiempo?

De haber asistido, muy seguramente habría planteado mis ideas sobre el amor como un derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución Política. En especial, cómo garantizarlo a niños y niñas en la búsqueda de su felicidad. En el próximo, si hay, será. 

4. ¿Cómo es amar en la época digital?

5. ¿El amor está dado o se aprende?

6. ¿Para qué sirve el amor?

7. ¿Cuáles son los tipos de amor?

8. ¿Es necesario el amor para que se manifieste la compasión?

Este interrogante sobre la relación entre conceptos como el amor y la compasión está resuelto, a mi entender, en la misma historia cultural de la humanidad, ya que, en oriente, lo que Occidente llama o define como amor es compasión. Y para tener claro ese aspecto filosófico solo es importante leer las enseñanzas de BUDA, muy poco estudiadas, ya que del Oriente sobre el amor nos han “vendido” las ediciones baratas del kama sutra: el mejor manual para ejercitar virtuosamente el buen sexo. Y eso es otro debate. 

A Envigado llegaron, para hablar de amor, académicos de Argentina, México, Francia, España y, naturalmente, de Colombia. Entre los invitados se encontraban filósofos, siquiatras e investigadores como: Alexandra Kohan, Carlos Javier González, Támara Tenenbaum, Laura Ferrero, Angélica Montes, Diana Angel, Irene Ortiz y Javier Correa. Las entradas fueron gratis. Y se hicieron presentaciones de obras de teatro y películas. Amén de lecturas de textos literarios.

Otros de los aspectos que se abordaron en el Festival, es menester anotar: lo biológico y las drogas. Se conversó sobre el papel de las hormonas en las relaciones amorosas. Es decir, se habló de: dopamina, oxitócica, serotonina, cortisol, endorfinas y testosterona. Hormonas estas que transforman la vida de los amantes, para bien o para mal. También sí el amor es una droga que alucina. La química define a los que bien se aman.

Cuando me enteré de la realización del Festival en “Otra parte“, quise asistir. Pero compromisos judiciales previamente adquiridos me desanimaron. De haber asistido, muy seguramente habría planteado mis ideas sobre el amor como un derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución Política. En especial, cómo garantizarlo a niños y niñas en la búsqueda de su felicidad. En el próximo, si hay, será. 

Que se haya organizado y celebrado un evento académico para hablar de amor desde la filosofía, desde un emblemático lugar de Antioquia, me llena de optimismo, para no decir de alegría, pues considero que siempre será mejor hablar de amor, que de armas. Ello porque el amor unifica y sana cuando se cultiva desde la química de la vida humana. Y como buena pasión también se acaba…para resucitar en otra parte.

La otra parte en el amor es el otro / la otra. Sin ese reconocimiento del otro(a) y la responsabilidad para con él o ella, muy difícilmente podemos hablar de amor, ya que éste no es retórico, sino capacidad para construir, en paz y en complicidad, una vida y una sociedad amorosa, como la que se pregona en las normas constitucionales colombianas. Por ello, durante septiembre seguiremos hablando de amor.

La próxima: La palabra y el amor.

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