Amor, poesía y vida

Introducción. Todo es poesía cuando logras alcanzar vida a plenitud, en las palpitaciones del cuerpo y en los sentires del alma. De allí que la vida en sus multifacéticas manifestaciones es un inevitable poema si accedemos al concepto original de poesía que tenían los antiguos griegos de “hacer, fabricar o producir”. La “poética” era una doctrina relativa al “hacer”, como la noética lo era al pensamiento” (1) Mas tarde el termino poiesis, adquirió el significado aproximado que tiene hoy de crear o de representar algo con la palabra. Para Platón los poetas estaban poseídos por una “locura divina”. Aristóteles entendía la poiesis como “el impulso del espíritu humano para crear algo a partir de la imaginación y de los sentimientos” (2). La Real Academia Española define la poesía como la “manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa”.

Dios es amor. Según el relato bíblico, somos criaturas con origen en un creador: Dios, el verbo divino, es el poeta por excelencia. De creados pasamos a creadores con el compromiso de continuar la obra maravillosa de la creación, administradores de todo lo bello de cuanto existe.

Críticos al trabajo que realizan los científicos, en lo que tiene que ver con la prodigiosa producción de vida, suelen afirmar con cierta ironía, que estos “juegan a hacer el papel de Dios”.

¿Acaso, tiene algo de malo imitar lo hecho por Dios? Si con el evangelista San Juan aceptamos o creemos que: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (3).

Poesía y vida. La poesía se confunde con el amor para inspirar la suprema y vital acción creadora. El acicate del amor crea la vida, la cuida y desarrolla, aporta la energía imprescindible para luchar por ella, infunde ganas a la existencia.

Es a partir de la vida que nos forjamos poetas. Cada ser humano, al fin y al cabo, escribe un singular poema con su quehacer cotidiano.  Desde el ignorado y sucio reciclador que recoge basuras en la oscuridad de la noche hasta la amable y pulcra enfermera que en el aséptico centro de salud inyecta la vacuna contra el temible coronavirus. Desde el humilde campesino que, bajo los rayos sofocantes del sol mañanero, ara la tierra hasta el astronauta que, en el inmenso espacio se pasea por las estrellas y averigua la presencia de agua en el planeta marte. Cada persona, en particular, con mayor disposición y entrega que otros, según su capacidad de vivir, su manera de ver y concebir la vida; según el rol que el destino le ha señalado.

El amor a la vida, a la naturaleza, la ciencia y al arte; en especial el amor al hombre y a lo que constituye el mundo y el universo, es lo que en realidad sostiene al poeta, en cuanto da sentido verdadero a la existencia. Una existencia sin sentido no vale la pena.

LO QUE MÁS QUIERO

Quiero amaneceres con sol tempranero, suave brisa

Trinar de pajarillos y ronroneo de cometas en lo alto;

Que a orillas de la mar arrullen la esperanza

De hombres y mujeres de todas las edades

¡Caminantes! …  en búsqueda ansiosa de un mejor mañana

Quiero atardeceres frescos, el astro rey en lontananza

Románticos boleros, cuajados de gratas añoranzas;

Que en la playa mitiguen el esfuerzo de la dura jornada

A pescadores, marineros y cuantos trabajan

¡Anhelantes! …   de justo bienestar para los de casa.

Quiero anocheceres fantásticos, bajo la luna plácida

Canciones melodiosas, de esas que llegan al alma;

Que, en el puerto del encuentro, hacen del amor la paga

a parejas enamoradas que merecen la dicha

¡Amantes! …   de vivir la vida como Dios manda.

Plácidos amaneceres, atardeceres y anocheceres… quiero

Para quienes conquistan mi corazón con su gracia

Me dan afecto y, de orgullo, mi existencia engalana

Son los hijos de mi sangre en ellos propagada

¡Fieles ¡Compinches de mi dichosa aventura humana

Nadie humille hombres y mujeres, de todas las edades

Nadie explote pescadores, marineros y cuantos trabajan

Nadie se entrometa entre parejas enamoradas

Nadie maltrate al fruto amoroso de mis entrañas

Es lo que yo, en mi vida, más quiero

Desde este poema que inspira mi musa solidaria

Agosto 5 de 2014

La mujer. Sin embargo, es, tal vez, la mujer el motivo de mayor inspiración poética. Procreadora por antonomasia es, por lo tanto, un ser divino. Alcanza la máxima encarnación del amor en su bendito papel de madre. En cada niño que brota de su abultado vientre, cuando declama vigoroso las estrofas de su alegre llanto al nacer, se cumple el instante más grandioso de la poesía. Es impresionante, pero, los que trabajamos, uno y otro día en la atención a parturientas, experimentamos el nacimiento de cada bebé, que viene al mundo, como si fuera la primera vez que asistiéramos a este momento tan maravilloso. La emoción por una nueva vida nunca acaba.

Cuando se pretende sustituir este rol fundamental de la mujer por instancias llamadas a una función distinta, a la regular evolución de la naturaleza humana, la poesía y la vida por lo mismo pierden su extraordinario embeleso. El milagro de estar vivos malogra su trascendencia y degenera en destrucción de lo sublime, lo prodigioso de ser integrantes de la familia humana.

MUJER ESPECIAL

Todos cuantos te miran

Unos y otros te califican de:

Linda…y así es

Qué bonita…eso es muy cierto

Hermosa…al contemplarte se nota

Bella……Si, bella, bella, entre las bellas

Y quienes conocerte pueden

Piensan de ti que eres:

Encantadora…es general parecer

Que cautivas…por tu modo de ser

Fascinante…con tu alegría desbordante

Conquistadora…por tu gracia femenina

Simpática…tienes un no sé qué en el alma

Un ser especial…un ser humano total

Una persona sin igual…eso eres tú, mujer divina.

Me muero de infinita envidia ¡Oh preciosa princesa ¡

Por ese hombre, afortunado corsario

Que puede pasar horas, unas tras otra, a tu lado

En fascinación, gozando tus ardientes encantos

Viviendo la complaciente coyuntura, que tú le has dado

De amarlo, de quererlo, desde el sol anaranjado de la tarde

hasta la noche estrellada bajo la luna cómplice.

Inspiración poética. Cuando perdemos capacidad de fascinación y encanto es porque se ha marchitado el poeta que palpita en cada uno de nosotros. La inspiración poética nutre nuestro anhelo de permanencia, de estar siempre vigentes, como realización individual. Nos proyecta de igual manera para hacer presencia en la comunidad, en la preocupación por el hombre común, por la humanidad, como expresión solidaria por el otro.

La poesía sostiene la quimera de ese poderoso tesoro de la perenne juventud. Resguarda los sueños a cumplir en un mañana promisorio.

En la palabra escrita hecha verso se descifra literalmente el sentir poético. En el parto de un poema se acopia el gesto y la actitud del cantor que jubiloso o triste entona los sonidos del corazón, muestran sinsabores y alegrías del alma, grafican la ternura, señalan las arrugas y cicatrices del tiempo en la piel, destilan en suma la profundidad afectiva del ser.

La poesía nos humaniza, ablanda, aleja de la barbarie, para convertirnos en mejores personas. Ahuyenta la bestia que seriamos o que somos cuando inutilizamos la sensibilidad, se agotan los sentimientos y el otro, los demás no importan, nos son indiferentes, se acalla la solidaridad, la humanidad sufre nuestro desdén.

Vigencia de la poesía. El materialismo de la época, imbuido del tener de las cosas, con su alienante consumismo, ha opacado la disposición creativa de la gente. Se mira lo bello de la naturaleza, lo hermoso que nos rodea y lo lindo de la vida con desaire; desnaturalizando su esencia romántica, su magia, lo que en verdad la ennoblece. La máquina cibernética nos ha quitado capacidad de contemplación de lo real, de la realidad, para idiotizarnos frente a la enceguecedora   pantalla del mundo virtual que nos ve, mientras nosotros la miramos.

Hoy más que nunca cuando todo está mercantilizado, comercializado, monetarizado es cuando la poesía tiene mayor validez y vigencia. El utilitarismo reinante que mide la calidad humana por resultados, resultados económicos, precisa de la acción poética para que lo verdaderamente humano no desaparezca. Nos acerquemos al objetivo soñado de una vida pletórica de amor, colmada de felicidad y un final dichoso con tranquilidad en la conciencia.

JUVENTUD QUE SE FUE 

Si el andar tambaleante de un niño

Que apenas comienza a caminar

Tras una linda pelota de colores:

no nos enternece, hace palpitar.

Si el intrépido revoletear de un colibrí

En busca del dulce y escondido néctar

De multicolores trinitarias y cayenas:

no nos maravilla e impresiona.

Si el esplendoroso y ardiente sol

de una plácida tarde sabatina

en nuestro cautivante paisaje caribe

No nos invita a buscar amigos

para compartir, sonreír y celebrar.

Es: porque ¡ah tristeza ¡

perdimos la infantil capacidad para el asombro

escapar dejamos el sortilegio de fantasías y sueños.

Se ha fugado, sin darnos cuenta, callada,

La juventud dorada, de nuestros mejores años.

Septiembre 26 de 1995.

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1. J. Ferrater Mora. 1994, Diccionario de Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona, p. 2824

2. Aristóteles y su Poética. iesunivialaboral.educarex.es

3. Juan. 4, 8

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