Más que un toque de queda, un toque de disciplina.
Cuentan los libros de historia que durante la Segunda Guerra Mundial el ejército hacía sonar una sirena (toque), por lo general en las tardes o las noches, para obligar a la población a refugiarse (queda) en caso de bombardeo. La historia reciente de nuestro país registra tres impactantes toques de queda decretados por el Gobierno Nacional en su momento; el más famoso de ellos fue el decretado después del “Bogotazo” con la muerte del jurista y líder político Jorge Eliécer Gaitán Ayala en 1948, ordenado por el otrora presidente Mariano Ospina Pérez. El segundo, el decretado por el presidente Carlos Lleras cuando mando a dormir al país después de lo sucedido con el presunto fraude en las elecciones presidenciales de 1970 y ante la usurpación del poder en cabeza del conservador Misael Pastrana Borrero; y por último, el más reciente el que vivimos el pasado 19 de noviembre de 2019, en el margen del paro nacional el cual se salió de control y terminó con hechos vandálicos. Estos tres sucesos tienen como elemento en común la imposición del toque de queda como medida para el restablecimiento del orden público y político.
Hoy, luego de haber trascurrido 43 días de aislamiento preventivo obligatorio en el territorio nacional, seguimos enfrentándonos a un “bombardeo” metafóricamente hablando por parte del “enemigo”, el coronavirus Covid-19 ante el cual cualquier medida que se pueda adoptar para mitigarlo en esta inédita emergencia no pueden ser consideradas superfluas. Las cifras de casos son alarmantes y preocupantes, el pasado 01 de marzo el número de contagios era de 0 casos, el 01 de abril ya contábamos con 1.065 y en lo corrido de mayo se han registrado más de 7.973, no cabe duda que el crecimiento es exponencial; en departamentos como el Atlántico las cifras también encienden las alarmas, pues se pasó de 35 casos el 01 de abril a más de 530 casos en el trance de mayo, incluyendo los registrados en el Distrito de Barranquilla y municipios tan importantes como Soledad y Malambo que conforman su área metropolitana. .
No existe aún, diagnóstico alguno que con precisión indique cuál ha sido la causa exacta de este exponencial crecimiento, así como resulta imposible justificar las pérdidas humanas que nos ha dejado esta pandemia. Pero, como dijo el economista turco Nouriel Roubini, “tiempos desesperados requieren medidas desesperadas”, es así como ante la desesperación que esto despierta muchos países alrededor del mundo han ido implementando el toque de queda como una medida adicional para materializar la cuarentena.
Cuentan los libros de historia que durante la Segunda Guerra Mundial el ejército hacía sonar una sirena (toque), por lo general en las tardes o las noches, para obligar a la población a refugiarse (queda) en caso de bombardeo
Nuestros vecinos del Perú, Ecuador, Panamá, Paraguay y Bolivia, tomaron la decisión desde el pasado mes de marzo, lo propio han hecho otros Estados en Europa, Asia, África y Oceanía. Acompañar las medidas de aislamiento preventivo con el toque de queda pudiera parecer desesperado, pero es realmente la única herramienta con la que cuentan los entes territoriales y sus gobernantes para coaccionar a la población, que paradójicamente, resulta ser la más vulnerable.
El aumento creciente de los casos ya confirmados en el municipio de Soledad junto con el aumento en igual proporción en Malambo y Sabanagrande se acercan a 200 la cifra de contagiados y 9 fallecidos en el Atlántico. Esta es la razón que llevó a que el pasado primero de mayo la Gobernación del Atlántico, en cabeza de la doctora Elsa Noguera De La Espriella, en armonía con los alcaldes de los 22 municipios del departamento, liderara asertivamente el toque de queda.
El peligro es inminente y se hizo urgente “tocar la sirena” para que las autoridades custodien a la ciudadanía para que permanezcan en sus casas mientras pasa el “bombardeo” del Covid-19. Lacónicamente podría decirse que una de las causas que ha ido disparando las estadísticas es la errónea relación que ha creado el imaginario colectivo frente a las excepciones de la cuarentena con la inmunidad; muchas personas han creído equivocadamente que el día de pico y cédula y las actividades o labores excepcionales al aislamiento crean una especie de excepción frente al contagio. De la misma manera, otros tantos no han asimilado la seriedad de esta pandemia y el comparendo policial parece no ser suficiente para que comprendan el alto porcentaje de probabilidades de contagio que se tiene si no se cumple disciplinadamente con el aislamiento. El toque de queda debe ir acompañado con estrategias públicas que permitan cuantificar el riesgo al que se expone un ciudadano que no cumpla con el autocuidado antiséptico, el distanciamiento social y el estricto confinamiento en casa medidas que ya empezó a aplicar el alcalde Pumarejo con las patrullas covid.
Tanto los alcaldes como los gobernadores cuentan con facultades constitucionales derivadas de los artículos 1 y 2 para el mantenimiento del orden público, esta función de policía determina el margen de acciones necesarias para mitigar los impactos del Covid-19, así como también legítima su intervención para garantizar el valor y fin esencial del Estado: proteger la vida y la integridad de todas las personas. A estas alturas de la pandemia, la valiente decisión de la gobernadora Elsa noguera, y alcaldes como Rodolfo Ucrós de Soledad entre otros, más que justificada, resultan asertiva ya que colateralmente traerá otros beneficios como reducción de accidentes, disminución de la delincuencia y un estricto, pero efectivo control del aislamiento preventivo.
La gobernación del Atlántico ha ejercido un importante liderazgo en cabeza de la economista Elsa Margarita Noguera quien junto a los alcaldes de los principales municipios del departamento que la han venido acompañando en la imposición de ese toque de disciplina que bien la caracteriza, enfatizando que la medida del toque de queda, como mecanismo para limitar derechos fundamentales, debe ser tomado con sumo cuidado él debe estar dirigida a garantizar correctos procedimientos policivos y el cumplimiento del objetivo principal: evitar el contagio y salvar tantas vidas como sea posible.